Chiara Páez tenía 14 años y estaba embarazada de tres meses cuando en mayo de 2015 su novio la asesinó por no querer abortar y la enterró en el patio de su casa, en la provincia argentina de Santa Fe. El femicidio de la adolescente despertó una indignación colectiva que ya se venía gestando a la interna de los feminismos locales y derivó, el 3 de junio de ese año, en la organización de la primera marcha convocada bajo la consigna “Ni una menos” en Argentina. El grito fue replicado en las calles de distintos países de América Latina, incluido Uruguay, donde unos meses antes un incipiente movimiento feminista que empezaba a organizarse había inaugurado las “alertas feministas” como estrategia de reacción pública ante cada femicidio. Desde entonces, el tercer día de junio se convirtió en una de las fechas centrales de la agenda feminista de la región y la consigna en un emblema de la lucha contra la violencia machista.

Ni una mujer menos asesinada: de ahí surge la frase, a eso apunta el reclamo. Pero si bien el avance de los feminismos logró visibilizar las problemáticas que viven las mujeres y en algunos casos lograr conquistas –legislativas, políticas, sociales–, los datos y la realidad muestran que los femicidios no bajan. De hecho, en algunos países incluso aumentan. Y las activistas repiten que el Estado es responsable de prevenir esos crímenes, así como de atender, proteger y reparar de forma integral a las familias de esas mujeres asesinadas, que también son víctimas.

En el último tiempo, el promedio de femicidios en Uruguay se ha mantenido en alrededor de 25 por año, según señaló en noviembre pasado la directora del Instituto Nacional de las Mujeres, Mónica Bottero, a la diaria. En 2021 se había registrado un aumento respecto de 2020 y todo indica que este año podría consolidarse una tendencia, si se considera que sólo entre enero y mayo hubo 15 casos, entre femicidios y asesinatos que se investigan como posibles femicidios.

Hubo casos en los que el femicida cometió el crimen y se suicidó o intentó hacerlo. Femicidios que ocurrieron en la vía pública o en una casa. En Montevideo y en otros departamentos del país. Muchas fueron asesinadas por sus parejas o exparejas. En algunos casos se presume un contexto de trata de personas o explotación sexual. Entre las víctimas había adolescentes, mujeres que tenían hijas e hijos a cargo, adultas mayores. A fines de abril, incluso, el machismo terminó con la vida de una niña de ocho años y un niño de nueve, asesinados por su padre en un posible caso de violencia vicaria. En el último femicidio, que tuvo lugar hace apenas cinco días, un hombre asesinó a su pareja y también a su hijo de 12 años.

El Ni Una Menos llega en este escenario tan doloroso como complejo. Frente a esto, organizaciones y colectivos feministas convocan a marchas, concentraciones y otras actividades en distintos puntos del país, para volver a advertir que, si “tocan a una, tocan a todas”, porque “vivas nos queremos”.

En Montevideo se destacan dos convocatorias. Por un lado, Tejido Feminista invita a participar desde las 17.00 hasta las 20.30 en una concentración en la plaza ubicada en las calles Salvador Ferrer Serra y Democracia (barrio Tres Cruces), bajo la consigna “Ni una asesinada más”. Por otra parte, distintos colectivos convocan a marchar a partir de las 18.30 desde la Intendencia de Montevideo (IM) hacia la plaza Libertad, cada uno con su consigna, pero en una única movilización.

El duelo de nuestras muertas

La actividad que organiza Tejido Feminista pondrá el foco en las distintas maneras de procesar los duelos “de los femicidios, de los travesticidios, de las niñas y los niños también asesinados por la violencia patriarcal, y todas las muertes que acumulamos durante estos años de pandemia”, explicó a la diaria Mariana Licandro, integrante de esta red que nuclea a una decena de colectivos, además de mujeres y disidencias autoconvocadas.

La vocera dijo que la idea es “seguir denunciando las violencias”, como lo hacen desde 2015, pero también “darnos un tiempo para nosotras en un mundo donde, por los precios de las cosas, por la precarización material que tenemos, prácticamente no podemos parar de trabajar en toda la semana y no tenemos tiempo para procesar todos estos dolores”. “Poder habitar la muerte de diferentes maneras, que no sea algo privado, y también teniendo en cuenta que la pandemia generó mucho dolor respecto de la imposibilidad de duelar a los seres queridos, de hacer diferentes rituales, entonces también es una forma de inventar otra forma de ritual para despedir a los afectos”, agregó. Por eso, la propuesta es encontrarse a “despedir de forma cuidada a nuestros afectos y a las mujeres y disidencias asesinadas”.

Esa despedida va a incluir la elaboración de un “altar colectivo” con recuerdos de las personas a las que quieran homenajear, como manera de “traer estas ausencias de forma más visible a nuestra cotidianidad”, señaló Licandro. En esa línea es que invitan a las participantes a llevar a la plaza “velas, inciensos, flores, yuyos, fotos de tus afectos, crayolas, textiles, chocolate y todo lo que sientas ganas de compartir y sumar al altar”, según publicó Tejido Feminista en sus redes sociales. También habrá lecturas compartidas y música.

Una vez que termine la actividad, cada colectivo y persona podrá llevarse una parte de ese altar para poder instalar “altarcitos” en diferentes partes de la ciudad y otros puntos del país, y que después “cada una pueda ir a despedirse de sus afectos o cuando pase un femicidio”, puntualizó la activista, y aseguró que aquellas que no puedan ir a la plaza están invitadas a replicar la iniciativa en sus barrios y casas.

Pero la actividad también busca “celebrar la vida”. “Es una fecha que está cargada con la denuncia de la violencia patriarcal y de los femicidios, pero esta consigna de que ‘vivas nos queremos’ significa que nos queremos vivas, libres y gozosas, y también es una manera de abrazar las certezas que tenemos”, dijo Licandro. “En un mundo cargado con mucha incertidumbre, nuestra mayor certeza es que nos necesitamos juntas y que estar juntas es lo que nos hace bien y nos hace sanar todos estos dolores. Entonces, también se trata de celebrar el encuentro, el movimiento feminista y nuestras vidas a partir del feminismo”, señaló.

Respecto del contexto actual de las mujeres y disidencias en el país, Licandro denunció que “estamos viviendo unas situaciones tremendas de violencia en términos de femicidios, de asesinatos de padres a sus hijes y otras violencias que nos afectan directamente”. A esto se suma que “hay cada vez más una precarización material” que también tiene que ver “con la estructuración de un sistema que es violento hacia todos, pero con particular fuerza hacia el cuerpo de las mujeres, porque, en momentos de crisis, somos nosotras las que tenemos que hacer más cuentas, recorrer más supermercados y más ferias para encontrar precios más o menos accesibles, tratar de planificar la economía doméstica para ver qué comemos y cómo llegamos a fin de mes, entonces es una violencia que estamos cargando y que nos está agotando”.

Hasta que paren de matarnos y aparezcan todas

Mientras tanto, en la explanada de la IM se van a concentrar a partir de las 18.30 quienes respondan a la convocatoria que hicieron por separado distintos colectivos feministas, como ¿Dónde Están Nuestras Gurisas? (DENG), la Coordinadora de Feminismos o Pan y Rosas, para marchar todas juntas hasta la plaza Libertad. “La idea fue poder generar una coordinación para no pisarnos entre nosotras y poder marchar cada una con su consigna pero en conjunto, definiendo una misma dirección, un horario y pudiendo dar lugar a cada una de las intervenciones”, entre las que habrá representaciones artísticas y lecturas de proclamas, explicó a la diaria María Zino, integrante de DENG.

Así, por ejemplo, Pan y Rosas convoca a marchar bajo la consigna “Basta de violencia machista, el Estado es responsable”, la Coordinadora de Feminismos llama a manifestarse por “Ni una menos, hasta que paren de matarnos” y DENG por “Ni una menos, hasta que aparezcan todas”.

Una vez más, el colectivo DENG pondrá el foco en las niñas y adolescentes desaparecidas por la trata y la explotación sexual, y esta vez también denunciará los femicidios vinculados a estas situaciones, que son casos en donde “quizás la investigación no se lleva tan a fondo” o requieren que las familias “hagan presión” para que haya avances, cuestionó Zino.

La activista dijo que “el tema de las gurisas desaparecidas y de los femicidios no sería posible si no hubiera un Estado cómplice y una sociedad indiferente” y aseguró que “es un tema del que se habla poco, entonces parece como si no pasara”. “Cada vez que desaparece una gurisa o se revela una situación de explotación sexual contra niñas y adolescentes, la sociedad responde sorprendida. ¿En dónde se sustenta eso? Porque es algo que nosotras venimos denunciando hace tiempo”, aseveró Zino, y destacó que, “en el caso de un femicidio, el impacto que tiene en la sociedad tiene que ver con las características de la mujer asesinada”.

En cuanto a la responsabilidad del Estado, el pedido es que haya “respuestas para todas”: “Para las que sobreviven en la extrema pobreza, las que son consumidoras de drogas, las que están en situación de prostitución, las que están presas, las migrantes, las trans, las afro, las niñas y las ancianas. No queremos que nos sigan rompiendo los golpes de varones violentos, que matan, violan y prostituyen, avalados por un Estado cómplice y una sociedad indiferente”, grita el comunicado difundido junto con la convocatoria a la marcha.

¿En qué consisten esas respuestas? “Primero que nada, en la prevención: justicia es que no pase”, respondió Zino enfática. Aclaró que este paso es fundamental sobre todo cuando “se pueden identificar algunos escenarios comunes que pueden ser de riesgo o algunas situaciones que pueden generar riesgo”.

Otro factor importante es la atención que les brinda el Estado a las familias “para que, una vez que logran hacer una denuncia, haya un acompañamiento, las escuchen y no tengan que ir una y otra vez a distintas oficinas para lograr que alguien les dé una respuesta”. La integrante de DENG recordó en este punto el femicidio de Tamara Borges, cuyo cuerpo apareció el 1º de mayo pasado en el arroyo San Antonio, departamento de Salto. Luego de conocerse la noticia, el colectivo informó que la joven de 24 años “estaba en situación de prostitución” y aseguró que la “sospecha” de su femicidio recaía sobre “un consumidor”: “su muerte es el amargo final de una larga cadena de violencias”, sentenció en redes sociales. Zino dijo que “si bien en este caso hubo movimiento en su búsqueda, fue por la presión que hicieron la familia y los colectivos de Salto”. Agregó que, “si no hacen una presión o están todo el tiempo preguntando qué sé está haciendo, dónde están buscando, las familias quedan completamente solas”.