El Sistema Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescencia contra la Violencia (Sipiav) del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) presentó este martes su informe de gestión anual correspondiente a 2022, en el marco del Día Internacional Contra el Maltrato y el Abuso Sexual de Niñas, Niños y Adolescentes. El documento señala que, a lo largo del año pasado, se atendieron 7.473 situaciones de violencia hacia niñas, niños y adolescentes, lo que implica la intervención en un promedio de 20 casos por día. De ese total de casos, 1.643 corresponden a nuevas situaciones ingresadas al sistema durante 2022.
La cifra representa un aumento de 6% respecto de 2021, año en el que se registraron 7.035 situaciones. El Sipiav aclara en el informe que el aumento de las situaciones detectadas no significa necesariamente un incremento de la violencia, sino que muestra que “continúa aumentando la capacidad de detección, registro e intervención”.
Al igual que en los años anteriores, la mayoría de las situaciones de violencia detectadas en 2022 afectó a niñas y adolescentes mujeres (55%), frente a 45% de casos que involucraron a varones.
El desglose por franjas etarias revela que 53% de las situaciones detectadas involucran a niñas y niños de hasta 12 años: 17% en el caso de primera infancia (de cero a cinco años) y 36% en el caso de entre seis y 12 años. En tanto, 36% corresponde a adolescentes de entre 13 y 17 años y 11% a jóvenes de 18 o más. El principal tipo de violencia identificado fue el maltrato emocional (36%), seguido de negligencia (24%), abuso sexual (20%), maltrato físico (17%) y explotación sexual (3%).
Por otra parte, 73% de las situaciones registradas el año pasado se detectaron cuando los episodios de violencia ya eran recurrentes, mientras 27% refieren a un episodio único. Esto marca “la necesidad de trabajar en la detección temprana” y de “profundizar el trabajo en la prevención, en las instituciones, con la familia y en la comunidad en su conjunto”, señala el documento.
Agresores
El informe vuelve a ratificar que quienes más violentan a niñas, niños y adolescentes son personas conocidas de esas niñeces y adolescencias. En ese sentido, plantea que 92% de las personas agresoras en las situaciones detectadas corresponden a familiares directos o integran su núcleo de convivencia. Es decir, nueve de cada diez.
La principal persona agresora es el padre (40%) y le siguen la madre (24%), otro familiar (14%), la pareja de la madre (13%), y otra persona no familiar (8%).
De la información detallada se desprende que el único tipo de violencia que tiene a una persona que no es familiar como principal agresora es en la explotación sexual (52%). En tanto, en situaciones de abuso sexual, 81% de las principales personas agresoras son familiares o integrantes del núcleo de convivencia (pareja de la madre, padre, otro familiar y madre, en ese orden).
Otro elemento que aparece es que casi la mitad de las personas agresoras (48%) convive con niñas, niños y adolescentes, un dato crucial si se tiene en cuenta que la enorme mayoría de quienes agreden son familiares o pertenecen al entorno de estas niñeces y adolescencias.
El foco en la violencia sexual
En rueda de prensa, la directora y coordinadora del Sipiav, María Elena Mizrahi, destacó particularmente la intervención en 1.495 situaciones de abuso sexual –20% de las situaciones registradas en 2022–, lo cual consideró una “cifra alta” para lo que calificó de “una violación de los derechos humanos y una de las violencias más complejas que los niños viven”.
Más tarde, durante la presentación del informe, recordó que en 2020 fueron 900 las situaciones de abuso sexual atendidas y en 2021 se registraron 1.404. La referente dijo que “la violencia sexual se analiza como uno de los aspectos constitutivos del fenómeno” y aseguró que el Sipiav “profundizó en que no puede alegarse el consentimiento de niñas, niños y adolescentes para disminuir la responsabilidad de la persona adulta que agrede”.
También cuestionó que muchas veces no se le dé valor al relato de las infancias y adolescencias cuando cuentan que sufrieron violencia sexual. “Muchas veces, con los temas de violencia sexual, el mundo adulto cuestiona la palabra de los niños. Es importante tener presente que los niños, cuando dicen que sufrieron una situación de violencia, han atravesado un proceso largo; por lo general, no es en el primer momento que lo dicen. Estos son procesos dolorosos donde también estamos hablando de violencia intrafamiliar, por lo que implican a algún familiar cercano. Ese quiebre en los niños lo tenemos que tener presente cuando muchas veces nos preguntamos ¿y por qué no lo dijo antes?”, apuntó Mizrahi.
El informe de 2022 destaca la “diferencia significativa” que hay entre los géneros cuando se trata de violencias sexuales. En ese sentido, apunta que 81% de las víctimas de explotación sexual eran niñas y adolescentes mujeres, y 19% eran varones. En el caso de abuso sexual, 77% eran niñas y adolescentes mujeres, y 23% varones. En el resto de las violencias –negligencia, maltrato físico, maltrato emocional– la división entre mujeres y varones es bastante pareja.
También hay una diferencia importante cuando se analiza la información sobre violencias sexuales según las edades. En este punto, lo que se ve es que los abusos sexuales se concentran mayormente entre los seis y los 17 años (83% del total), mientras que 89% de los casos de explotación sexual aparece en las categorías de 13 a 17 años, y 18 y más años.
Huérfanos por femicidio y violencia vicaria
El nuevo informe de gestión del Sipiav no sólo refiere a los datos de 2022, sino que, por primera vez, visibiliza la situación de niñas, niños y adolescentes huérfanos por femicidio, así como los infanticidios por violencia vicaria, “dos fenómenos que atravesaron el año pasado”, puntualizó Mizrahi en la rueda de prensa.
Respecto del primer tema, la jerarca recordó que en 2022 el Sipiav y el INAU empezaron a trabajar junto con la Facultad de Psicología (Universidad de la República), la Fiscalía General de la Nación y Unicef para hacer un “primer abordaje” con hijas e hijos de mujeres víctimas de femicidio, que, a su criterio, “quedaban bastante invisibilizados” y no se les estaba pudiendo dar una respuesta acorde. Ese primer acercamiento derivó en la publicación, en octubre, de una guía con recomendaciones de intervenciones inmediatas, a corto y mediano plazo con niñas, niños y adolescentes que pierden a su madre en un femicidio.
En el informe, el Sipiav recuerda que el Código de la Niñez y la Adolescencia considera que “los niños y adolescentes cuyas madres han padecido violencia de género” también son víctimas de violencia de género, y no “simplemente víctimas secundarias o testigos”. También detalla que el artículo 123 incorpora la exposición a la violencia basada en género como un tipo específico de maltrato, lo que significa que “estos niños tienen derecho a recibir reparación por el daño sufrido”.
Por otra parte, el texto incluye información sobre el “infanticidio como forma extrema de violencia vicaria”. Además de recordar las definiciones pertinentes de violencia vicaria –el daño que se ejerce contra hijas e hijos para lastimar a la madre–, detalla específicamente que el infanticidio por este motivo es “la expresión más extrema de la violencia de género y generaciones, que implica la aniquilación de niñas, niños y adolescentes con el fin de producir un daño máximo y sempiterno en quien mantiene con ellos un vínculo de apego, con la intencionalidad de causar un daño irreparable que no podrá ser superado”.
Mizrahi señaló durante la presentación que el año pasado hubo ocho muertes de niñas y niños por violencia vicaria, y dijo que se trata de un fenómeno que marca “un quiebre importante con respecto al tema de la violencia de género y generaciones, que no lo habíamos vivido en años anteriores”.
Para la coordinadora, la violencia vicaria revela otro problema que tiene que ver con que los sistemas de registro de información no tienen presentes “estas nuevas violencias que se van sucediendo en la sociedad”, entonces “cuesta mucho cuantificar y registrar”. De todas formas, aclaró que “eso no quiere decir que no le tengamos que dar la atención debida”.
En un punto y aparte, Mizrahi adelantó que este año el Sipiav abordará la problemática de la violencia digital hacia niñas, niños y adolescentes, en colaboración con la Facultad de Psicología y con el apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas. En ese sentido, dijo que si se tiene en cuenta que “cuando vos instalás un problema social ese problema social se hace carne”, es muy posible que el año próximo se empiecen a reportar este tipo de situaciones que tienen lugar en las redes sociales.
Desde el celu también
En una rueda de prensa previa a la presentación del informe del Sipiav, el presidente del INAU, Pablo Abdala, anunció que, a partir de este martes, la Línea Azul (0800 5050), que recibe denuncias de situaciones en las que se vulneran los derechos de niñas, niños y adolescentes, sumará el número *5050 para recibir llamadas desde teléfonos móviles de forma gratuita. Según dijo el jerarca, funcionará en el mismo horario que la clásica Línea Azul: de 8.00 a 20.00.