Si acaso existe en Uruguay un número que aparezca como referencia cada vez que una amiga, conocida, compañera o familiar necesita asesorarse por una situación de violencia de género, es el 0800 4141. Y no es casual. La línea telefónica comenzó a funcionar hace casi 32 años, en octubre de 1992, en el marco de un convenio entre la Intendencia de Montevideo (IM) y la organización Fundación Plenario de Mujeres del Uruguay (Plemuu), y se transformó así en la primera política pública de Uruguay dirigida a mujeres en situación de violencia.

Lo hizo “a instancias del movimiento de mujeres de los años 90, que fue impulsando la construcción de esta respuesta”, recordó la psicóloga Adriana Fontán, directora del Sistema de Respuesta a la Violencia Basada en Género del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), en diálogo con la diaria.

Desde entonces, el servicio extendió su alcance –pasó de funcionar en la capital a tener carácter nacional en 2001–, cambió de órbita institucional –desde 2019 es gestionado por Inmujeres– y aumentó el número de operadoras, entre otras transformaciones. El objetivo sigue siendo el de siempre: asesorar y orientar a mujeres mayores de 18 años que atraviesan situaciones de violencia.

Asesoramiento, orientación y “escucha activa”

El 0800 4141 es gratuito, confidencial, funciona las 24 horas del día y tiene alcance nacional: se puede llamar desde los 19 departamentos del país. A partir de 2021, también es accesible para mujeres sordas en situación de violencia, que pueden contactarse a través de una videollamada al 092 626 928, de lunes a viernes, entre las 9.00 y las 14.30. La línea atiende además a equipos técnicos referentes en estas temáticas, familiares u otras personas vinculadas a situaciones de violencia por motivos de género.

Si bien está disponible para atender a mujeres que estén atravesando cualquier tipo de violencia de género, el servicio está especializado específicamente en violencia doméstica. Esto quiere decir que el asesoramiento se centra en aquella violencia que es ejercida por una persona que tenga una “relación de parentesco, matrimonio, noviazgo, afectiva o concubinaria” con la mujer, según define la Ley 19.580.

De todas maneras, Fontán aclaró que “obviamente” la línea está disponible para mujeres que manifiesten estar viviendo otras formas de violencia y dijo que, en esos casos, “la situación se escucha y se referencia hacia los recursos existentes para esa violencia específica”.

En cuanto al trabajo concreto de las operadoras, que cuentan con formación en violencia de género, la directora explicó que lo que se intenta hacer es “brindar una escucha activa de la situación de esa mujer, comprender lo que le está pasando”, para luego ofrecer “orientación y asesoramiento”. Agregó que las usuarias, “principalmente, llaman por situaciones que viven respecto a violencia ejercida por sus parejas o exparejas”.

En base a esa escucha activa, las operadoras realizan una “exploración diagnóstica”, teniendo en cuenta una serie de aspectos como “la historia de esa relación en la que la mujer esté sufriendo violencia, los antecedentes de esa relación, los tipos de violencia por los cuales está afectada esa mujer, la frecuencia de la violencia que se ejerce, y el contexto en el que se da la violencia, es decir, su entorno familiar, su entorno vital, cómo es la realidad de sus hijos e hijas”, enumeró Fontán. A la vez, evalúan el riesgo al que puede estar sometida esa mujer, así como “las fortalezas o los recursos positivos con los que pueda contar, las acciones asertivas que a lo largo del tiempo ella logró tomar y que dieron resultado”. “Escuchamos principalmente su discurso y ponemos en el centro siempre su voluntad, lo que está viviendo, lo que desea hacer, la vamos asesorando respecto a las acciones posibles a tomar y acompañando en esa reflexión”, agregó.

Fontán remarcó que la mujer “puede llamar las veces que lo desee” y puede hacerlo de forma anónima, si así lo requiere. Sólo se le pedirá sus datos personales si se encuentra en una situación de riesgo y es necesario “generar las coordinaciones institucionales necesarias, por ejemplo, con la Policía o con centros de salud”, especificó la coordinadora, y aclaró que eso siempre y cuando la mujer dé su consentimiento.

¿Cómo acceder al servicio?

  • Desde teléfonos fijos: 0800 4141
  • Desde celulares: *4141
  • Las mujeres sordas mediante videollamada al 092 626 928 (de lunes a viernes, entre las 09.00 y las 14.30)

En cifras

En sus primeros 27 años de funcionamiento (de octubre de 1992 a julio de 2019), la línea atendió 141.934 llamadas, según los datos aportados a la diaria por la División Asesoría para la Igualdad de Género de la IM en respuesta a un pedido de acceso a la información pública, que aclara que las cifras presentadas hasta diciembre de 2000 refieren a llamadas realizadas únicamente en Montevideo. Son, en promedio, 5.256 consultas por año. El número más bajo de ese período se registró en 1993 (el primer año completo de funcionamiento), con 4.072 llamadas, y el más alto en 2009, con 6.487.

Por otra parte, entre 2020 y 2023, ya en la órbita de Inmujeres, el servicio recibió 46.582 llamadas, es decir, un promedio de 11.645 por año, de acuerdo con datos de la institución a los que accedió la diaria en respuesta a otro pedido de acceso a la información pública.

El salto en el número de llamadas que aparece entre 2019 y 2020, cuando el servicio pasó a la órbita de Inmujeres, puede deberse a múltiples factores, que van más allá de los posibles cambios en la manera de registrar y sistematizar los datos entre uno y otro organismo. Uno de los motivos es el impacto de la pandemia, que disparó las consultas en 2020: ese año hubo 13.459, el número más alto desde que se creó la línea telefónica.

“El confinamiento recrudeció ciertas situaciones de violencia por la propia dinámica de los hogares y eso seguramente haya repercutido en el aumento de las llamadas”, señaló a la diaria la socióloga Natalia Reyes, responsable del Sistema de Información de Género de Inmujeres, encargado de sistematizar todos los datos estadísticos del sistema de respuesta.

La pandemia, a la vez, motivó nuevas campañas de difusión del número (en aquel momento era frecuente ver el spot en la televisión), lo que hizo que llegara a más gente, incluso dentro de los hogares.

Hay además una cuestión cultural: a lo largo de los años, y en gran parte gracias al esfuerzo del movimiento feminista, la sociedad empezó a reconocer la violencia de género como tal y las mujeres hoy consultan más. “No sólo las mujeres”, aclaró Reyes: el servicio también recibió “muchas llamadas de terceras personas” –sobre todo mujeres, pero no solamente– que “llaman para consultar por amigas, por vecinas, porque creen que sus hijas están en un vínculo violento”.

Por otra parte, la socióloga recordó que, debido a la emergencia sanitaria, en julio de 2021 Inmujeres también amplió el horario del servicio telefónico, que pasó a atender las 24 horas, los 365 días del año. Hasta ese momento, la línea funcionaba de lunes a viernes de 8.00 a 0.00, y sábados y domingos de 8.00 a 20.00. Al mismo tiempo, aumentó la cantidad de técnicas –que pasó de ocho a 11–, por lo que “se cubren más turnos” y “muchas veces se solapan en los momentos de mayor demanda, entonces podés atender más llamadas”, resaltó Reyes.

Las que llaman

El Sistema de Información de Género de Inmujeres se encuentra trabajando para poder tener un perfil sociodemográfico de las llamadas que llegan al 0800 4141. Si bien es un trabajo que está en proceso, Reyes adelantó, a modo de ejemplo, que en 2020 21% de las llamadas fueron motivadas por situaciones de violencia basada en género u “otras manifestaciones de la violencia basada en género”. El segundo motivo más mencionado fue el asesoramiento psicosocial y legal (11,9%), seguido por la solicitud de información para realizar la denuncia (8%). Las demás razones, que completan una veintena, se agrupan en porcentajes más chicos.

Fontán, por su parte, dijo que “aparecen muchos pedidos de asesoramiento respecto a qué hacer frente a la situación que se está viviendo”, sobre todo en cuanto a si denunciar o no, y aprovechó para recordar que la línea telefónica no recibe denuncias, sino que asesora a las mujeres sobre dónde y cómo realizarlas.

También dijo que, otras veces, llaman porque “están viviendo una situación que les genera malestar en su relación de pareja e identifican niveles de maltrato o situaciones en las que se sienten de alguna manera agredidas, violentadas, pero necesitan poder reflexionar con la operadora sobre si es una situación de violencia o no”. La coordinadora del sistema de respuesta dijo que, cuando quien llama es la propia mujer que está viviendo la situación de violencia, eso “da la pauta de que ya hay algo en ella que está identificando aspectos de lo que tiene que ver con esa relación con la pareja o con la expareja que le están generando malestar y quiere plantear lo que está viviendo para conversar con una operadora especializada. Es decir, cuando llama la mujer, siempre hay una construcción de una demanda”. Esa demanda puede ser más o menos clara, puede precisar más o menos elaboración, pero esa es otra “fortaleza” de la línea telefónica: que la mujer pueda “hacer un proceso con otros tiempos, en los que ella también se va fortaleciendo porque también va identificando la situación que está viviendo e imaginando acciones posibles que pueda tomar a futuro para poner fin a esa situación de violencia”, aseguró.

La dinámica es distinta cuando quienes llaman no son las víctimas directas de violencia, sino personas allegadas, familiares o integrantes de equipos técnicos que necesitan orientación o acceso a determinada información. En estos casos, el asesoramiento “se dirige más que nada a ver qué información poder acercarle [a la mujer] a través de ese familiar o de esa persona allegada, poder también asesorar sobre cómo estimularla quizás a que haga un pedido de ayuda y cómo acompañarla en sus tiempos”, señaló Fontán.

De todas formas, aclaró que “lo que siempre se busca es que sea la misma mujer la que se comunique con el servicio, porque vamos a hacer un asesoramiento y una escucha a la situación que ella está viviendo; ahí la ponemos en el centro a la mujer como una usuaria del servicio telefónico”.

Según la información brindada por Inmujeres, la forma de violencia más denunciada en 2020 y 2021 fue la psicológica (79,3% y 60,4%), seguida por la física (47,2% y 33,2%), la económica (35% y 23,5%) y la sexual (10,7% en ambos años).

La transformación de la violencia

¿Cómo se transformó el fenómeno de la violencia de género en nuestro país durante estas tres décadas de funcionamiento del servicio? ¿Se puede hacer algún análisis al respecto?

Además de identificar “un incremento de la demanda bien importante”, Fontán señaló que, a nivel “cualitativo”, lo que empezó a aparecer en el último tiempo son “formas más crueles de ejercicio de la violencia”, que se identifican en todos los dispositivos de atención de Inmujeres, y no sólo en las llamadas al 0800. “Nos enfrentamos a formas de violencia crudas que viven muchas mujeres y que tienen consecuencias en su salud física y en su salud mental, eso lo estamos viendo a lo largo del tiempo”, especificó.

A su vez, dijo que “preocupa mucho lo que tiene que ver con el fenómeno asociado a otros riesgos en violencia doméstica, es decir, todo lo que tiene que ver con riesgos asociados más al narcotráfico, a las redes delictivas de las que puede llegar a formar parte la pareja o expareja de esa mujer” y que “hace que haya riesgos distintos” que se suman a los asociados a la violencia machista. En esa línea, aseguró que son elementos a “tener en cuenta” desde la institucionalidad para poder “generar estrategias de protección hacia otros riesgos asociados a esas redes de narcotráfico, por ejemplo”.

Por otro lado, Fontán dijo que “esta crudeza en las formas de violencia la estamos viendo en general, a nivel social”, y no sólo contra las mujeres. “Son fenómenos que de alguna manera están muy fuertemente vinculados, y donde claramente las mujeres quedan en un lugar mucho más vulnerable por su condición de mujeres, por estar expuestas a la violencia de ese agresor en particular, pareja o expareja de ella, pero también porque están en entornos donde hay otros riesgos, muchas otras vulneraciones y vulnerabilidades, y justamente es nuestro desafío pensar estrategias de intervención, las tenemos que tener en cuenta para componer o construir con ellas una estrategia de salida”, sintetizó.