El Frente Amplio asumió el gobierno en marzo con la promesa de “fortalecer el Sistema Nacional Integrado de Cuidados [SNIC], garantizando la intersectorialidad como característica intrínseca de la política de cuidados”, desde una perspectiva de género y de derechos, y con el horizonte en la corresponsabilidad, según se lee en las bases programáticas para 2025-2030. Desde entonces hubo algunas señales que muestran, por lo menos, cierto interés en jerarquizar el tema: la inclusión de los cuidados como uno de los cuatro “ejes prioritarios” del diálogo sobre seguridad social es un ejemplo.

También, en un esfuerzo conjunto del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) y el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), se elaboró una propuesta para incluir cláusulas de “corresponsabilidad de género en los cuidados en el ámbito laboral” en la negociación colectiva. El tema se inmiscuyó en la agenda de cara al Presupuesto, que entre otras cosas contempla la separación de las secretarías de Cuidados y Discapacidad, fusionadas durante el período pasado.

Otra señal, más bien simbólica, fue la representación que tuvo Uruguay en la XVI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, que se realizó entre el 12 y el 15 de agosto en Tlatelolco, Ciudad de México, y puso el foco en la “sociedad del cuidado”. La delegación uruguaya estuvo integrada por 30 personas, entre representantes del gobierno, de distintos partidos políticos, de la academia y de la sociedad civil, y fue encabezada por la vicepresidenta de la República, Carolina Cosse.

La conferencia se desarrolló pocos días después de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) sentara un precedente clave en la región al reconocer por primera vez, por medio de una opinión consultiva, que el cuidado es un derecho humano autónomo y que, por lo tanto, todas las personas tenemos derecho a ser cuidadas, a cuidar y al autocuidado.

La secretaria nacional de Cuidados y Discapacidad, Susana Muñiz, y la directora de Inmujeres, Mónica Xavier, formaron parte del grupo que viajó a México. De vuelta en Montevideo, las jerarcas conversaron con la diaria sobre la incidencia de estos hitos regionales en nuestro país, las acciones prioritarias en materia de cuidados para el quinquenio y qué hace falta para que demos el salto definitivo a una verdadera sociedad de los cuidados.

La agenda de cuidados ha estado bastante movida en las últimas semanas. ¿Cómo sintetizarían las acciones implementadas en la materia en estos casi seis meses de gobierno?

Muñiz: La primera cuestión es que las organizaciones de la sociedad civil reclamaban los ámbitos de participación y la transparencia en la información. Así que, desde que asumimos, convocamos al Comité Consultivo de Cuidados una vez al mes, se reunió la Junta Nacional de Cuidados y se acordaron algunos proyectos, entre otros, el que mandó el Poder Ejecutivo para separar las secretarías de Cuidados y de Discapacidad, que se unieron en el anterior gobierno, algo con lo que las organizaciones no están de acuerdo. Además, se ha trabajado muchísimo con las trabajadoras, cuidadoras, asistentes personales, y ahora vamos a tener algunas reuniones también con las trabajadoras domésticas, muchas de las cuales hacen tareas de cuidados. Se viene trabajando también con el MTSS para incorporar la temática de cuidados en la negociación colectiva, y en una elaboración de presupuesto donde se toman varios de los puntos que las organizaciones reclaman.

Xavier: Para nosotras es muy importante que el SNIC tenga perspectiva de género, porque cuando pensamos en el derecho al cuidado, a cuidar y al autocuidado estamos poniendo varios temas en evidencia. Por un lado, la necesidad que tenemos en determinadas circunstancias y etapas de nuestra vida de tener esos cuidados, porque somos muy pequeños o porque somos adultos dependientes o porque tenemos alguna situación de discapacidad. Pero ese derecho, a su vez, tiene que efectivizarse no repitiendo la división sexual del trabajo. Es importante que la sociedad entienda que hay un enorme aporte a la economía del país, al producto interno bruto, eso que medimos cómo varía año a año, pero en donde no colocamos cuál es el aporte que hacemos las mujeres con el cuidado. Queremos que eso se visibilice, que se valorice y que encontremos formas de subsanarlo sin seguir poniendo sobre las mujeres la tarea del cuidado. Por eso estamos apelando a la corresponsabilidad en los hogares, redistribuyendo las cargas de cuidado cuando se trata de trabajo no remunerado, pero también haciendo que, cuando es un trabajo remunerado, tenga las condiciones de respeto a un trabajo decente.

En unos días ingresará al Parlamento la Ley de Presupuesto. ¿Cuál fue el pedido para la inversión en cuidados?

Muñiz: El total no lo tengo, pero te puedo decir varias cosas. Lo primero es el artículo de la división de Cuidados y Discapacidad, con la creación de dos unidades ejecutoras. Después el cambio en la gobernanza en el SNIC, en el que se pide la incorporación del Ministerio de Vivienda y el Ministerio de Transporte y Obras Públicas. Luego aparece transparentada la línea de base 2024, porque el problema es que en cuidados se terminó gastando más de lo que estaba presupuestado, porque el presupuesto se había reducido muchísimo. Entonces, primero que nada se transparenta la línea de base y después aparecen algunos incrementos que están vinculados sobre todo a asistentes personales. Está claro que las necesidades son mucho mayores que la cantidad de presupuesto que se nos asigna en un momento en que estamos con un espacio fiscal bastante reducido. Igual tenemos esperanza de que se pueda mejorar.

¿Es decir que el pedido de presupuesto estaría más que nada enfocado en reforzar la cantidad de asistentes personales?

Muñiz: Sí. Nosotros asumimos con una lista de espera de 7.500 personas para asistente personal, y seguimos funcionando con el presupuesto del año pasado. Pudimos asignar unos pocos asistentes personales más, pero no cambia esa lista de espera que sigue siendo espantosa en cantidad.

¿Qué va a pasar con las direcciones y los equipos de trabajo de las secretarías de Cuidados y Discapacidad una vez que se concrete la separación?

Muñiz: Cualquiera de los dos necesita reforzar el número de funcionarios, particularmente Cuidados, que pasó de tener 75 funcionarios en 2019 a 31 cuando nosotros asumimos. Yo sé que la gente se queja porque nadie atiende el teléfono, y el problema es que pasamos de tener diez personas que se dedicaban al Portal de Cuidados [la puerta de entrada al sistema] a una cuando llegamos. Son dos equipos con gente muy capacitada, muy comprometida, pero cualquiera de los dos necesita refuerzos en cantidad de personas.

¿Qué pasa con el pedido de presupuesto en el caso de Inmujeres?

Xavier: No estamos teniendo una previsión presupuestal para cosas que tengan que ver con los cuidados porque, en ese caso, planificamos de la manera más en sintonía posible entre ambas direcciones. Lo que sí creemos es que el SNIC tiene que estar atravesado por la perspectiva de género, y esa es nuestra preocupación. El instituto, en materia de rectoría, prácticamente no tiene presupuesto. El presupuesto del instituto va dedicado a la atención en los servicios de respuesta a la violencia basada en género. Es un presupuesto que tiene un espacio fiscal muy reducido y, por tanto, más allá de reconocer el sinceramiento de la línea de base presupuestal, seguramente no vamos a tener las posibilidades de expansión que pretendíamos y que tienen prioridad en materia de respuesta a las situaciones de violencia, que en nuestro país son un tema extremadamente complejo.

Bueno es decir que en esa rectoría hemos estado trabajando de la manera más conjunta y por eso, por ejemplo, con el MTSS se diseñaron una serie de cláusulas de género dentro de las cuales el cuidado tiene una prioridad, y allí necesitamos que se le dé un nuevo impulso. Los centros Siempre son una realidad que ojalá podamos potenciar, porque dan cuenta del papel que tenemos cada uno en esta sociedad, que como acaba de definir la XVI Conferencia Regional de la Mujer, tiene que ser el paradigma hacia el que vayamos: una sociedad de los cuidados. En ese sentido, hemos pasado de la economía de los cuidados, que era ya un avance en el sentido de decir que los sistemas de cuidados tienen que ser sustentables y sostenibles, a concebir que hay un rol del conjunto de la sociedad. En Uruguay asistimos a un envejecimiento y a una caída de la natalidad, por lo que multiplicar dispositivos que ayuden a un envejecimiento activo y de calidad es clave para que el conjunto de la sociedad se vea convocado a trabajar en esta sociedad del cuidado. No hay país que se desarrolle si las mujeres seguimos estando postergadas en la vida laboral activa o teniendo que elegir empleos de menor calidad para poder ingresar a ese mercado de trabajo. Seguimos multiplicando jornadas de trabajo remunerado y no remunerado, y también seguimos sin convocar a los varones a participar en la corresponsabilidad en el hogar.

¿Qué pasos hay que dar para que Uruguay dé ese salto hacia una sociedad del cuidado?

Xavier: El cambio cultural es clave. Tenemos que pensar que la sociedad se va a desarrollar si todas y todos tenemos acceso, por ejemplo, a participar en la producción, en la investigación, en las tareas que son esenciales para ese desarrollo. Entonces, hay que convencerse de que el cuidado necesita de un financiamiento que lo haga posible, porque es un engranaje de ese crecimiento y de ese desarrollo. Sensibilizar al conjunto del sistema político, pero también a la sociedad para que reclame el derecho al cuidado, es lo inicial.

Muñiz: Hay algunas tareas concretas que se pueden hacer. Para empezar, en esto del cambio cultural, en períodos anteriores se ha trabajado en lo que se llaman las “parentalidades comprometidas”. Algunos centros Siempre y los CAIF han trabajado muy fuertemente con este enfoque: por ejemplo, en el caso de que un niño se enferma, no llamar siempre a la mamá y llamar al papá, hacer talleres con ellos, reclamar la presencia tanto de madres como de padres en las reuniones. Nos parece importante seguir trabajando en esa línea. Por otro lado, el tema de las licencias parentales y no licencia maternal o paternal, porque siempre termina siendo una licencia maternal en la que, si hay alguien a quien no beneficia, es a la madre. Entonces, hay que pensar por separado licencias maternales y licencias paternales, cada uno haciéndose cargo. Hay mucha cosa para trabajar en ese cambio cultural, que se viene procesando pero de forma muy lenta. Algunas experiencias como estas de parentalidades comprometidas demostraron que a las mujeres les saca la recarga de trabajo de cuidado, pero a la interna del hogar todavía no cambia quién es que cuida cuando se llega a la casa. Hay que trabajar mucho más en todo esto y tener un sistema potente, que dé respuestas. Un tercio de las mujeres en América Latina en edad de trabajar no pueden acceder al mercado de trabajo porque se quedan en la casa a cuidar. Es un problema grande, no solamente para las mujeres, sino también para los estados, que se pierden de tener un mercado laboral más activo, porque estas mujeres no pueden trabajar, pero tampoco estudiar o desarrollar un proyecto de vida como merecen.

Acaban de volver de la Conferencia Regional sobre la Mujer en México, que justamente puso el foco en la “sociedad del cuidado”. ¿Cómo fueron esos intercambios con representantes de otros países y cuál consideran que es el aporte de Uruguay?

Xavier: Fuimos como una delegación oficial, con el componente gubernamental, el parlamentario, el de sociedad civil y el académico. Ya en sí esa delegación fue una experiencia muy enriquecedora, que supuso trabajar antes en la preparación y en los aportes que llevábamos a la conferencia, y estamos trabajando ahora, una vez llegadas, para ver cómo bajamos a nuestra realidad lo que allí se resolvió, que fue muy significativo. Pero además este número tan importante demuestra el interés que había por escuchar a los diferentes componentes que constituyeron esta delegación, porque la mayoría de nosotras fuimos invitadas por organismos cooperantes, por diferentes ámbitos internacionales que querían escuchar si Uruguay retomaba una senda de empuje, y lo que dijimos fue que ha habido muchos avances y hay que sostenerlos en este momento en el que las voces que convocan a un retroceso se escuchan con mucha fuerza en el mundo, en la región y también en nuestro país. Uruguay tiene que ir a correr el límite de lo posible, tiene que poder avanzar en esta senda, porque es la única forma en que una sociedad se desarrolle con toda su potencialidad.

Así que participamos en una inmensa cantidad de paneles, mostrando experiencias que fueron vistas con mucha avidez: tener el diálogo social que Uruguay está llevando adelante con la centralidad del tema de cuidados, por supuesto nuestra propia ley [de cuidados] de 2015, pero también la experiencia, por ejemplo, que expuso la exalcaldesa del Municipio B, Silvana Pissano, sobre los dispositivos de cuidado que hay en las facultades de ese municipio, que tienen cupo para las niñas y niños de ese territorio.

Muñiz: Nuestra vicepresidenta también fue a México y allí mismo nos convocó a todas, mujeres de todos los partidos políticos, de la academia, de las organizaciones sociales y del gobierno, a volvernos a encontrar en Montevideo para pensar cómo implementar algunas de estas propuestas que salieron en Tlatelolco. Ya tuvimos, la semana pasada, una reunión en el Palacio Legislativo y allí todas ratificaron su entusiasmo y el compromiso para seguir trabajando juntas, cosa que me parece muy importante. Creo que el hecho de que Uruguay fuera con una delegación encabezada por la vicepresidenta, con la directora de Inmujeres, planteó la relevancia que se le brindó al tema, algo que fue señalado por otros países. Lo importante es ver ahora cómo seguimos trabajando juntas.

A principios de este mes, la Corte IDH reconoció por primera vez que el cuidado es un derecho humano autónomo. ¿Qué significa esta decisión y qué precedente marca para los países de la región?

Xavier: La corte señala al cuidado como un derecho autónomo, pero además vinculado a otros derechos, y rescata el sistema integral como una forma de organizar los cuidados. Uruguay ya tenía su norma de 2015, en la que consagra el derecho al cuidado y lo estructura en este SNIC; por lo tanto, la opinión consultiva de la Corte IDH nos señala que estábamos en el buen enfoque.

En el marco de la conferencia, y en respuesta a un pedido de los organismos que ustedes lideran, Uruguay se incorporó formalmente a la Alianza Global por los Cuidados. ¿Cómo fue ese proceso y qué implica para nuestro país?

Muñiz: Uruguay fue pionero en tener un SNIC y en el reconocimiento del cuidado como un derecho. Sin embargo, durante los cinco años anteriores, cuando se generó esta Alianza Global de los Cuidados [en 2021], otros países de América Latina avanzaron, se incorporaron y Uruguay quedó para atrás –el gobierno, no así la sociedad civil–. Así que, aprovechando esta instancia, y con la firma del ministro de Desarrollo Social, presentamos la nota solicitando la incorporación formal. Creo que esto nos ayuda en múltiples cosas, fundamentalmente en formación, conocimiento de experiencias, intercambio de materiales y de estudios. Además, la experiencia de Uruguay es una de las que se recogen como modelo, porque tiene una serie de dispositivos, por las formas en las que ha trabajado y las poblaciones con las que ha trabajado.

Haciendo un ejercicio de proyección y pensando de acá a lo que queda del período, ¿qué metas esperan que se concreten en materia de cuidados?

Muñiz: En esa sociedad de los cuidados que queremos, lo primero que hay es un seguro que financia los cuidados para todas y todos, al que acceden independientemente de sus edades; acceden porque lo requieren por situaciones que tienen que ver con pérdida de autonomía o porque son muy pequeños o porque son muy mayores o porque tienen determinadas enfermedades. Un sistema de cuidados donde aparecen dispositivos para las personas mayores, desde viviendas con apoyos en las cuales personas mayores puedan vivir solas, pero que tengan sus cuidados, y al que los niños ingresan desde muy pequeñitos. En el caso de las personas mayores, viviendo en su domicilio tanto como se pueda, sin la necesidad de institucionalizar, donde también haya cuidados para las personas con problemas de salud mental. Para eso obviamente faltan años. ¿Qué se puede ir haciendo en estos cinco años? Empezar a planificar ese fondo de financiamiento en el que, como en cualquier cuestión que se va universalizando, van entrando paulatinamente diferentes colectivos, pero pensando en un derecho al que todos y todas puedan acceder, y que además son tan cuidadoras las mujeres como los varones.

Xavier: Yo sueño con que la mayor cantidad de mujeres, y en particular las jóvenes, logren la autonomía económica, la autonomía física y la autonomía de las decisiones. ¿Qué significa esto? Que puedan tener independencia económica para poder resolver un montón de situaciones, que la autonomía física suponga una vida libre de violencia y que la autonomía de las decisiones las haga ser partícipes de donde las cosas se deciden para todas y todos. La sociedad del cuidado no es una utopía, es un proyecto político, cultural y económico que modifica las relaciones de poder, que desmantela la cultura de privilegios, pero no de derechos. Garantiza los derechos para todas y todos, y esas son formas de convivencia más solidarias y más justas. Ese es el norte: buscar caminos de igualdad en donde reconozcamos los impactos diferenciales de las diferentes situaciones y cómo lograr que esa igualdad sustantiva sea una concreción.