Con el objetivo de hacer ciencia aplicada a la vida, el Institut Pasteur de Montevideo empuja una frontera silenciosa: desde el desarrollo de la primera molécula contra la obesidad creada en Sudamérica que ya superó con éxito su fase inicial en humanos, hasta una vacuna innovadora contra la garrapata que comenzará a utilizarse en un plan nacional de control. Al mismo tiempo, startups nacidas en sus laboratorios trabajan en inmunoterapias oncológicas, soluciones para el dolor y herramientas de diagnóstico avanzadas.

El director ejecutivo del Pasteur, Carlos Batthyány, sostuvo, en diálogo con la diaria, que esta etapa marca un cambio de escala para la ciencia uruguaya: proyectos capaces de generar propiedad intelectual, patentes y empresas biotecnológicas que empiezan a insertarse en la cadena global. “Hoy tenemos compañías que desarrollan moléculas, vacunas y terapias que pueden ser soluciones no sólo para Uruguay, sino para el mundo”, afirmó.

Entre esos hitos se encuentra Eolo Pharma, una startup creada por científicos del Pasteur y la Universidad de la República, que llevó una molécula dirigida al metabolismo y la obesidad hasta un primer ensayo clínico en humanos; avances en la investigación sobre la inmunoterapia contra el cáncer; y Xeptiva Therapeutics, que desarrolla nuevas alternativas para el tratamiento del dolor en mascotas. A esto se suma la vacuna contra la garrapata creada en el Pasteur, que ya mostró resultados positivos y comenzó pruebas de campo en coordinación con el Ministerio de Ganadería.

“En este momento está empezando a hacerse el primer ensayo piloto nacional de la vacuna patentada contra la garrapata. Creemos que puede ser una solución no sólo para Uruguay, sino para el resto y para otros países del mundo”, añadió Batthyány.

Resultados

El 16 de junio se confirmó que SANA, la molécula desarrollada para tratar obesidad y diabetes tipo 2, completó con éxito su fase inicial de pruebas en humanos. El compuesto no sólo demostró ser seguro y bien tolerado, sino que redujo el índice de masa corporal y los niveles de glucosa en sangre en las 44 personas que participaron en el ensayo.

SANA estimula el gasto energético del cuerpo en lugar de suprimir el apetito, como hacen otros tratamientos actuales. En laboratorio mostró que preserva la masa muscular magra mientras reduce significativamente la masa grasa. Los ensayos clínicos no registraron efectos adversos graves y arrojaron resultados promisorios de pérdida de peso y mejora de la glicemia.

Por su parte, Xeptiva Therapeutics, empresa biotecnológica uruguaya que desarrolla vacunas para aliviar el dolor crónico en animales, nació a partir de casi una década de investigación en el Laboratorio de Neurodegeneración del Pasteur. Su misión es mejorar la calidad de vida y extender la longevidad de las mascotas mediante inmunoterapias innovadoras. Actualmente desarrolla una vacuna para tratar la dermatitis atópica y otra contra el dolor crónico por artrosis, que podría ser aprobada y comercializada en 2027, convirtiéndose en el primer tratamiento de este tipo a nivel mundial.

En paralelo, la vacuna contra la garrapata –creada mediante herramientas de ingeniería genética– se administra al ganado para generar una respuesta inmune en las vacas. Cuando la garrapata se alimenta de su sangre, ingiere los anticuerpos y ve afectada su capacidad reproductiva (una sola garrapata puede poner entre 2.000 y 4.000 huevos) o incluso muere.

Desde el 24 de noviembre, el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca acompaña el inicio de la prueba a campo de esta vacuna experimental. El ensayo, que se extenderá hasta mayo, abarca más de 4.000 animales en siete establecimientos ganaderos de distintas zonas del país, en el marco del Plan Nacional de Lucha contra la Garrapata.

Asimismo, el instituto consolidó el Centro de Innovación en Vigilancia Epidemiológica (CiVE), nacido durante la pandemia. En 2020, Uruguay no contaba con un espacio capaz de realizar diagnóstico, seguimiento y análisis avanzado de virus y patógenos emergentes. El CiVE surge para llenar ese vacío y articular ciencia y autoridades sanitarias en los ámbitos humano, animal y ambiental, desarrollando métodos innovadores de detección y control.

“Durante la covid entendimos que el instituto necesitaba prepararse para una eventual nueva pandemia. En 2020 no teníamos un centro capaz de hacer diagnósticos en pacientes o de estudiar la evolución de los virus. El CiVE nació para articular con las autoridades sanitarias y desarrollar nuevos métodos de detección de patógenos virales y bacterianos”, explicó Batthyány.

Carlos Batthyány (archivo).

Carlos Batthyány (archivo).

Foto: Federico Gutiérrez

El rol del Pasteur

Batthyány recordó que el Pasteur, en sus comienzos, tuvo el desafío de insertarse en el ecosistema científico que se consolidó tras la salida de la dictadura. “Tenía que comenzar a ser un jugador y ganarse un lugar. Desde 2006 lo viene logrando muy bien”, señaló.

Hace algunos años, las autoridades del instituto comenzaron a preguntarse por qué los países sudamericanos no obtienen grandes ingresos a partir de la generación de conocimiento e innovación. De allí surgió un programa para realizar “pruebas de concepto” y evaluar si Uruguay podía no sólo producir conocimiento original, sino también llevarlo del laboratorio a la vida. “Creo que el instituto ha logrado empezar a hacer una prueba de conceptos”, indicó Batthyány, aunque consideró que aún es temprano para medir el impacto económico del Pasteur.

Hitos

Como hechos más importantes en la historia del instituto, el director del Pasteur destacó que se logró captar científicos no sólo de Uruguay, sino también argentinos y de otras nacionalidades. El 10% del total de científicos que trabajan en el instituto en Montevideo son extranjeros, lo que representa “un primer hito por haber podido abrir las puertas y repatriar jóvenes talentos”, añadió.

Como segundo hito, destacó que el Pasteur logró posicionarse como una “plataforma integradora” con otras instituciones más históricas en Uruguay, logrando que investigadores de otros lugares trabajen de forma “coordinada y armónica”.

“Un tercer hito, muy trascendental, fue la construcción de verdaderas plataformas tecnológicas, que están abiertas para todos los científicos y científicas, no sólo de Uruguay, sino de la región, y que se han mantenido a lo largo del tiempo, durante los últimos 20 años. El instituto ha fabricado servicios de investigación científica avanzada, muy importante; es una inversión muy grande de dinero que se ha hecho”, indicó.

Asimismo, resaltó el nivel de participación científica que se ha generado, ya que el instituto tiene participación en revistas de alto impacto, al tiempo que se ha consolidado como el primer creador de compañías de base científica tecnológica.

“El instituto logró consolidar un primer programa, que se llama Lab+, un creador de compañías de bases científicas tecnológicas, privadas. Se está haciendo con un fondo 100% privado que busca probar que en el país podemos valorizar el conocimiento que estamos desarrollando”, remarcó.

Principales líneas de investigación

Desde su fundación, el Pasteur apostó, a diferencia de los otros 33 institutos Pasteur del mundo centrados en enfermedades infecciosas, por desarrollar investigación sobre cáncer, enfermedades degenerativas e inmunológicas, problemas prevalentes en la sociedad.

El último plan estratégico (2020-2025) definió cuatro áreas de trabajo dentro del enfoque de Una Salud, que integra genómica humana, animal y ambiental. Batthyány señaló que el instituto no “direcciona” la ciencia: selecciona investigadores a través de llamados internacionales y estos generan nuevas líneas de trabajo, todas dentro de las ciencias de la vida.

Batthyány subrayó que los investigadores uruguayos tienen no sólo capacidad para generar conocimiento, sino para crear soluciones concretas. La pandemia lo demostró al derribar una idea instalada: la de que Uruguay no podía desarrollar sus propias herramientas en momentos críticos.

“Si no hubiera habido alternativa, ningún ministro hubiera venido a pedir un kit diagnóstico nacional; hubieran dicho que eso no podía hacerse acá”, recordó Batthyány.

Pero la covid forzó lo impensable: o el país generaba sus propios métodos o quedaba sin respuesta. Los equipos de la Universidad de la República y del Institut Pasteur desarrollaron un test molecular y test serológicos de altísima calidad, comparables a los mejores estándares internacionales. Esa capacidad científica permitió tomar decisiones sanitarias, evitar cierres masivos y enfrentar la emergencia con una autonomía inédita. “Nos hizo entender que lo que hacemos en el laboratorio tiene impacto directo en la vida cotidiana de la gente”, indicó.

Asimismo, dijo que sin financiamiento sostenido no hay ciencia que avance. “Uruguay debe mirar el modelo de los países que no dependen de materias primas y que basan su desarrollo en generar innovación de forma continua”, consideró. En esa lógica, el Pasteur creó el primer fondo de inversión 100% privado destinado a proyectos científicos nacionales, un mecanismo para coordinar recursos públicos y capital privado en torno a la investigación aplicada.

Sin embargo, insistió en que ese impulso empresarial no desvía al instituto de su objetivo central: producir conocimiento. “La valorización del conocimiento es importante, pero nuestra misión es generar más y mejor ciencia. Sólo así puede existir la innovación. Para eso necesitamos más recursos”, concluyó.