El fútbol playa obliga a pasar página rápidamente. El sábado Cerrito salió campeón del Clausura y Malvín perdió esa final. El lunes, los mismos equipos estaban otra vez en la cancha para definir el campeón de la temporada que comenzó el verano pasado.
192 butacas contó el relator de la transmisión de AUF TV, y todas con una persona arriba de ella. Los que no entraron en esas dos tribunas se ubicaron detrás de los arcos, haciendo que el ambiente acompañara una preciosa noche de diciembre, de esas en que sopla el viento justo para que no haga ni frío ni calor.
De un lado, un habitual en estas instancias: con la del lunes Malvín cuenta cuatro finales de las seis ligas que se juegan desde que la AUF se hace cargo de la organización de los torneos locales. Cerrito llegaba por primera vez a esta instancia. Un equipo que fue creciendo año a año, conformado con algunos jugadores con pasado en fútbol profesional, otros que vienen del futsal y sumando jugadores con años de arena.
La final empezó igual que el sábado pasado, con las mismas intenciones de ambos lados, los mismos aciertos y los mismos errores. En uno de esos errores que Malvín cometió, una pelota que quedó corta fue interceptada en la mitad de la cancha por el Pulpo Abad, que la levantó y pegó para abrir el marcador, al minuto de comenzado el partido.
Los goleadores y los goleros tienen algo en común: sus primeras acciones sirven para orejear cómo pinta la noche. Al arquero de Malvín le costaba hacer pie, pero su pivot, el mundialista Andrés Laens, en la primera que tuvo armó una chilena y la puso abajo contra un palo a los 30 segundos del primer gol de Cerrito. La noche le sonreía, al principio.
Llegando a la primera mitad de ese primer tiempo (de un total de tres) sucedió algo que cambiaría la estructura del partido. El arquero de Cerrito, Pablo Torena, levantó la pelota, la dominó un par de veces con el muslo y remató. Un tiro lejano, sin mucho veneno, pero que en vez de encontrar la palma de la mano del arquero rival, encontró un dedo. Pelota que se escapó, gol que se sumó al marcador de Cerrito, dedo que no aguantó más y debió entrar Matías Pérez.
¿Por qué cambió la estructura? Matías Pérez es un arquero atajador, juega menos con el pie que Jonathan Díaz, entonces lo que antes iniciaba con el arquero, ahora debía iniciar con un jugador. Por otro lado, Cerrito es un equipo que remata muchísimas veces al arco, entonces un arquero más atajador podía cambiar las cosas.
El primer tiempo terminó 3-2 para Cerrito. Malvín variaba la composición de su cuarteta constantemente; a veces jugaba con dos pivot, otras con ninguno. A veces salía de tres, otras sólo con dos. Cerrito rotaba menos, acumulando cansancio en sus jugadores pero manteniendo la actitud, el orden defensivo y la generosidad para correr hacia atrás.
Al tercer tiempo el partido llegó 3-3. Cerrito se volvió a ir arriba tras un penal convertido por Gabriel López, pero Malvín empató también de penal, aunque con suspenso: pelota en el palo, rebote con fuerza, Andrés Laens poniéndole el pecho, o la cabeza, o el hombro, y gol. Cerrito cometió más faltas que el sábado y Malvín aprovechó eso.
La copa esperaba
Empate en el tiempo reglamentario y con las piernas cargadas, los pulmones vacíos y la cabeza a mil, los jugadores marcharon a un tiempo extra que es una prueba de resistencia. Nuevamente Laens, esta vez desde un tiro libre en una posición muy incómoda, marcó el gol. Pique en la arena y a cobrar. La noche le seguía sonriendo. Pero este deporte tiene una particularidad: el equipo que recibe un gol puede contestar haciendo otro al momento de sacar. Eso hizo Gonzalo Cazet, que la puso en un ángulo, por arriba del Pampero Sarandí Sobral, el capitán que estaba en la línea.
Sin ganadores en la cancha, hubo que apelar a los penales. El reglamento de la competencia es el previo al último mundial, que marca tres ejecutantes por equipo y no los cinco que se usan ahora. Cada arquero con su librito, cada ejecutante con su rutina. Matías Pérez atajó el segundo penal pateado por Cerrito. Nadie más erró. El último penal estuvo a cargo de Pampero: gol y campeonato para Malvín.
Sobraron festejos, faltó masticar bronca. No se aplicó aquella frase del maestro Tabárez, de ganar sin estridencias y perder con dignidad. Empujones y algo más, sirenas que sonaron, seguridad en la cancha, invitados que no deberían estar en una final de campeonato. Consultados, los árbitros contaron que denunciarán golpes de puño e insultos que pudieron apreciar.
Malvín logró su cuarto título; cada vez que llegó a una final la ganó. Al playero, la playa.
Los goleadores de la final
Malvin
Andrés Laens x3
Gastón Laduche
Pampero Sobral
Cerrito
Pulpo Abad x2
Pablo Torena
Gabriel López
Gonzalo Cazet