“El fanático es el hincha en el manicomio”, redactó Eduardo Galeano en su libro El fútbol a sol y sombra. Hay distintas maneras de expresar el fanatismo, pero todas coinciden en algún punto. La base de la obsesión por la camiseta reside en entregarles la vida propia a los colores, dedicando los días al club anclado en el corazón.
La pasión jamás se pierde, pero el tiempo se esfuma y con él, los recuerdos. Aquellos que encuentran la forma de mantenerlos vivos se ganaron el cielo y la admiración del pueblo futbolero.
Peñarol: la vida por los colores
Leandro empezó a juntar camisetas en 2013 sin un objetivo claro, hasta que la cantidad que acumuló lo hizo considerar una meta, motivada por las ganas de querer tener todas las camisetas existentes del Club Atlético Peñarol.
La modalidad más común es el trueque o la compra y venta de remeras repetidas entre los propios coleccionistas. “Hay camisetas que valen mucha plata. Con una sola construí todo el segundo piso de mi casa, luego la recuperé comprándola en Chile”. La que vendió era de Antonio Tony Pacheco y la que recuperó, de Darío Silva. Leandro aparece en una foto en Venezuela, cuando fue a ver al equipo de sus amores, con esa camiseta puesta rumbo al reconocimiento de la cancha.
Entre el caudal del coleccionista aurinegro se encuentra la casaca que Peñarol ideó para festejar sus 120 años. A partir de ese aniversario, todos los 28 de setiembre el club presenta una camiseta nueva. La de cuando cumplió 120 años es la réplica de la primera camiseta de Peñarol, “es como si fuera la del CURCC, pero conmemorativa”, explica.
Una que tiene pendiente de conseguir es la de 1987: “Las pocas que hay son demasiado caras”.
Entre la montaña de prendas amarillas y negras aparece una que se muestra muy curiosa: una camiseta oficial con un signo de interrogación en el medio del pecho. Peñarol salió al campo de juego con esa casaca durante el Campeonato Uruguayo del 2000 y las empresas tomaron esa acción como una oportunidad de presentarse en la institución aurinegra ofreciendo publicidad. Se trata de una pieza muy particular y deseada por los coleccionistas, ya que es de lo más anhelado: una camiseta sin manchas de empresas.
Los cazadores de tesoros tienen códigos y reglas; las prendas de colección válidas son las que fueron utilizadas por jugadores, es decir, las de utilería. No califican las que se consiguen en cualquier tienda. En este contexto, Leandro tiene una gris que nunca llegó a ser vestida por ningún jugador, porque era un prototipo. Lo mismo sucede con la alternativa de 2018 que tiene cuadrados con copas; salió del Palacio Peñarol, pero no fue el uniforme de ningún partido.
Actualmente Leandro posee aproximadamente 200 camisetas, además de varias prendas de entrenamiento, como pantalones y buzos. Para ir a la cancha se viste con una camiseta diferente cada partido, y a menudo recibe elogios por sus ropas.
Nacional: lo más puro
Guillermo Moratorio colecciona desde 2005. “Para mí la camisa es lo más puro del fútbol; hay canciones que dicen que los jugadores pasan, los dirigentes pasan y la camiseta queda”, sostiene.
En un principio las compraba en tiendas, porque creía que era inviable conseguir camisetas que hubieran sido utilizadas por los jugadores en partidos, hasta que se hizo de algunas y así llegó a un coleccionista de camisetas de Peñarol que hoy en día es colega y amigo, y fue quien lo impulsó a realizar esta actividad.
La más antigua que tiene es de 1904, aproximadamente, pues es muy difícil de determinar. Es la camiseta más antigua de Nacional de la que hay registro. La consiguió en una subasta en Miami con otro colega, donde aceptaron vendérsela porque se presentó con una carta de la comisión de historia del club para que no se subastara y quedara en Uruguay.
Pero la más importante para él es una marca Puma que se utilizó en la final intercontinental de 1988, “porque fue una camiseta que se hizo sólo para ese partido: se elaboró en Japón, pasamos de jugar con Topper a Puma y se hicieron pocas, entonces para mí es como una joyita de la colección”, dice. También tiene algunas del 50 y del 67, cuando Nacional pasó de camisa a camiseta. Ese año jugó la final de la Libertadores.
Actualmente Guillermo es parte de una red importante, porque el hobby se masificó: “La tecnología hizo que se centre en redes sociales o Whatsapp”; hay gente que llega a él por su trayectoria como coleccionista y le ofrece camisetas particulares.
Los más fieles del deporte
Hay una historia que sostiene que el término hincha surgió en Montevideo en el siglo XX. La leyenda dice que Prudencio Reyes, talabartero, trabajó en Nacional en un rol que hoy sería equivalente al de utilero. Entre sus tareas estaba inflar las pelotas que se utilizarían en los partidos. Reyes, además, era fiel seguidor de Nacional, y por cómo alentaba al tricolor los demás espectadores comentaban: “cómo grita el hincha”, “cómo canta el hincha”. Poco a poco, ese término se fue utilizando para denominar a todos los seguidores del fútbol; se fue divulgando hasta que llegó a Argentina, donde terminó de consolidarse, y más tarde se expandió por toda América Latina.
Los dos más grandes del fútbol uruguayo se consideran muy opuestos, y quizás por eso serán eternos rivales. Pero hay algo que tienen en común: el fervor de sus aficionados se destaca por sobre todas las cosas. No porque sean mejores que los demás seguidores del fútbol uruguayo, ni peores, simplemente porque en sus ricas historias la presencia de sus tribunas masivamente pobladas por sus hinchadas ha sido característica.
- Leé más sobre esto: Jorge Fortunato, coleccionista y dueño del museo Uruguayos Campeones