Segunda fecha del Intermedio, segunda vez que Liverpool no pudo ganar, primera vez desde que salió campeón que cedió el liderato de la tabla Anual, que ahora quedó en manos de Nacional.
Aire de cancha
En una pelota quieta, si el arquero sale de su hábitat es por algo muy concreto, muy seguro, aunque seguro esté preso. Más allá de la gran actuación de Agustín Requena, es cierto que en el gol de Gonzalo Carneiro termina siendo clave su salida en falso. El cabezazo del corpulento delantero negriazul era apenas bien dirigido y bien cabeceado como te enseñaban en el baby. Aquello significó el empate de los locales. Previo a eso, Fénix tuvo un momento inspirado que duró unos cinco minutos. En ese lapso, cayó el primer gol del partido, luego de un desborde fulminante de Gustavo Viera, que centró por bajo para que Ignacio Sosa convirtiera.
Todo aquello sucedió entre los 30 y los 40 minutos del primer tiempo. El inicio del partido fue una ceremonia. Un valsecito sin profundidad. Lo más conservador del juego. Todo se rompió con individualidades como la de Viera, a quien le anularon un gol además en aquel paréntesis aletargado del primer tiempo. Cabe rescatar que no tan sólo fue la incerteza de un centro confuso la actuación del arquero de Capurro, sino todo lo contrario. Tapó dos disparos lejanos que fueron avisos, y acompañó uno del Colo Santiago Romero que hubiese sido inolvidable.
En el segundo tiempo los arqueros confirmaron grandes momentos. Requena apurado por Gastón Martirena también desde lejos, y Sebastián Britos en dos oportunidades continuas, un duro disparo de Rodrigo Rivero, y en el rebote, un cabezazo de Thiago Vecino. El segundo tiempo tuvo otro tenor.
Los equipos tuvieron profundidad. Dejaron de lado el estudio, propusieron. El Lolo Estoyanoff estuvo más activo que en el primer tiempo aunque fue quien hilvanó el descuento albivioleta. Los jugadores como Estoyanoff tienen eso, aparecen, desnivelan, se van. Fénix encontró la ventaja en un rebote y fue Andrés Schettino el que la empujó a las piolas. Figueredo no dejó de pedirla nunca, pero la transformación del partido vino del banco de los suplentes. Pablo González, criado en las inferiores del club, aunque despojado en cierto momento a un leve peregrinaje por otro colores, convirtió el empate segundos después de entrar. Suplantó a Romero y cuando ingresó al campo se posicionó al borde del área para esperar el rebote del córner subsiguiente. La pelota le cayó en los pies, controló como los que saben y definió aún mejor. Con sutileza, sin demasiada fuerza, contra el palo más lejano. Una postal.
El segundo tiempo y aquellos diez perdidos del primero justificaron al público que encantó el field de Belvedere. Ya no están las cañas tras la tribuna local para que aparezcan cuando el sol cae enfriando la cancha en la sombra. Ahora se ve la gente. Es bella esa imagen poética de la cancha. No sé si se escribe. Se ve. Hubo un redoblante acalambrando sin cesar. Los de Fénix también hicieron su bardito. Pidieron penal sobre la hora. Pero los campeones del Apertura y el equipo del Ave terminaron por empatar en barrios vecinos.
Detalles
Estadio: Belvedere
Árbitros: Andrés Cunha, Sebastián Silvera, Héctor Bergaló
Liverpool (2): Sebastián Britos; Gastón Martirena, Ignacio Rodríguez, Axel Prado, Federico Pereira; Fabricio Díaz, Santiago Romero (75´ Pablo González), Hernán Figueredo; Gonzalo Carneiro, Thiago Vecino (77´Nahuel Soria), Rodrigo Rivero. Entrenador: Jorge Bava.
Fénix (2): Agustín Requena; Juan Álvez, Guillermo Pereira, Adrián Argachá; Roberto Fernández, Andrés Schettino, Camilo Núñez, Ignacio Sosa; Fabián Estoyanoff, Sebastián de Marco (72´ Bruno Scorza), Gustavo Viera. Entrenador: Ignacio Pallas.
Goles: 30´ Ignacio Sosa (F), 38´ Gonzalo Carneiro (L), 71´ Andrés Schettino (F), 75´ Pablo González (L).