A fines del siglo pasado, Papá Noel decidió enviar a todos sus duendes al seguro de paro y comenzar a encargar a fabricantes chinos los juguetes que entrega a los niños todos los 24 de diciembre. Pero la crisis en la cadena global de suministros llevó al anciano bonachón a reabrir su fábrica de juguetes en el Polo Norte. “Apostar a los juguetes chinos hubiera sido un riesgo muy grande, que yo no estaba dispuesto a correr. Los llantos de un niño de siete años que se quedó con las manos vacías no se pueden consolar con el argumento de que la pandemia provocó una distorsión tan grande en las cadenas de suministros globales que un container proveniente de China puede demorar seis meses más que de costumbre para llegar al Polo Norte. Ante esta situación, me vi en la necesidad de reinaugurar mi fábrica de juguetes”.

La noticia generó diferentes reacciones entre los duendes que habían quedado desempleados por la competencia china. “Yo qué sé, que me vengan a pedir que vaya a fabricar juguetes este año para echarme de nuevo al año siguiente porque la cadena de suministros se recuperó me parece una terrajada”, opinó uno de ellos. Pero para otro de los pequeños ayudantes de Papá Noel la situación “es una oportunidad para demostrarle al viejito que somos capaces de trabajar mejor que los chinos”. “Yo todavía no entiendo cómo hacen ellos para competir, porque nosotros ni siquiera cobramos, así que no sé cómo vamos a hacer. Pero estoy seguro de que podemos superarlos”.