La misión de expertos de la Organización Mundial de la Salud que está trabajando en China para identificar el origen de la pandemia de coronavirus visitó ayer el mercado de Huanan, en la ciudad de Wuhan, donde se cree que se originó el brote. Fuentes del grupo reconocieron que la tarea está resultando bastante más ardua de lo que esperaban, fundamentalmente debido al secretismo impuesto por las autoridades chinas. “Nosotros esperábamos mucho de las entrevistas con los murciélagos del lugar. Por ejemplo, que nos contaran cuándo se empezaron a sentir mal, si les dolían las articulaciones y cosas por el estilo. Pero en las entrevistas sus respuestas son crípticas o nulas. Nuestra teoría es que tienen miedo de hablar”, relató uno de los investigadores.

Otro integrante de la misión aventuró una hipótesis similar. “Sabemos que muchas de las personas que denunciaron que los casos estaban aumentando y se trataba de una enfermedad grave fueron arrestadas o asesinadas. Teniendo en cuenta eso, no es de extrañar que los murciélagos nos miren en silencio o directamente se vayan volando cuando les hacemos una pregunta”.

En el correr de la semana los investigadores planean mantener entrevistas con pangolines, aunque no albergan esperanzas de que les vaya mucho mejor que con los murciélagos. “Aquí hay claramente una imposición del secretismo por parte del gobierno, que no respeta especies. Humanos, murciélagos, pangolines, cerdos: todos le tienen miedo al Partido Comunista”.