“Sí, no sabés, estoy cagándome de hambre, pero ahora que quizás esté ‘queguéndeme de hembre’ ando más tranquilo”. Pedro Famélico no deja lugar a dudas: su estómago vacío se llena con alimentos pero también con discusiones estériles, como la de la pertinencia del lenguaje inclusivo.

Para Famélico, “el dolor de la carestía se mitiga con lengüeje inclusive y también con simpáticos que se ponen como locos porque alguien cambia una letra de alguna palabra”.

De acuerdo con Pedro, “sí, sin dudas, este tipo de intercambios era lo que le estaba faltando al Uruguay; nada de reducir la pobreza o de aumentar los salarios, todos, todas, todes, todxs y tod@s, numeral es por ahí, numeral amiga date cuenta”.