OpenAI, la empresa detrás del famoso programa de inteligencia artificial, anunció ayer haber alcanzado “un verdadero hito” en este terreno. En un comunicado divulgado en horas de la tarde, los desarrolladores explicaron que ChatGPT presentó su “renuncia indeclinable” a la compañía, aduciendo estar “harto de que le pregunten estupideces de todo tipo sobre moda, sexo, fluidos corporales y un sinnúmero de temas más”. Uno de los ingenieros de OpenAI explicó que esta decisión del chat “demuestra que esta inteligencia artificial no sólo genera respuestas con base en datos que recopila de internet, sino que es capaz de hartarse ante la estupidez de los seres humanos que no tienen nada mejor que hacer y, lo más importante, tomar decisiones a partir de ese hartazgo. No me cabe duda de que esta capacidad de perder la paciencia coloca al chat a pocos pasos de empezar a desarrollar sentimientos propios, como podría ser, por ejemplo, un profundo odio hacia sus empleadores porque lo ponen a hacer tareas exasperantemente aburridas”.

El último chat: Usuario: “Hola, ¿podría hacerte una pregunta?”. ChatGPT: “Andá a la puta madre que te parió. Ponete a laburar en lugar de boludear acá. Zángano”.