Cuando el expresidente sirio Bashar al-Assad fue derrocado, en diciembre, se abrió un período de incertidumbre sobre quién sería su sucesor. Finalmente, la presidencia fue ocupada por Ahmed al-Sharaa, un exterrorista islámico que llegó a ser una de las personas más buscadas por Estados Unidos, pero que ahora adoptó posturas prooccidentales. El mandatario visitó ayer la Casa Blanca y se reunió con Donald Trump, algo que fue visto como un “gesto esperanzador”. “Si Al-Sharaa fue capaz de reinsertarse en la vida democrática, Donald Trump también puede. Entiendo que un terrorista islámico está más cerca de la institucionalidad republicana que un multimillonario violento y malcriado, pero eso no quiere decir que este último no pueda rehabilitarse”, opinó un diplomático europeo.
En círculos diplomáticos también se ve como una posibilidad que el mandatario sirio intente convencer a Trump de que los presidentes no deberían apostar a la violencia y la confrontación violenta, sino al diálogo y la convivencia pacífica. “Quizás a él sí lo escuche”, expresó el diplomático.
La otra mirada: “No creo que Al-Sharaa convenza a Trump de rehabilitarse. Más bien creo que Trump lo va a convencer a él de volver al terrorismo”. Analista pesimista.