La familia está reunida en el cuarto de Nurys, alrededor de su cama, donde la pierna derecha, lastimada, descansa al lado de un botiquín con gasas, algodón, alcohol y analgésicos. La herida está destapada: está en la mitad del muslo, mide unos cinco centímetros de diámetro y es redonda, roja y profunda. Todavía sangra, aunque la cosieron el jueves pasado, y Nurys la seca cada tanto por los costados. “Mi pregunta es por qué, por qué me tiraron”, dice la mujer de 45 años, que recibió un disparo de munición menos que letal efectuado por efectivos policiales durante un procedimiento en la esquina de su casa, en el barrio La Boyada, el jueves 16 de diciembre.
Por este caso hay denuncias cruzadas: una de Nurys contra dos efectivos policiales y otra de los efectivos policiales contra la familia de Nurys, por desacato. Fuentes de Fiscalía informaron a la diaria que el caso está en manos de la fiscal María Cecilia Bonsignore, de la Fiscalía de Flagrancia de 11º turno. Según la versión que dio la Policía a la Fiscalía, el enfrentamiento –que terminó con tres lesionados, Nurys y sus dos hijos– se produjo en el marco de la detención de uno de los individuos, con sus familiares, y los funcionarios se vieron obligados a utilizar munición no letal –cartuchos bean bag– para poder llevar adelante el arresto.
El caso fue denunciado ante la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo (INDDHH), a instancias del abogado de la familia, Darío Madeiro, y está en proceso de investigación en ese organismo, según confirmó a la diaria el director Wilder Tayler.
La familia habla de “excesos” en el accionar policial y de falta de proporcionalidad en el uso de la fuerza, por entender que recurrieron a las armas sin haber agotado otras opciones. Según su versión de los hechos, el incidente comenzó cuando Andrés y Franco, de 14 y 16 años de edad, andaban por la calle en bicicleta, el jueves temprano. Andrés es hijo de Nurys y Franco es amigo suyo. Un patrullero los interceptó e hizo que Franco cayera al piso, lo cual generó una reacción de los adolescentes, quienes aseguran que solamente preguntaron por qué habían hecho eso. Los jóvenes fueron retenidos por los efectivos, que siguieron por pedirles sus datos.
“La Policía nos cortó el paso, y se ve que estaba enojado el hombre, ¿o no, Andrés?”, le preguntó Franco a su amigo, que asintió con la cabeza. “Bajó malo, bajó malo. Y empezó hablando mal, y me preguntó la cédula, y le dije que no me la sabía. Me preguntó la edad, le dije que tenía 16, y me pegó: ‘Esto es por no saberte la cédula’, me dijo. Yo no les pude decir nada porque a lo que me pegó acá [se señala el abdomen] me dejó sin aire”, narró.
Según su versión, al ver la escena Kevin, un amigo de los adolescentes, comenzó a filmar con su celular. En una de las grabaciones, a la que accedió la diaria, se observa a los adolescentes apostados contra el patrullero –para ese entonces también estaba Néstor, el hermano mayor de Andrés, que intercedió ante la detención– y a dos efectivos de espaldas. En un momento, uno de los policías se dio cuenta de que lo estaban filmando: “Ponete contra el móvil vos también”, le dice a Kevin, mientras se remanga la camisa y se encamina hacia él. “Yo grabo por la seguridad de ellos”, responde este, y comienza a correr, seguido por el funcionario. La grabación registra varios segundos de la persecución, pero se corta abruptamente.
“Nos dejaron a todos tirados”
Según señalaron algunos de los testigos del hecho, Kevin fue detenido y esposado. Fue entonces cuando Nurys salió de la casa, alertada por su hijo mayor. Nurys se llevó a Andrés –que no estaba esposado, aclaran varios de los familiares– y fue entonces cuando los efectivos acudieron a las armas. “El policía que tiene a Kevin le dice [al otro]: ‘traé lo que ya sabés’. Yo pensé que era la radio, que iban a llamar a apoyo. Cuando veo que saca las escopetas y tira al piso, yo me lo llevo para la casa de la esquina [a Andrés] y le digo ‘¿cómo vas a hacer eso?’. Cuando le dije eso, enganchó de nuevo la escopeta y me dio en la pierna, y me metí adentro de la casa”, relató.
El informe del Instituto Técnico Forense sobre Nurys señala que “las lesiones constatadas fueron provocadas por un traumatismo de tipo contuso, cuyo mecanismo implica que el cuerpo fue golpeado, o golpeó, con un objeto romo”, y que “las lesiones encontradas son compatibles con el relato de la persona”.
El rebote del proyectil hirió en el pie a Andrés. Según la pericia forense, a la que accedió la diaria, como resultado tiene un “hematoma violáceo y pequeña herida costrosa en región externa de pie izquierdo”, que es “compatible con el relato de la persona”. Los funcionarios efectuaron un tercer disparo. Luna, que fue a atestiguar por Nurys, dijo que el proyectil terminó impactando en la espalda de Néstor, el hijo de Nurys, cuando este se cruzó en el camino para abrazarla. La pericia de Néstor también da cuenta de que las lesiones son compatibles con el relato que hicieron ante los médicos forenses.
“Si nosotros fuéramos, como dice la Policía, los agresores, ellos antes de sacar una escopeta y tirar, ¿no tendrían que haber pedido refuerzos?”, analizó la joven. Además, Andrés cuestionó la omisión de asistencia por parte de los funcionarios luego de producidas las lesiones. “Ellos se fueron y nos dejaron a todos tirados”, manifestó. En tanto, Yoana, la mamá de Franco, agregó: “¿Con qué necesidad pegarle a un menor porque no se sabe la cédula? No cabe en ninguna cabeza”, reflexionó. En la misma línea, Luna opinó que se lo podrían haber llevado detenido si precisaban los datos: “No hay necesidad de la violencia”.
Luna conserva tres casquillos y los perdigones que quedaron en el lugar. Criticó que pese a estar embarazada y llevar un niño en brazos, presenciando el incidente, los efectivos no desistieron de disparar. “Ellos no miraban si había niños, que dentro de la casa había; yo estaba con mi hijo en brazos”, afirmó.
“Desacato a la orden policial”
En la declaración que hicieron los policías, a la que accedió la diaria, afirmaron que el incidente comenzó al cruzar la intersección de las calles Muñoz Zeballos y La Boyada, cuando tres “masculinos que se desplazaban en bicicleta y uno a pie” al ver al móvil “comenzaron a insultar”, por lo que decidieron bajar del patrullero para “identificar y realizar registro personal” a los individuos. “En ese momento uno de ellos comienza a filmar la actuación policial cuando se le dice que se identifique y se ubique junto al patrullero” a “efectos de realizarle también a él un registro”. Se describe la persecución que, en parte, quedó registrada en el video, y se señala que termina en su detención “por el desacato dado a la orden policial de identificarse”.
Posteriormente, en la declaración se afirma que salió de la casa “una femenina mayor de edad” que junto a los tres jóvenes “comienzan a forcejear con los actuantes entorpeciendo la labor policial e intentan liberar al detenido mientras se lo trataba de esposar, el cual a su vez estaba en desacato”. Esta situación, relatan, llevó a “hacer uso de la fuerza física para reducir al detenido, y teniendo en cuenta la inferioridad numérica” se tomó la “escopeta cargada con munición menos que letal tipo ‘Bean Bag’ y disparó en dirección a los individuos que intentaban liberar al detenido, efectuando dos disparos”. El funcionario que narra agrega que tomó una segunda escopeta e hizo otro disparo, “siendo esto suficiente para controlar la situación”. Especifica, además, que el tipo de munición utilizada, “tipo ‘Raviol’ o ‘Bean Bag’”, no se utiliza “por rebote, sino que son específicamente diseñadas para su uso al cuerpo”.
Amenazas
La familia coincide en que no hubo ninguna explicación de parte de los efectivos sobre los motivos de la detención, y tampoco documentación que respaldara el procedimiento. “Si ellos venían a detener a alguien tienen que tener un papel, una orden de algún juez o algo para venir a detener a tal persona. Si ellos tienen una hoja de detención, que la presenten”, alegó Yoana, y también cuestionó la forma en que actuaron: “Ellos no pueden venir y bajarse y tirar tiros si vos no les faltaste el respeto, no les sacaste un arma, nada. Eso va en contra de la ley y en contra del trabajo de ellos. Si hay disturbios, la Policía se encarga de llamar refuerzos. La única violencia [en este caso] que hay es la de la Policía contra ellos”, sostuvo.
Por otro lado, aseguraron que Kevin, el único detenido, fue maltratado físicamente en el móvil policial. Afirmaron que “le pusieron una bolsa en la cabeza” y que le hicieron firmar un papel sin que pudiera leer su contenido, alegando que era necesario para su liberación. También lo amenazaron, sostienen. “En el patrullero le dijeron: ‘Si ustedes van a hacer una denuncia no floten de noche, porque yo conozco todo ahí...’”, comenzó Luna, y Andrés complementó la frase: “... y los voy a dejar tirados en una canaleta”. A pesar del miedo a las represalias, el mismo jueves Nurys radicó la denuncia en la Seccional 24ª. Allí, Luna pidió que se hiciera espirometría a los funcionarios, por entender que podrían haber estado alcoholizados o drogados en el momento del procedimiento.
“El porqué de la violencia”
Nurys y su familia decidieron acercarse a la prensa como forma de protegerse de posibles represalias y de visibilizar el episodio. Tampoco descartan otras acciones si no se encuentra una “solución” a nivel judicial. “Si vemos que no hay nada, ahí vamos a armar hasta piquetes, porque esto no puede quedar así”, adelantó Luna, y también cuestionó que los funcionarios no estaban utilizando las cámaras GoPro para dar más garantías a todas las partes. “Si ellos tuvieran la cámara, si es como ellos dicen que nosotros fuimos los que impedimos la detención, tendrían que presentar” las filmaciones, apuntó.
También señalaron que no hubo aviso previo a ejecutar los disparos. “Si sacan la escopeta y dicen ‘mirá que tiramos’, enseguidita nos corremos”, apuntó Nurys, y confesó que “hubiera preferido” que la llevaran detenida “por algo que nada que ver”, a ser herida de esa manera. “La pierna no puedo moverla, no puedo apoyarla porque me sangra”, afirmó.
Todos aseguraron que fue la primera vez que tuvieron un enfrentamiento con la Policía de esta forma. Recalcaron el buen relacionamiento con el barrio y los vecinos, y como prueba de esto último indicaron que desde principios de la pandemia llevan adelante la olla popular Los Vecinos en la parroquia que queda frente a su casa. “No somos malos. Nosotros hacemos cosas para los vecinos”, afirmó Luna. En tanto, Yoana aseguró que este tipo de situaciones –que asoció a procedimientos similares, incluso observados por la INDDHH– mellan la confianza en la institución policial: “Piden respeto hacia ellos, cuando ellos no tienen respeto hacia nosotros. ¿Qué respeto le podés tener a la Policía después de que hacen esto?”, se preguntó.