El capo de la mafia calabresa Rocco Morabito fue detenido este lunes en un hotel de la ciudad brasileña de João Pessoa, en el estado de Paraíba, según informó el diario italiano La Repubblica y confirmaron fuentes del Ministerio del Interior a la diaria.

Las fuentes señalaron que Morabito fue detenido en una operación conjunta entre Interpol Italia e Interpol Brasil, junto con Vincenzo Pasquino, de 34 años, quien se encuentra entre los diez más buscados del Ministerio del Interior italiano.

La detención del líder de la organización criminal Ndrangheta se concretó en el marco de la investigación conocida como Cerbero, que indaga sobre la actividad del grupo italiano en Turín y el tráfico de estupefacientes entre Italia y América del Sur.

La operación fue coordinada entre las fiscalías distritales de Reggio Calabria y Turín. En ella participaron más de 20 integrantes de inteligencia italiana que estaban en Brasil desde fines de 2020 y miembros de los organismos estadounidenses Federal Bureau of Investigation y la Drug Enforcement Administration.

La fuga de Morabito en Uruguay

Morabito se había fugado de Cárcel Central el 23 de junio de 2019, en un episodio que fue calificado como “desconcertante” por las autoridades italianas, que esperaban que se concretara su extradición desde setiembre de 2017.

En la noche de la fuga, Morabito, Ruben Díaz, Matías Acosta y Leonardo Sinopoli accedieron a la azotea de la cárcel, tras romper una ventana y un ducto de ventilación. Desde ahí ingresaron al edificio lindero de Cárcel Central por la ventana de uno de los apartamentos, le pidieron dinero y las llaves a la dueña y salieron por la puerta principal. En la esquina de 18 de Julio y Ejido tomaron un taxi hasta una pizzería en Punta Carretas.

El dueño de la pizzería Eatalian Style los llevó en un Fiat Mobi a la ciudad de Minas y, tras dejar a los acompañantes de Morabito, regresó con el italiano a Punta Carretas. A excepción de Morabito, todos los que participaron en la fuga fueron detenidos. A los tres días, Sinopoli fue encontrado en la terminal de Salto, cuando buscaba un medio para llegar a la frontera con Brasil, mientras que Acosta y Díaz fueron detenidos una semana después en una casa en Minas.

La investigación de su fuga está a cargo del fiscal de Delitos Económicos Ricardo Lackner, quien formalizó por encubrimiento a dos personas que dieron alojamiento a los fugados en Minas. También fue condenado a nueve meses de prisión, por un delito de encubrimiento, el dueño de la pizzería que alojó a Morabito y trasladó hasta Minas a los otros fugados. Pese a indagar a todos los policías que estaban en funciones en la cárcel el día de la fuga, el fiscal aún no logró establecer su responsabilidad.

Una larga y silenciosa estadía

Morabito perteneció a la mafia calabresa entre 1988 y 1994, cuando se radicó con su familia en Brasil bajo el nombre de Francisco Capeletto. Llegó a Uruguay en 2002, luego de unos años viviendo en Pocitos se radicó en Punta del Este y se dedicó al arrendamiento de campos. En marzo de 2017 la Policía uruguaya comenzó una investigación a partir de una reiteración de requisitoria de la Justicia italiana y la información de que podría estar en el país. Así, se encontró la coincidencia entre las huellas de Capeletto y Morabito, quien era uno de los cinco prófugos más buscados por la Justicia italiana.

En setiembre de 2017, tras una discusión familiar, Morabito se registró en un hotel del centro de Montevideo y allí fue detenido con 13 celulares, 20 chips y una pistola automática.

El fiscal de Crimen Organizado Luis Pacheco le imputó tres delitos de falsificación de documento, y se concedió su extradición a Italia. Durante el período de privación de libertad en Cárcel Central, la defensa de Morabito reclamó su liberación por entender que había excedido el período máximo de arresto administrativo y que el proceso de extradición había ignorado que en Italia había sido condenado en rebeldía. En función del artículo 21 de la Constitución, que desconoce el juicio en rebeldía, la extradición debía darse condicionada a que volviera a ser juzgado en Italia, lo que no fue aceptado en el fallo de primera instancia.