El doctor en Ciencias Sociales Jorge Trujillo Bretón participó en la apertura de las IV Jornadas de Estudios Penitenciarios, “Miradas latinoamericanas al pasado y presente de las cárceles”, que se realiza en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República.

Trujillo, de la Universidad de Guadalajara, dijo que profundizó sus estudios sobre el sistema carcelario a raíz del asesinato del hermano de una amiga suya en un motín ocurrido en un centro de reclusión de la zona metropolitana de Guadalajara. “Es doloroso saber que eso sigue pasando y que la utopía carcelaria que viene desde hace siglos sigue fracasando todos los días”, expresó.

Trujillo realizó una presentación sobre el sistema penitenciario mexicano y la prisión conocida como La Escobedo entre 1875 y 1933. El investigador recordó que en la penitenciaría de Puebla se estudiaba el cráneo de los presos que fallecían que no eran reclamados. “Pensar en el atavismo, en la regresión del hombre primitivo, eso se hacía en la penitenciaría de Puebla, que todavía existe”, comentó.

Para Trujillo, un punto muy importante está vinculado a las diferencias sociales y señaló que las personas menores de 30 años eran entre el 75% y el 80% de la población penitenciaria. “Un número muy alto. Creo que esos números se pueden replicar también en nuestros países en este momento. Otro elemento es la pobreza, prácticamente entre 85% y 90% de los reclusos eran analfabetos y realizaban oficios muy humildes, albañiles, herreros, jornaleros [...] jóvenes y pobres. Sigo teniendo la impresión de que ese modelo se repite en nuestras prisiones, no ha cambiado, la utopía carcelaria no sirvió más que para contener los problemas que veían los otros”, expresó.

En esa línea, señaló que las diferencias sociales se replicaban en el sistema carcelario: “Mientras los presos comunes habitaban hacinados las celdillas, supuestamente solitarias, había lugares como especie de pequeños castillos al interior de La Escobedo donde habitaban aquellos reclusos que provenían de las clases altas, con todas las comodidades, y eran servidos por los presos comunes que habían mostrado buena conducta y que no eran un peligro para los presos de procedencia de buena clase social”. También señaló que esos presos privilegiados tenían a su disposición una biblioteca.

Trujillo habló sobre el rol de los bastoneros, una figura que ejercía como colaborador en el orden interno de los establecimientos carcelarios a cambio de privilegios como mejor comida, celdas, reducción de penas o la posibilidad de vender o rentar armas. “Si me preguntan si esta figura persistió dentro de las prisiones mexicanas, yo diría que sí, quizás con otros nombres; incluso en este momento los grupos de poder de los que habla Julio Scherer, son grupos de poder que ejercen el dominio sobre el resto de los presos”, agregó y señaló experiencias de ese tipo de grupos en otras prisiones de la región.

El investigador también se refirió a la situación del departamento de mujeres de la prisión de Escobedo, que estaba a cargo de una “rectora” que elegía a sus “incondicionales”. “Las mujeres tenían distintas funciones, no había talleres para ellas”, señaló y agregó que en ese momento las actividades que realizaban no tenían relación con lo público. “En las casas de recogimiento de Guadalajara ellas cocinaban para los presos varones y cuando eran trasladadas a departamento de mujeres, que no era más que un calabozo grande, una de las primeras tareas que se les da es la de la cocina. [...] Las mujeres llegaban a trabajar hasta 16 horas, tiempo que no trabajaban los hombres en distintas actividades. Tenían un trabajo muy pesado, no había talleres pero sí oficios tradicionales”, expresó.

Las IV Jornadas de Estudios Penitenciarios cerrarán este viernes con diferentes mesas de diálogo en las que se tratarán temas como infancia y espacios de encierro; prisión, orden consuetudinario y sexualidad; saberes penitenciarios: psiquiatría, cultura y legislación; los alcances de la pena. Jaime Saavedra, Abel Pintos, María Elisa Cabo, Lucía Remersaro, Daniel Zubillaga y Carlos Uriarte hablarán sobre la reforma penitenciaria en Uruguay. El cierre estará a cargo de Máximo Sozzo, de la Universidad Nacional del Litoral de Argentina, que realizará una conferencia titulada “Las metamorfosis de la prisión en América Latina”.