Cinco hombres en el entorno de los 30 años golpearon, amenazaron y atropellaron con un cuatriciclo a un joven de 18 años el sábado en Punta del Este porque “creyeron que les había robado”. La Fiscalía Departamental de Maldonado de Segundo Turno, a cargo de Ana Laura Roses, lleva adelante la investigación por este caso. Desde Fiscalía informaron que los agresores están emplazados y serán citados a declarar en los próximos días. La Unidad de Víctimas y Testigos de la Fiscalía trabaja con el joven agredido y su familia brindando apoyo y contención.

El joven estaba vacacionando junto a su familia y fue agredido por sus vecinos, que estaban en la casa contigua. Lo acusaban de haber sido autor de un robo a la casa que alquilaron dos semanas atrás. Cuando confirmaron que no era el presunto autor del robo, le dieron 3.500 pesos por la ropa que le deterioraron.

Tras la agresión, le dijeron a la familia que “iba a perder el tiempo denunciando” porque uno de ellos “es el hijo de un embajador”. El Ministerio del Interior confirmó a la diaria que la denuncia fue radicada. En el Sanatario Mautone de Maldonado constataron las lesiones que recibió el joven.

El joven agredido es hijo de Pablo Romero, profesor de Filosofía, docente de Ética en la Universidad Claeh y actualmente asesor en materia educativa en la Administración Nacional de Educación Pública. Según relató su padre en Agesor, donde es columnista, al joven le gusta el rap y el trap y viste ropa asociada estéticamente a estos estilos musicales, por lo que es común que use gorro de visera y capucha.

“Por ese estilo, anoche cinco adultos de aproximadamente unos 30 años lo golpearon, amenazaron, intentaron subirlo a la fuerza a un auto y lo atropellaron con un cuatriciclo, pues supusieron que era un ladrón que caminaba por la calle con intenciones de robar”, expresó.

El padre del joven agredido explicó que “los agresores, quienes intentaron matar a mi hijo, fueron nuestros vecinos”, que alquilan la casa contigua a la que ellos alquilaron. “Los vecinos adujeron que hace dos semanas alguien intentó entrar a su casa y que cuando vieron a mi hijo caminar con su gorrita de visera por la calle (acababa de salir de nuestra casa alquilada, que es contigua) supusieron que podría ser el sujeto en cuestión (que nunca habían visto, por cierto, pero la gorrita de visera les alcanzó para suponer que mi hijo no era de ese contexto y que por lo tanto era el probable delincuente que venían buscando), y entonces decidieron tomar ‘justicia en mano propia’”.

Según el relato del joven, que forma parte de la denuncia presentada, salió sobre las 20.30 de la casa y a pocos metros de atravesar el portón recibió una patada por atrás. Se dio vuelta y vio al hombre que lo había golpeado, más atrás venían otros tres o cuatro hombres con cachiporras, que lo acusaban “de ser un chorro”.

El joven les dice que vive en la casa de la que está saliendo, pero los agresores le responden que “no mienta” y que “le van a pegar un tiro”. El joven sale corriendo y al llegar a una rotonda es interceptado por uno de ellos que estaba en un cuatriciclo, con el que lo atropella. Producto del impacto y posterior caída, presenta heridas en las piernas y en la espalda. Cuando pudo levantarse, el conductor del cuatriciclo aceleró para volver a atropellarlo. El joven logra eludirlo y corre pocos metros, donde es rodeado por el resto, que estaban a pie. En ese momento se acercó un auto, que producto del estado de shock, el joven no logra distinguir si estaba conducido por uno de los agresores.

Rodeado, les repite que está alojado en la casa de la que lo vieron salir. Pero los hombres lo toman por la fuerza de la ropa e intentan meterlo dentro del auto. El joven logra sacarse el buzo del que lo sujetan y vuelve a correr. Su celular se rompe al impactar contra el piso en el forcejeo.

Vuelve a repetir que es su vecino y resuelven llevarlo hasta la casa para confirmar su relato. “Si no vivís ahí, te vamos a pegar un tiro y tirar en una zanja”, le repiten. Reiteran que están armados y que van a disparar para matarlo.

El joven y los agresores ingresan a la casa, según el padre de la víctima, “violando un espacio de propiedad privada”. Al ingresar, su madre lo reconoce y los agresores justifican que “lo confundieron con un ladrón”. Le devuelven el buzo que le habían sacado y van a buscar el gorro que había quedado a media cuadra. Según el padre del joven, el gorro fue devuelto por el conductor del cuatriciclo, quien le da 3.500 pesos “para que se compre otro gorro”, porque ese “había quedado pisoteado”.

El padre del joven se estaba bañando cuando sucedieron los hechos. Cuando tomó conocimiento, fue a la casa de los agresores y los increpó por la golpiza. Su respuesta fue que “ya le pidieron disculpas”. Cuando el hombre les dice que va a denunciarlos, es que le responden que uno de ellos es hijo de un diplomático, por lo que denunciarlo carecía de sentido.

El padre del joven les plantea que él trabaja como asesor del gobierno, pero que “eso tampoco importa”, porque “existe la justicia y no importa lo que uno sea”. Es empujado para que se retire fuera del predio, porque le plantean que pasar el portón “ya es propiedad privada”.

Luego de llamar al 911, policías se presentaron en el lugar. El conductor del cuatriciclo “reconoce el error en la confusión y se centran en señalar que alguien les había intentado querer entrar a la casa hace poco”, señaló el padre del joven. Al escuchar, su madre reacciona y les plantea que “incluso si hubiera sido efectivamente un ladrón debían llamar a la policía y no hacer lo que hicieron”. Los agresores responden que “si era un ladrón, estaba bien lo que hicieron, que era legal”. El supuesto hurto había ocurrido dos semanas atrás. Antes de retirarse, una mujer policía les dijo a los padres del joven agredido que “hay muchos robos en la zona y que por eso la reacción, que errar es humano”.

Podría haber sido cualquiera de sus hijos

Resolvieron hacer pública la denuncia porque entienden que tiene “un interés que trasciende el interés familiar”. “Mi hijo fue golpeado, acusado erróneamente de ser un delincuente por quienes terminan obrando como tales, amenazado de recibir disparos, ser muerto y su cuerpo arrojado a una zanja, fue hurtado (le robaron su buzo y su gorrita, justamente aquellos elementos que sus agresores dieron por suficiente como para incriminarlo por la apariencia que le daba), le rompieron su celular, intentaron secuestrarlo y lo intentaron matar atropellándolo con un cuatriciclo. Y luego le dieron 3.500 pesos para que se sintiera recompensado y no hablara de la situación. Y yo amedrentado con que la denuncia no tendría efecto alguno pues tenían alguna especie de inmunidad diplomática”, reflexionó el padre del joven en el comunicado que emitió. Y agregó: “Mi hijo podría haber sido cualquiera de sus hijos. Cualquier adolescente que use gorro de visera y capucha. Y que se cruce con sujetos cuya concepción esgrimida es que estaban en lo correcto si hubiese sido el caso de que efectivamente era un ladrón, porque la ley los ampara”.

Cuestionó: “¿Qué nos está pasando como sociedad? ¿Cómo es posible que cinco hombres, una manada de violentos que creen que tienen una ley aparte que les permite actuar como quieran, hagan lo que hicieron con mi hijo de 18 años recién cumplidos? ¿Cómo es posible construir una sociedad sana y segura, donde nuestros hijos no tengan miedo -ese que le ha quedado ahora a mi hijo- de escuchar rap y vestirse con gorrita de visera, so pena de poder ser considerado un sujeto con 'apariencia delictiva' y quedar expuesto a hechos tan graves como los que vivió mi hijo?”.

Finalmente, la familia reclama la revisión de las cámaras de videovigilancia de la zona y una pronta respuesta, “porque ninguno ha sido detenido y están al lado nuestro”. “Esperemos que la justicia actúe pronto, pues tenemos pegados a los agresores y no sabemos cómo podrán actuar, visto lo que ya son capaces de hacer”, concluye el comunicado.