El docente de música Guillermo Freijido fue imputado en 2018 por reiterados delitos de atentado violento al pudor agravado luego de que su expareja lo denunciara por abusar de su hijo de 11 años. Cuando fue detenido, se estaba emitiendo el programa televisivo Masterclass, de Teledoce, en el que tutoreaba clases de niñas y niños, además de desempeñarse como docente en los centros privados Crandon y Elbio Fernández, entre otros.

Tres años antes de ser denunciado por el delito que lo llevó a la cárcel, también había sido denunciado por padres del Crandon por delitos sexuales. Dos alumnos lo denunciaron por abuso sexual en 2014, pero sólo uno continuó el trámite judicial. En aquel momento, el caso se archivó, y fue reabierto cuando el abuso sexual de Freijido contra el hijo de su expareja tomó estado público.

Mientras estaba en arresto domiciliario, Freijido publicó en su cuenta de Youtube DistroKid algunas de sus propuestas artísticas y entre los hashtags de la publicación que promociona el espectáculo están #guillefreijido, #fermataniños y #institutocrandon. El Crandon lo desvinculó cuando se hizo público que había sido denunciado por su expareja por abusar de su hijo.

Freijido estuvo 20 meses en privación de libertad en prisión preventiva. En mayo de 2020 logró pasar a un régimen de arresto domiciliario en la casa de sus padres. Este viernes volvió a la cárcel a cumplir el saldo de su pena, lo que fue criticado por su abogado defensor, Juan Fagúndez, quien dijo que “iba a advertirle a la Justicia”. Freijido fue condenado a cinco años de penitenciaría. La condena fue condenada por un Tribunal de Apelaciones en primera y segunda instancia, también por la Suprema Corte de Justicia tras la presentación de un recurso de casación.

Gúmer Pérez, abogado de una de las víctimas, planteó a Subrayado que “esta es la consecuencia de una verdad que demoró cinco años el proceso”. El abogado recordó que la sentencia fue ratificada en varias instancias. Según Pérez, “no hay más recursos” y las vías procesales se agotaron acá, ya que se ratificó en primera y segunda instancia, y también pasó por casación. “Pasó por 12 ministros y hubo unanimidad en la condena”, sentenció.

“El niño que yo defendí tenía 11 años y ahora tiene 19. En un momento, habló con un compañero al que le pasaba lo mismo. Una familia resolvió llevar el caso a la Justicia y el otro resolvió no hacerlo, para no revictimizar”, indicó.

Sin nombrar al centro educativo, dijo que en aquel entonces “se dio conocimiento al colegio que iban los chicos y el colegio no les creyó”. “Hizo una defensa e intentó hacer una reconstrucción de los hechos”, afirmó Pérez, que detalló que “montaron una escena en que ni los muebles estaban donde estaban”. “Eso cayó, fue una mentira. Los informes técnicos son certeros, robustecen la causa; era muy difícil que estos chicos fabularan con tal saña como pretendía la teoría del caso de esta persona [Freijido], que era que los chicos ‘buscaban a esta persona’”, señaló el abogado de una de las víctimas.

Según Pérez, “esto demuestra que hay que confiar en la Justicia, que a veces tarda, pero llega”. “Cuando tarda es la pesadilla del culpable”, resaltó, y enfatizó en que “estos chicos esperaron con mucha esperanza que la Justicia les devolviera lo que ellos dijeron en primera instancia”.

El abogado repasó una de las partes de la sentencia, en la que dijo que un padre relata por qué resolvió presentar la denuncia. Según afirmó, el niño “le pidió a su padre que denunciara porque si nosotros hubiésemos denunciado y el colegio nos hubiese creído, Fulano no hubiera pasado lo que pasó [en referencia al hijo de la expareja de Freijido].

Sobre el estado actual de las víctimas, indicó que si bien “tienen estrés postraumático, son estudiantes de facultad y tienen una vida ‘normal’”.