El exsenador Gustavo Penadés está imputado con prisión preventiva por más de 20 delitos sexuales. El político nacionalista fue denunciado por abusar, violar, pagarle a al menos diez niños y adolescentes que se animaron a denunciarlo. Fue imputado por 11 delitos de retribución a la explotación sexual de menores de edad, cuatro delitos de abuso sexual especialmente agravados, tres delitos de abuso sexual agravados, violación, desacato, corrupción de menores y atentado violento al pudor.

El Tribunal de Apelaciones de 4º Turno, compuesto por los ministros Luis Charles Vinciguerra, Ángel Cal Shabán y Gabriela Merialdo Cobelli, confirmó la imputación y la medida cautelar para Penadés. También para Sebastián Mauvezín, señalado como reclutador por varias de las víctimas.

De hecho, en la sentencia a la que accedió la diaria se establece que, “en la mayoría de los casos, quien contactaba a los adolescentes, quien los captaba” era Mauvezín, “quien se relacionaba con adolescentes en diversos lugares, o a través de las redes sociales como Instagram o Whatsapp, invitándolos a tener un encuentro con Penadés a cambio de dinero, ofreciendo en algunos casos otros premios, como ser parte de un campeonato de fútbol que en realidad no existía”. Para contactarlos, usaba los servicios de mensajería en modo “efímero” para no dejar huellas.

Uno de los primeros hechos investigados por la fiscalía hasta el momento es el de un adolescente que tenía 17 años en 1999. Es oriundo del interior y estaba en Punta del Este buscando trabajo durante la temporada cuando se cruzó con Penadés en su auto, quien se acercó a hablarle. El adolescente le contó que buscaba trabajo y el político le dijo su nombre, que era diputado y que podía ayudarlo. Lo convenció de subir a su auto y lo llevó al motel Posada de Luna.

Una vez en el motel, Penadés lo obligó a practicarle sexo oral. “Ahí yo ya no quería seguir, me puse mal [...] Sabía que yo era menor porque le había dicho cuando se presentó y le di mi currículum que tenía en la mochila”, manifestó la víctima.

También señaló por qué no pudo cortar con el abuso que estaba sufriendo: “Sentí miedo de cortar, de que se enojara o se molestara si quería bajarme o irme, sabiendo que la persona era un representante, un diputado. El poder político que manejaba era más que el mío, directamente podía ir a una seccional y denunciarme como que lo había intentado robar o lo que fuera, en ese momento estaba pensando eso”, expresó la víctima, que agregó que “no sabía si llamar a mamá, con 17 años y todo lo que eso traería, fueron cosas que me llevaron a seguir y continuar”.

Otra víctima relató que abusó de ella en 2006, cuando tenía 13 años. Mientras caminaba por la zona del Parque Batlle, Penadés se le acercó en un auto y le ofreció llevarlo a su casa. Lo llevó al hotel de alta rotatividad El Edén, le hizo sexo oral y le pidió que lo masturbara.

A la semana le pidió otro encuentro. Pasó a buscar a la víctima y fueron al mismo hotel: “Pero esta vez cuando me saludó lo vi como alborotado, lo vi como desesperado, lo vi transpirado, de una forma muy diferente a lo que fue la primera vez, lo vi como alzado, distinto, bruto [...] un asco bárbaro me dio [...] Cuando entramos al hotel ya se me tiró encima, empezó a darme besos en el cuello de una forma bruta, me empieza a querer sacar la ropa y él ya se venía bajando el pantalón, me tira arriba de la cama y me pone de espaldas para atrás. Acordate que yo lo único que había hecho era sexo oral y nunca había tenido una penetración [...] Se baja la ropa, me saca la ropa, se abre la camisa, me baja el pantalón y el bóxer y yo asumo que él me hizo algo, intenta penetrarme a ‘prepo’, porque me dolió tanto, me dolió que le tuve que pegar un grito, un grito de dolor, de susto, de una forma horrible, me asusté tanto que él se sorprendió al escuchar el grito ese que yo pegué, así que se levantó y se alejó de la cama”.

Otra de las víctimas, que tenía 15 años cuando conoció a Penadés, relató que lo hizo a través de una página de internet. Penadés lo llevó a un hotel. “Una vez allí él trancó las puertas del auto y empezó la extorsión: yo trabajo en el Poder Legislativo, soy una persona de poder adquisitivo... Me empecé a alejar hacia la puerta del auto, pero estaba cerrada. Y arreglé en esa situación de atrapado lo que él me pedía, una felación y penetración”, relató. No le pagó como había sido el acuerdo, sino que le compró una caja de cigarrillos. El adolescente se dio cuenta de que se trataba de una persona conocida, y cuando vio que los casos salieron en televisión remarcó que “con la foto de él bien nítida me di cuenta que era la misma persona. Cuando uno sufre un trauma la cara te queda”.

Algunos de los abusos de Penadés son de larga data, pero otros son más recientes. Una de las víctimas fue abusada en 2021, cuando tenía 16 años. Salía alcoholizado de un baile en Ciudad Vieja y, cuando se dirigía a la parada de ómnibus, Penadés se aproximó y se ofreció a llevarlo. Como estaba borracho, accedió.

“Cuando la víctima se despertó estaba ingresando a un hotel, como dijo en etapa de investigación”, se señala en la sentencia. Lo llevó al Hotel Goes. “El adolescente relata que ya en el hotel se encontraba mal” y que cuando se dio cuenta de “lo que me estaba haciendo yo empecé a gritar y él me ofreció plata, y así como me ofreció plata yo le dije que no, que me quería ir, y agarró y me ofreció más plata y yo le dije que me quería ir, me ofreció 5.000 pesos”, señaló.

“Recuerdo que [...] me bajó los pantalones, y yo me iba a acostar y ahí me di cuenta que me estaba haciendo cosas [...] me quería penetrar [...] me había bajado el pantalón y el bóxer [...] y me agarraba a la fuerza para que me dé vuelta para él penetrarme. Me daba besos en el cuello, me pedía le tocara las caderas. Solo quería penetrarme, fue directo a la penetración, no recuerdo si me puso lubricante”, relató, y agregó que “la plata me la ofreció cuando yo empecé a gritar, yo estaba medio adormecido. Y me dolió cuando estaba intentando penetrarme, por eso empecé a gritar y le pedía me abriera la puerta para irme. Ahí me ofreció 2.000 pesos más. Decía ‘no grites, te doy más plata’, pero yo a la fuerza logré abrir la puerta y me fui corriendo. Él vestía una camisa medio celestita y unos pantalones cremita”.

La intermediación de Mauvezín

En la sentencia se resalta que “cualquier lugar donde se cruzara con adolescentes, era una oportunidad para Sebastián Mauvezín de proponer el negocio de ‘salir con Penadés’ a cambio de un fútbol, de plata, de salir a comer”.

“El imputado Mauvezín captaba víctimas para el imputado Penadés, y lo hacía acercándose a los adolescentes y les proponía, como lo relatan las propias víctimas, ‘si estaban interesados en jugar un campeonato de fútbol’, como forma de atraer la atención de estos, intercambiando los números de sus teléfonos celulares o datos de redes sociales, diciéndoles que si querían jugar al fútbol era necesario previamente un favor: ‘que salieran con Gustavo Penadés’, que él les pagaría, sin dar mayores detalles acerca del fin del ‘encuentro’ en algunos de los casos, y en otros casos expresamente proponiendo a varones menores de edad un intercambio de sexo por dinero”, se indica.

Según explica la sentencia, “el imputado Penadés, para convencer a los adolescentes, no sólo desarrollaba su poder de adulto sobre un niño, la ‘asimetría de poder’, demostraba ser un gran señor como forma de atraer a los vulnerables adolescentes, tenía un auto importante, les ofrecía comida y luego plata a cambio de sexo, precisamente los adolescentes tenían 13 y, otros, 14 años”.

Según el relato de una de las víctimas, uno de los jóvenes a los que sometía Penadés tenía uso problemático de drogas, en particular, de pasta base. Según se relata: “Como él sabía de esa situación, de que ese muchacho estaba en las drogas, dicen que él salía por 50 pesos, le pagaba 50 pesos y siempre lo veías que se estacionaba tipo cerquita, no lo llevaba al hotel ni nada”.

“Para que los adolescentes aceptaran someterse a sus actos sexuales se aprovechaba claramente de sus vulnerabilidades, por eso les ofrecía comida y plata, dado que son adolescentes con recursos escasos. Al llegar próximo al hotel Séptimo Cielo, los hacía sentar en el asiento de atrás o reclinarse para que las cámaras del hotel no captaran con quién ingresaba, dada la minoría de edad de los adolescentes que llevaba en el auto”, se indica.

Se subraya que, en todos los casos, los niños y los adolescentes le dijeron a Penadés su edad, pero la respuesta siempre era “que no importaba, porque le gustaba la carne fresca”.

Una de las víctimas relató haber sido contactada cuando tenía 17 años a través de una página web por Mauvezín: “Era la primera vez que estaba con una persona adulta [...] yo tenía 17 años y era la forma que estaba buscando para solventarme [...] tenía una mala situación económica, no tenía para sobrevivir [...] por eso hacía eso y conocía amigos que estaban haciendo algo similar”.

Después, la víctima fue privada de libertad y tras salir de la cárcel contactó a Mauvezín, quien le pidió fotos de un amigo de él, que tenía 17 años, que lo acompañaría para hacer un trío con Penadés a cambio de dinero.

Otra de las víctimas tiene actualmente 15 años y relató que su contacto fue cuando tenía 13, a través de Mauvezín, quien le ofreció “presentarle un amigo, que era Penadés”. Fueron al hotel Séptimo Cielo. “Él me empezó a tocar, me empezó a tocar las partes íntimas cuando yo le decía que no. Y ahí él me decía ‘dale, dale’, y me empezó a tocar el pene y la parte de atrás. Me empezó a dar besos en el cuello y se masturbaba… lento. Me puso medio nervioso, le dije que no, lo empujaba [...] Me empezó a dar muchos besos así en el cuello, en una tetilla, ta, me tuve que dejar porque no sabía decirle que no, y ta, me hizo oral”.

Según indica la sentencia, “para liberarse de la situación de abuso que habían padecido, el mandato de Penadés era ‘si no querés, me tenés que conseguir a otro amigo’, y de esta forma iban proponiéndose uno a otro entre el grupo de amigos que se conocían del barrio y jugaban juntos al fútbol”.

Consta que, “claramente, al llegar al hotel Penadés les proponía dinero a cambio de actos sexuales, pero si no conseguía la totalidad de actos sexuales, incluida la penetración anal, como quería, no pagaba, o pagaba mucho menos de lo acordado. Y cuando el adolescente, avanzada la relación sexual, se negaba y decía que se quería ir y que no quería continuar”, Penadés le contestaba, exigiendo: ‘[...] si te querés ir me tenés que conseguir a otro amigo’ que también fuera menor de edad, a lo que obviamente los adolescentes accedían contactando a otro de los amigos”.

Una de las víctimas tenía 15 años cuando fue abusada por Penadés, y Mauvezín lo obligaba a reclutar a otros adolescentes para dejar de ser sometido. En su caso, estaban jugando al fútbol en la calle en la zona del Nuevocentro Shopping cuando Mauvezín les ofreció jugar un campeonato de fútbol en una iglesia y así intercambiaron teléfonos.

“Después se puso en contacto por Whatsapp y dijo que había un partido de fútbol, pero que teníamos que hacer un trabajito y nos pagarían 2.000 pesos. El trabajito era salir con Penadés. Nos dijo con un señor que nos llevaba a un hotel; era un hotel por ahí atrás del Antel Arena”, indicó.

Los hechos con estos cuatro amigos, tres de ellos ya los relataron en prueba anticipada y otro de ellos lo hizo en la fiscalía, se dieron de forma similar, y los encuentros siempre se coordinaban a través del imputado Mauvezín.

Una de las víctimas tenía 9 años

Otra de las víctimas de Penadés tenía 9 años cuando ocurrió el abuso. Según se relata: “En ese entonces Penadés había organizado un cuadro de fútbol con los niños del barrio, había comprado camisetas y hacían partidos. Pero, en algunas ocasiones, antes de los partidos Penadés llevaba al niño a su dormitorio, donde lo abusaba sexualmente”.

La víctima indicó que “el loco se sentaba en un sofá chiquito, el cuarto desordenado, me pedía que me sentara en su falda o lo masturbara; él con el pantalón bajo y yo lo mismo. Él se acababa cuando yo lo masturbaba, fueron unas tres veces. Nunca había visto a nadie masturbándose, fue la primera vez, y con esa edad tenía la percepción de que estaba mal, pero yo me decía ‘tendré que hacer esto para jugar al fútbol’”.