Por un lado, la convicción de que la persistencia en la lucha por la memoria, la verdad y la justicia tiene resultados. Por otro, la tristeza de enfrentarse a lo que cuenta la tierra y confirmar, una vez más, la certeza de las denuncias por crímenes atroces y torturas durante la última dictadura. Así podría describirse, de forma muy resumida, el ambiente que se vivió entre familiares de detenidos desaparecidos luego de su visita, este miércoles, al Batallón 14 de Infantería Paracaidista en Toledo, Canelones, para observar el trabajo del equipo de antropólogos que el martes halló restos óseos en una zona del predio militar y obtener más información al respecto.

Aunque ya hubo otros hallazgos, la experiencia “siempre” es como la de la primera vez, expresó Elena Zaffaroni, integrante de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, y afirmó que “es muy emocionante, muy removedor”. “Es la confirmación de que están, de que están ahí, de que están ahí y no los entregan, de que están ahí y no los exigen, pero están ahí y salen a la luz”, expresó. Asimismo, destacó el trabajo “espectacular” del equipo de antropólogos y su “perseverancia”. “No tenemos palabras”, manifestó.

Por su parte, Nilo Patiño, miembro de la misma organización, afirmó que el momento le generó “sentimientos encontrados” y que ver los restos es “muy removedor” para todos los familiares. “Es indescriptible ver cómo un ser humano puede ser enterrado de esta forma, desaparecido, como si se lo hubiese tragado la tierra, literalmente”, expresó. Como han hecho en varias oportunidades desde Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, Patiño reclamó mayor esfuerzo en la búsqueda de restos de los desaparecidos “por el gobierno y por las Fuerzas Armadas”. En esa línea, exhortó a que otorguen información que poseen y señaló que este hallazgo se produjo porque se mantuvo el “patrón de trabajo” de excavar en los predios donde fueron encontrados otros restos.

“No pueden pasar tres años para tener otro hallazgo. Esto hay que solucionarlo de una manera u otra, y sobre todo depende del gobierno, que es quien tiene la responsabilidad de brindar la información y no excusarse en que las Fuerzas Armadas no le dan la información. Porque si no, ¿de qué estamos hablando? ¿Mandan las Fuerzas Armadas o manda el gobierno?”, manifestó Patiño.

Ignacio Errandonea y Alba González, al llegar al Batallón 14 en Toledo.

Ignacio Errandonea y Alba González, al llegar al Batallón 14 en Toledo.

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Un trabajo de perseverancia, lento pero con resultados

Luego de la visita de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, sobre el mediodía se permitió a la prensa el acceso a la zona. El predio del Batallón 14 de Infantería Paracaidista se extiende a lo largo de 410 hectáreas, 32 de las cuales corresponden al área cautelada en donde se buscan restos de detenidos desaparecidos. El ingreso a esa parte del terreno se hace por una entrada lateral a la principal del establecimiento militar; se debe recorrer un camino sin asfaltar de varios cientos de metros, cerca de un kilómetro. A los lados, algunas zonas están cubiertas por vegetación y otras se destinan a actividades militares, como entrenamiento físico.

Al llegar al área cautelada hay un cartel de chapa desgastado donde se lee: “Zona militar, prohibido pasar”, que está enganchado a una barrera baja de hierros y un tronco de madera fino. Detrás, se abre paso otro camino de tierra y hay que caminar unos 400 metros más para llegar a la zona de la fosa donde se encontraron los restos.

Un pozo en la tierra es la forma más sencilla de describir una fosa, pero no quita el impacto de saber que allí se encontró un esqueleto, a entre 20 y 40 centímetros de profundidad y cubierto de “abundante cal” que preservó el “molde del cuerpo”, explicó a la prensa la jefa del equipo de antropólogos, Alicia Lusiardo. La experta señaló que el cuerpo estaba colocado boca abajo y que la cal dispuesta encima “generó un molde” “que permite ver los talones, las piernas, muslos y glúteos”. En ese sentido, señaló que si bien la cal se utiliza para “la destrucción del tejido blando”, a su vez, ayuda a preservar el material genético.

Lusiardo contó que sobre la cal había dispuesta una losa de piedra, ladrillo y arena de entre 1,70 y dos metros de largo. La experta dijo no saber “a qué responde” la presencia de la losa, pero recordó que “se ha repetido en otros hallazgos” de similares características y reconoció que comparte “un patrón con los cuerpos hallados en este predio militar, en el Batallón 13 y en la chacra de Pando”.

Asimismo, señaló que de los hallazgos realizados hasta el momento, este fue el que se encontró a menor profundidad, además de ser el que tenía más cal. Sobre la ubicación del cuerpo, Lusiardo reiteró que estaba a sólo 90 metros de donde se encontraron los restos del maestro Julio Castro en 2011 y a un “poco más” de distancia de los restos del militante del Partido Comunista Revolucionario Ricardo Blanco, hallados en 2012.

La imagen entera estremecía. Alrededor del pozo había tierra acumulada y restos de la maleza que había sido desterrada del predio antes de empezar a excavar. Las lluvias de la noche anterior, que interrumpieron el trabajo del equipo de antropólogos en al menos cinco oportunidades, habían causado que se formara barro. Lo más difícil era mirar dentro de la fosa. Allí, los huesos encontrados estaban dispuestos en diferentes bandejas: partes de los miembros inferiores y superiores, costillas, cintura pélvica y parte del cráneo, que fue el primer hueso identificado y a cuyo lado colocó un banderín blanco. Aún no se había encontrado la mandíbula.

La antropóloga contó que el martes a primera hora, lo primero que se constató con el trabajo de remoción de sedimento de la retroexcavadora fue la “presencia de mucha cal y un cráneo”. En ese momento se detuvieron las tareas con la máquina y se pasó al trabajo manual. El grupo de diez antropólogos se dividió en dos: uno trabajó con lo que estaba dentro de la pala de la máquina y otro se dedicó al trabajo dentro de la “trinchera, para poder identificar la delimitación de la fosa y la orientación del cuerpo”. De esta forma se fueron encontrando más restos.

El equipo continuó con el trabajo durante todo este miércoles para poder remover el 30% restante del esqueleto. Lusiardo señaló que se proponían terminar cuanto antes con este proceso debido a los pronósticos de lluvia, para poder continuar con la identificación de los restos. De los huesos hallados se seleccionarán algunas piezas para enviar a un laboratorio en Argentina, donde se realizará el estudio genético. Obtener esos resultados llevará por lo menos un mes.

“Por ahora no podemos dar más información. Todo lo que tiene que ver con el análisis del perfil biológico, como el sexo, la edad, la estatura y todo lo que es patología y traumatismos, va a ser analizado posteriormente en el laboratorio, una vez que se limpien y acondicionen los restos para poder aplicar los métodos, métricos y no métricos, que nos permiten hacer toda esa determinación”, expresó la experta.

Macarena Gelman en el Batallón 14, en Toledo.

Macarena Gelman en el Batallón 14, en Toledo.

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Asimismo, Lusiardo señaló que no se encontró, por el momento, ningún vestigio de vestimenta u objetos e indicó que se utilizó un detector de metales pero no se encontró ningún proyectil. “Quizás al terminar de bajar la planta y limpiar todo haya alguna novedad”, añadió.

Por último, la experta dijo que para el equipo este hallazgo significa que “la metodología da resultado”, “aunque sea muy lenta”, y remarcó que es “poca” la información con la que trabajan. Este suceso, histórico, para el equipo de antropólogos es también una mezcla de sensaciones y emociones que remiten a la idea del inicio de esta nota: por una parte, el dolor, pero, por otra parte, la perseverancia. La búsqueda va a continuar.

38 horas de trabajo de corrido

En la noche de este miércoles, el director de la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo (INDDHH) Wilder Tayler confirmó a la diaria que se logró extraer la totalidad “de lo que se podía extraer” del esqueleto hallado. “No se puede decir si es la totalidad porque hay una gran cantidad de bolsas de tierra, pero ellos [los antropólogos] se dieron por satisfechos. Lo que estaba allí y era posible desde el punto de vista del material óseo fue extraído, puesto en cajas y trasladado mediante un protocolo de cadena de custodia hasta el laboratorio donde trabajan los antropólogos”, agregó Tyler.

Consultado sobre lo que se hará en la jornada de este jueves, el director de la INDDHH señaló que “es importante” que los integrantes del equipo de extracción descansen, porque “ellos hicieron algo así como 38 horas de trabajo de corrido”. “Va a haber alguien en el laboratorio, quizás se empiece a hacer algún trabajo de clasificación de lo que hay hasta el momento, pero en el batallón el trabajo va a ser mínimo. El lugar está custodiado y se ha retirado el campamento, lo que no quiere decir que se deje de trabajar en ese espacio, porque hay muchísimo para hacer. Hay que seguir buscando, tamizando, explorando para los costados”, concluyó Tayler.