El 1º de febrero de 2022, Nelson Choroszucha entró a la Ancap de La Barra de Maldonado y compró un Johnnie Walker rojo. Sacó la botella de la caja y adentro metió 50.000 dólares en efectivo. Luego le entregó todo al entonces jefe de la seguridad presidencial, Alejandro Astesiano, que lo esperaba afuera de la estación de servicio con otras dos personas.

Había retirado ese monto a pedido de Astesiano y lo hizo durante varios días sucesivos, para no pagar la comisión bancaria, en sucursales de Itaú y el Banco República de Punta del Este. El préstamo, se suponía, era para concretar un negocio inmobiliario por 25 millones de dólares en José Ignacio, en el que también aparecen involucrados un “viejo alemán” llamado Wilfred, un estafador argentino y un exjugador de fútbol uruguayo que vive en Dubái.

Por esa fecha, Choroszucha le entregó otros 6.000 dólares a Astesiano “para un negocio de la seguridad del puerto”. Se los llevó en efectivo al piso 4 de la Torre Ejecutiva, una oficina a la que concurrió “más de diez veces” invitado por el entonces jefe de seguridad presidencial. Además, el empresario de Maldonado entregó a Astesiano y al gerente de Vertical Skies, Mario Panizza, otros 110.000 dólares que pretendía recuperar, con ganancias, en licitaciones de la empresa de militares retirados en la Armada, la Fuerza Aérea y la UTE.

Choroszucha contó estos detalles el martes 25 de julio ante la fiscal de Flagrancia, Sabrina Flores, que lo citó en calidad de testigo en el marco del caso Astesiano. Allí reveló detalles que no se conocían hasta el momento y aportó nuevas evidencias, entre ellas, un chat de Whatsapp con Panizza. En ese intercambio, entre otras cosas, el gerente de Vertical Skies se atribuyó la redacción de un pliego licitatorio en la Armada (ver recuadro) y, ante los pedidos de Choroszucha por recuperar su dinero, le contestó con mensajes en tono intimidatorio, que podrían derivar en una nueva denuncia a nivel penal.

El origen del negocio

La historia, según el relato de Choroszucha, comenzó el 5 de octubre de 2021 en el local de McDonald's de la avenida Millán, a pocos metros de la residencia presidencial de Suárez y Reyes. En esa reunión estaban Choroszucha, Astesiano, tres representantes de Vertical Skies (Panizza, Marcelo Acuña y Aldo López) y la persona que los presentó, que está agendada en su teléfono como Ricardo Poroto Presidencia.

Los militares retirados y Astesiano le explicaron que lo habían citado porque su empresa, MyN Soluciones Globales, era proveedora del Estado y el negocio que tenían entre manos estaba relacionado con licitaciones públicas.

“Me mostraron (facturas) proformas de cosas que ellos (Vertical Skies) supuestamente ya tenían vendidas al Estado. Mochilas, carpas, botas. Y me dijeron que se habían quedado sin plata para mandar pruebas desde Estados Unidos. Primero me pidieron 500.000 dólares, después 250.000 dólares, yo les dije que no tenía esa plata”, contó durante la audiencia en Fiscalía, según consta en el audio al que accedió la diaria.

Panizza le hablaba de negocios por 25 millones de dólares con la Fuerza Aérea y de 750.000 dólares por la venta de un dron para UTE. Choroszucha dudó de la viabilidad de esas propuestas, pero el 8 de octubre, ante la “insistencia de Astesiano”, terminó haciendo un primer giro de 40.000 dólares a una cuenta bancaria de Vertical Skies en Boca Ratón, la ciudad ubicada a unos 70 kilómetros de Miami en la que se fundó la empresa.

“Supuestamente me iban a devolver 3.000 dólares a los 30 días, otros 3.000 a los 60 días, y después el resto de la plata, con una ganancia”, enumeró Choroszucha. Pasó el primer mes, el segundo, y el reembolso prometido no se concretó.

A pesar de eso, Astesiano y Panizza volvieron a pedirle un nuevo préstamo, bajo el mismo esquema: plata que se gastaba en la compra de insumos militares y que se devolvería con ganancias una vez que las licitaciones en el Ministerio de Defensa ya estuvieran otorgadas.

“Lo hice por Astesiano. Él me decía 'sos un gil, no ves quién soy yo, cómo no vas a confiar en mí, por algo estoy acá'. Me metía la pesada”, contó el empresario. Y agregó: “Yo me sentía un rey en la Torre Ejecutiva. (Astesiano) me decía que el presidente Lacalle Pou estaba contento conmigo, me mandaba selfis, me sacaba en auto oficial de la Presidencia”.

Choroszucha recordó ante la fiscal Flores que al momento de firmar el segundo contrato por 70.000 dólares el entonces jefe de la seguridad presidencial lo llevó en auto oficial desde la Torre Ejecutiva hasta una escribanía ubicada a pocas cuadras, en el Centro de Montevideo.

Una vez en la oficina, las condiciones contractuales habían cambiado y el documento establecía, en lugar de la promesa del reembolso, que Choroszucha pasaba a ser parte del negocio, con una participación del 2%. “¿Qué me están haciendo hacer acá? ¿Esto está bien?”, le preguntó Choroszucha al escribano. “Hacé lo que quieras”, contestó resignado el profesional, a quien Astesiano había presentado minutos antes como “escribano de la Presidencia”.

Las amenazas de Panizza y Astesiano

Choroszucha estima que perdió unos 170.000 dólares en estas operativas. Ante la fiscal Flores y su equipo explicó por qué confió tanto en Panizza y Astesiano y cómo llegó a ser amenazado luego de que le exigieran “reserva” sobre los negocios en los que estaban.

“Yo lo hacía por Astesiano, yo confiaba en él. Después, cuando conocí a Panizza, me dio una tranquilidad. Dije 'este loco es un fenómeno', veterano, crack, inteligente, siempre re prolijo. Nunca pensé que me iba a hacer esto, me parecía un tipo excelente, me hablaba recontra bien, súper pausado, inteligente, mucho más que Alejandro. Alejandro era un cabeza de tacho, me metía la pesada y utilizaba al presidente”, expresó.

Luego de que Astesiano fuera detenido, el 26 de setiembre de 2022, Panizza le pidió a Choroszucha que no lo denunciara y le dijo que viajaría desde Estados Unidos a Uruguay para arreglar todo. “Me gritaba que él no era un ladrón, que me iba a pagar”, contó Choroszucha.

Panizza vino a Uruguay en diciembre, cuando tomó estado público que su empresa estaba involucrada en el presunto espionaje a los senadores Charles Carrera y Mario Bergara. En ese momento, Choroszucha incrementó sus reclamos, pero siguió sin cobrar. Además, lo convencieron de no realizar la denuncia e incluso Panizza llegó a pedirle más dinero, ya sobre diciembre de 2022.

“No los denuncié por miedo. Porque (Astesiano) me dijo 'yo no conozco ningún pesado, todos los pesados están en el fondo de la cantera', y Panizza me dijo 'yo tengo varios cadáveres arriba'”, expresó.

El empresario mostró en Fiscalía algunos chats que tuvo con Panizza. En uno de ellos, Choroszucha le reclamó al gerente de Vertical Skies que tuvo que esperarlo más de 20 minutos en una reunión por Zoom. El coronel retirado le contestó: “Si yo te hablara así, Nelson, ¿tú qué me dirías? Conste que tengo 18 cadáveres reales”.

Astesiano, en tanto, le pedía reserva de las conversaciones que tenían: “Una vez, en la Torre, me acuerdo de que me vació el chat. Me dijo 'a ver, mostrame' y pum, me lo vació. Me decía que no podía decir nada a nadie, porque le iban a pedir comisión y no iba a pagar comisión porque era lo justo para nosotros. Me quedé en el molde sin poder decirle nada a nadie lo que estaba haciendo”.

Consultado sobre por qué había confiado tanto en Astesiano, respondió: “No confiaba tanto en realidad, pero me metió tanto la pesada que yo era un nabo, que era un gil, que no me daba cuenta de la plata que iba a ganar, me engatusó. Yo estaba deseando que me llamen (de Fiscalía), yo no quería hacer una denuncia para venir, porque si yo hago la denuncia, después voy a estar nervioso (...) ya me mataron la vida como para todavía vivir amenazado”.

“Lo escribí yo”

Choroszucha contó a la fiscal que le presentaron a Vertical Skies como una empresa que tenía “los negocios más o menos armados”, porque “las licitaciones las escribía Mario” Panizza. “Un día les mandé (una licitación de) unos drones, diciéndoles que estaba esa licitación, que era para la Armada, y me dijo ´Nelson, eso lo escribí yo´”.