El empresario Martín Gorrochategui llegó a Artigas hace aproximadamente un año y se puso en contacto con varios mineros locales que se dedican a la explotación de ágatas y amatistas. A todos les planteó que estaba interesado en invertir en el rubro, por el potencial y el crecimiento que viene mostrando en los últimos años.

Gorrochategui y su socio, Daniel Suárez, terminaron cerrando un negocio por más de tres millones de dólares con Daniel Mosselin, titular de la cantera Santa Elena, ubicada en la zona de El Catalán, a unos 60 kilómetros de la capital departamental. “Ahí están las mejores amatistas de Artigas, y si son las mejores de Artigas, son las mejores del mundo”, aseveró un profesional que lleva años vinculado al sector.

Sin embargo, la empresa de Mosselin, un religioso umbandista oriundo de Uruguayana, estaba en quiebra, con una deuda superior a los 156 millones de pesos en la Dirección General Impositiva y un concurso de acreedores en el Poder Judicial.

Cantera Santa Elena.

Cantera Santa Elena.

Foto: Camilo dos Santos

La asociación empresarial para reactivar la explotación minera en Santa Elena duró poco: a finales de febrero se supo que en ese establecimiento operaba una red de trata de personas que había captado al menos a 34 ciudadanos venezolanos.

El caso, a cargo de la fiscal de Artigas de segundo turno, Sabrina Masaferro, podría tener incluso otras derivaciones. La familia de un empresario uruguayo-brasileño que está desaparecido desde mayo de 2023 se comunicó con Masaferro por una posible conexión con dos de los seis imputados por trata de personas.

Juzgado Letrado de Artigas.

Juzgado Letrado de Artigas.

Foto: Camilo dos Santos

La difusión de estas noticias y el avance de las investigaciones han generado repercusiones entre el empresariado local. Fernando Barrios, secretario de la Asociación de Mineros de Artigas, dijo a la diaria que la primera reacción de la gremial cuando se conoció la imputación por trata de personas fue de “mucha sorpresa”.

“Nunca nos imaginamos que podían estar ocurriendo hechos como los que ahora investiga la Fiscalía. Y después de la sorpresa sentimos mucha indignación”, agregó. En la gremial temen además que a nivel de la opinión pública “se generalice y se involucre a todo el sector”, cuando en realidad se trató de un “hecho aislado”.

“Es un empresario que no era conocido en el sector, es alguien nuevo que apareció. No integra la Asociación de Mineros. Y la cantera en la que inició los trabajos era de otro minero, que tampoco pertenecía a la Asociación de Mineros. Fue socio un tiempo y después se fue, entre otros motivos porque tenía diferencias con nuestra forma de trabajo y por las dificultades económicas que venía teniendo en los últimos años”, sentenció.

Cantera Santa Elena.

Cantera Santa Elena.

La primera referencia que hizo Barrios es a Gorrochotegui, el líder de la organización que investiga la Fiscalía, y la segunda a Mosselin, el titular de la cantera Santa Elena, un empresario conocido en el sector pero que no participa en la asociación.

El secretario de la Asociación de Mineros admitió que esta situación los perjudica, ya que las empresas del sector llevan muchos años “tratando de construir una imagen positiva en la sociedad, siempre trabajando de manera seria”.

Barrios consideró que el sector está “muy fiscalizado” por el Estado, y eso en parte puede constatarse con el hecho de que la empresa denunciada “duró sólo 20 días actuando mal”. “Estamos controlados a nivel bancario, la Dinamige [Dirección Nacional de Minería y Geología] nos controla permanentemente. Lo mismo el BPS [Banco de Previsión Social] y el Ministerio de Trabajo. También nos controla el Servicio de Material y Armamentos [SMA, dependiente del Ejército], y la Dinacea [Dirección Nacional de Calidad y Evaluación Ambiental] hace visitas periódicas para los controles ambientales”, relató.

El Estado, según Barrios, está “presente” en el sector, que además es “fácil de controlar”. “Somos unos 30 empresarios y estamos todos en el mismo lugar, no estamos dispersos. Cualquier inspección recorre todas las canteras en dos días. En otros sectores de la economía es imposible: están más dispersos y desparramados geográficamente. Acá estamos todos juntos”, agregó.

Cantera de amatistas en Artigas (archivo, 2015).

Cantera de amatistas en Artigas (archivo, 2015).

Foto: Camilo dos Santos

Rentabilidad versus “crecimiento sostenido”

En paralelo, según el gremialista, el sector de la minería en Artigas siempre está ávido de nuevas inversiones, ya que es la única forma de extraer las piedras semipreciosas. “Si algo nos falta, es capacidad de inversión. Si la tuviéramos, el sector crecería más rápido y también el número de puestos laborales, los valores de exportación y la cantidad de piedra que se industrializa en Artigas”, señaló.

En este punto es que se encienden algunas alarmas. “Hay que estar alertas para evitar que puedan pasar cosas raras. La asociación no tiene por qué conocer los negocios individuales de cada socio, pero entre nosotros hablamos mucho y nos controlamos. Y cuando hay cosas raras, como sucedió en este caso, obviamente quedamos muy preocupados”, añadió.

Barrios reconoció que esta experiencia generó “preocupación” ante la “posibilidad de que se use el sector para fines ilegales”. “Pero tampoco podemos hacer mucho. Lo único que nos queda es seguir defendiendo lo que hemos hecho hasta ahora con trabajo, cuidando los puestos laborales. Y para eso hay que seguir buscando inversiones”, dijo.

¿Qué tipo de recaudos podrían tomar las compañías mineras de Artigas? Barrios habla desde su experiencia personal: “Yo tuve la oportunidad de hacer negocios con este grupo empresarial que empezó a explotar la cantera Santa Elena. Pero no quisimos hacerlo, entendimos que no estaba dentro de nuestros objetivos. Tuvimos sólo una conversación [con Gorrochategui] y quedó claro que teníamos metas y objetivos distintos”.

Barrios dijo que su empresa tiene una “impronta familiar” y que, en lugar de buscar “la máxima rentabilidad en todo momento”, apuesta por un crecimiento “lento y sostenido, concreto y sólido”.

“Muchas veces eso no se logra solamente con rentabilidad, sino con compromiso con la sociedad. Ese es nuestro desafío: construir algo que valga la pena. Muchas veces aparecen personas que no conocés y de las que no tenés referencias. Ahí tenés que medir los objetivos, y si encontrás coincidencias todo es más sencillo. El sector tiene mucho para crecer todavía, pero no podemos arriesgarnos y tirar todo a la basura, porque esta actividad es muy importante para nosotros”, advirtió.