Luis Parodi recorre el galpón del Espacio de Capacitación y Oportunidades Sociolaborales, donde antiguamente se arreglaban los autos de la Policía, y habla de las potencialidades que tiene ese espacio de 2.000 metros cuadrados, que acondicionó la última administración y que cuenta con un salón para hacer panadería, otro para carpintería, un gimnasio, una radio, un vestuario, entre otros. El novel titular de la Dirección Nacional de Apoyo al Liberado (Dinali) está pensando en lo que se puede hacer en ese edificio, pero sobre todo en todo lo que hay para hacer hacia afuera.

Quiere empezar a traer libros y dejarlos en una mesa en la puerta de entrada, dice que lo ha hecho en todos los lugares por los que ha pasado y que siempre alguien se lleva dos y después trae 20. El educador, que fue reconocido por dirigir hasta 2020 la Unidad 6 de Punta de Rieles, calificada como “modelo”, aceptó el ofrecimiento del gobierno de Yamandú Orsi para liderar la Dinali porque –si bien tiene 74 años y “todo el derecho del mundo de quedarse en su casa”–, después de tanto “acumulado y de tanta cosa dicha”, no podía permitirse no aceptar.

Parodi no reconoce mayores cambios en su rol actual y el que tuvo al frente de la cárcel de Punta de Rieles. “El punto en común es que son las mismas personas, que están en distintas situaciones”, dice. Y agrega que la intención de su trabajo es la misma: “Que esta gente vuelva a ser ciudadana, en el sentido más amplio del término. No en el sentido más controlador del término, sino en el más liberador. Porque considero que esta gente está fuera de la democracia, tanto en derechos como en obligaciones”.

Cambiar el “qué te falta” por el “qué querés”

Parodi cuenta que cuando llegó a la Dinali se encontró con “esta cosa maravillosa que nunca tuve en mi vida para laburar”, en referencia al edificio remodelado, y con un “equipo de gente interesante”. Se adelanta a ser consultado sobre lo que opina de la gestión anterior y dice que le quedaron dos aprendizajes del fútbol marcados para siempre: “Lo que se dice en el vestuario no sale del vestuario, y técnico que se va no habla del técnico que estuvo. Jamás me vas a escuchar hablar del técnico anterior”.

De todas formas, adelanta que se encontró con “una organización que no comparte” y que tiene “todo el derecho a no compartir las líneas y a hacer otras”. “Y vamos a hacer otras”, enfatiza y agrega que están “en el mejor momento, que es el momento del delirio institucional”. “Es el momento más sano, es el que te permite soñar, soñar, soñar y después habrá que bajar eso a tierra”, explica.

Parodi dice que la gente tiene una idea de que las personas que salen de la cárcel “tienen que laburar”, y lo piensan “desde el castigo”. “No funciona así. Voy a decir cosas muy obvias. La gente vive en la cotidiana, no vive en la estratosfera. Si generamos una cotidiana que tenga cultura, confrontación ideológica, discusión profunda, teatro, cine, trabajo, emprendimientos, filosofía, religión, puede ser que logremos que algunas de estas personas vuelvan a ser ciudadanos”, en un “sentido radical”.

Parodi insiste en que es necesario que la Dinali se convierta en “una escuela de democracia, con todo lo que significa: autoridad, reglas, deberes y derechos, resolución de los conflictos, y entonces el laburo hace parte de eso, el estudio hace parte de eso, la sexualidad hace parte de eso”, sostiene.

Otro de los paradigmas desde los que piensa que es necesario trabajar es desde el placer. “Vamos a incorporar el placer como pregunta: ‘¿qué te gusta?’, y vamos a tratar de salir del ‘no tenés’. Hasta ahora le hemos preguntado a la gente: ‘¿Qué te falta?’, y nos hemos suicidado porque le faltan tantas cosas que después no sabes para dónde agarrar. Empecemos con lo que tenés y después vemos a dónde llegamos”, dice.

El director de la Dinali explica que esta gente ha sido vulnerada, pero si los dejamos solos en ese lugar, no hay salida de la cárcel posible. “La gente nace y muere en instituciones, no tenemos otra chance. Podemos cambiar las instituciones, pero en realidad nos atrapan. Yo tengo la sensación de que las instituciones están en una especie de crisis. Hay muchas instituciones donde la gente no quiere estar. La Dinali tiene que ser un lugar habitable. Y cuando digo ‘habitable’, lo digo para nosotros. Por lo tanto, si es habitable para nosotros, deberá ser habitable para vosotros”, explica.

Su trabajo, dice, es generar las condiciones para que se produzcan rebeliones, “las que nos gustan y las que no”. “La gente se resiste a la educación, y cuando se resiste a la educación me está diciendo que es un sujeto de derecho, que no es un objeto. El gurí se resiste a ir a la escuela. Esa resistencia, que es vital, tiene que poder germinar y resolverse de una forma democrática. Esa resistencia tiene que poder, de ahí viene la magia de la educación, transformarse en una cuestión de construcción”, explicó.

Los emprendimientos, un camino a seguir

Unos 60 emprendimientos productivos, impulsados y sostenidos por las personas privadas de libertad, llegaron a funcionar en la Unidad 6 de Punta de Rieles, cuando Parodi estaba al frente. El objetivo era que la cárcel se pareciera lo más posible al “mundo real”.

Ahora, desde la Dinali, Parodi apuesta a que cada persona que salga de la cárcel pueda emprender o impulsar su propia iniciativa. Piensa que la idea puede funcionar porque parte de la base de que en Punta de Rieles “no tenía un peso” y “absolutamente todo salía de ellos”. “Acá tengo la posibilidad [de] que tengo algún manguito y que me lo devuelvan, con los plazos que sean, eso no me interesa; me interesa el ejercicio de la democracia”, insiste.

También dice que eso no implica negar la importancia de la capacitación ni el trabajo del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional. “Lo que pasa es que nos parece que sólo con la capacitación no funciona, porque la gente no es solamente capacitación. Si es un ser humano, generamos condiciones para que pueda transitar con muchas cosas, con trabajo, con capacitación, con estudio, con placer, con teatro, con relaciones humanas potables y diversas. Nadie me puede negar que con esto estoy ofreciendo un poquito más de chance que sólo la capacitación”, valoró.

Parodi quiere que los emprendimientos de las personas que pasan por la Dinali estén en “todos lados” y no sólo ahí. “Vamos a negociar con las alcaldías a ver si conseguimos lugares para poner emprendimientos en los barrios. Y a su vez, vamos a intentar que todas las acciones que podamos hacer, en lo posible, estén ligadas a algún tipo de organización que no seamos nosotros y [así podamos] abrir el juego. Por ejemplo, si en la organización La Vida Vale hay dos lugares, que vayan para ahí, porque nuestra única intención es que esta gente vuelva a ser ciudadana, en el sentido más amplio del término. No en el sentido más controlador del término, sino en el más liberador. Porque considero que esta gente está fuera de la democracia, tanto en derechos como en obligaciones”.

Las instituciones tienen que volver a ser habitables

Parodi explica que las personas que salen “de las cárceles, que son nuestra gente, por mil razones han roto con las organizaciones sociales, que estaban destinadas a hacerlos más humanos”. “Todo lo que la sociedad uruguaya inventó para que fuéramos más humanoides –la escuela, el liceo– ha fracasado con total éxito. Entonces, vuelvo a insistir, el camino es la democracia, el ejercicio de la diferencia, el ejercicio de la asociación, el ejercicio del derecho humano llevado a su extremo máximo, que es el respeto absoluto a la vida. Si la cárcel no respeta los derechos, es muy difícil que esto llegue a buen puerto. Pero, además, cuando yo no respeto los derechos, me transformo en un bicho que no respeta los derechos”, afirmó.

En ese sentido, Parodi sostiene que desde la Dinali se comprometerán a “aportar todo lo que sabemos y todo lo que podamos para que su situación mejore”. “Esto no se puede hacer sin una discusión franca con los conceptos que tiene la gente que está en la cárcel; estoy hablando de los presos. Hay una concepción de que si yo les doy laburo, van a andar. Si fuera así, sería facilísimo. Va más allá de las habilidades, va en que la persona recupere el ser político. Eso quiero”.

Para lograrlo, Parodi entiende que hay que propiciar un ambiente con posibilidades. “Tener alguna posibilidad, tener algún boleto, tener una cosa mínima y razonablemente digna para ofrecer, que la tenemos acá. Tenemos la infraestructura, tenemos gente que sabe y un director loco. En realidad, con todo esto tenemos que construir una dinámica habitable. Nosotros tenemos que volver a plantear el tema de que las instituciones tienen que ser habitables”, sentenció.

El consenso sobre el problema y la necesidad de un acuerdo amplio

Parodi es optimista y cree que están dadas las condiciones para reformar el sistema penitenciario. Siente, en particular, que se ha generado una “cierta conciencia” de que lo que pasa en la cárcel luego se relaciona con la seguridad. “Eso es un tema nuevo en el sistema político, que no lo veías antes. Ahora se entendió, y fueron los delincuentes los que nos enseñaron esto, que como roban adentro y afuera, nos dijeron: ‘Bueno, gente, aprendamos’. Entonces, hay un avance”, afirmó.

Señaló también que nadie le puede negar que “la estrategia de represión ha fracasado”. “Hoy estamos en 16.000 presos, más 10.000 alternativos; estamos hablando de 150.000 personas, que andan en la vuelta, que es mucho, son los hijos, las esposas, las madres, los padres”. Parodi está convencido de que si en las cárceles y en los barrios se “laburara en el sentido de generar mayor democracia”, bajaría a la mitad la reincidencia, que actualmente es de 70%.

“Nuestra propuesta va a buscar aportar algún porcentaje, que vamos a fijar, para decir: “'Tanto porcentaje de los que pasen por la Dinali no deberían volver'. No lo hago para la tribuna, sino que este número me permitirá, cuando fracase, decirme en qué erramos. Tengo que medir mi práctica para no seguir haciendo barbaridades, digamos, o para mejorarla. Entonces ahí creo que hay un ambiente político distinto”, señaló.

“Tenemos que dar una pelea cultural con el simple hecho de pelearnos. Tenemos la ilusión última de convencer a algunos, pero en realidad discutamos, pongamos arriba [de la mesa] las cosas sin mucha triquiñuela, el problema que tenemos. ¿Qué hacemos con 4.000 o 5.000 personas en la calle, gente? Está bravo sacar un rédito de eso”, dice. A propósito, resaltó que comparte la idea del comisionado parlamentario penitenciario, Juan Miguel Petit, de generar un acuerdo “político amplio” y buscar soluciones entre todos en cinco o seis temas. “Tenemos que hacer un compromiso a diez años que diga que nos pelearemos de vuelta para sacar un rédito de eso, hoy no seamos tan mezquinos porque además nos va la vida en esto”, afirmó.

Parodi sostiene que no se trata de salir a decir que mañana no va a haber más gente en la calle, pero sí de plantear soluciones reales. “Yo estoy preocupado y tenemos que hacer algo, porque me temo que el tejido social batllista empiece a resquebrajarse y empecemos a tener situaciones complicadas con gente en calle. Ya hubo un quemado en la Ciudad Vieja, que por estas cosas el destino estuvo conmigo en [la Colonia] Berro”, advirtió

“Nosotros hemos fracasado con total éxito. Hemos aprendido de los fracasos. ¿Por qué esta gente que fracasó no puede aprender? Esa es la pregunta básica. Mi principal aporte es: yo fracasé y aprendí, tú fracasaste y puedes aprender. No sé si esto es muy delirante, pero yo estoy convencido de que es así. Esa es la relación posible con el otro. No soy un triunfador; yo soy un fracasado que trata de aprender de su fracaso”, concluyó.

“¿Cuánto cuesta humanamente?”

El ministro del Interior, Carlos Negro, ha enfatizado en la necesidad de implementar una reforma integral del sistema penitenciario. De lo que se maneja públicamente, y también de lo promovido en el Libro blanco de reforma penitenciaria –que se presentó en diciembre como base para desarrollar políticas de largo aliento–, Parodi dice que los ejes principales “son compartibles” y que “nadie puede dejar de reconocer que ahí hay equipo”.

Sin embargo, él le agregaría “la democracia y la libertad”, pero entiende que es una discusión que ha perdido. “No está planteado que la democracia reine en la cárcel, y digo esto con mucho respeto. No debo tener razón, porque si durante diez años insistís con esto y nadie te da bola, sería momento de pensar que el error es tuyo. Pero por ahora no me convence; no me convence que no pueda haber iniciativa privada de los presos, que no pueda haber emprendimientos, que no pueda haber asociaciones. Dicho esto, me parece una excelente herramienta el Libro blanco y que da los lineamientos para hacer una reforma carcelaria”.

“Quizás en la próxima vida, que yo no voy a estar, se empiece a discutir sobre la democracia, la asociación, con las dificultades que traen. Porque capaz que me dicen: ‘No, con las dificultades que eso trae’, pero hoy también hay dificultades. Hoy tener gente sin colchón, años encerradas, sin ver la luz, sin poner actividades, ¿cuánto cuesta humanamente? ¿Cuánto me cuesta a mí permitir la asociación? No sé. Discutámoslo con pasión y sin ninguna pretensión”, opinó.