Como todos los sábados por la tarde, un grupo de gente se reúne en el salón de té del Nautilus Yachting Club, en torno a la pasión que los une. Sin embargo, este es un sábado especial, como evidencia la torta decorada con el pabellón nacional. Es que entre los presentes se encuentra una campeona del mundo. No habrá recepción oficial ni visita del Poder Ejecutivo: su presencia pasará desapercibida entre los otros clientes y el personal del lugar.
La hazaña se llevó a cabo entre el 9 y el 14 de octubre, cuando tuvo lugar en Asunción del Paraguay el XXI Campeonato Mundial de Scrabble en Español, con casi un centenar de participantes de más de diez países. Allí hubo una competidora que se coronó campeona faltando una partida para el final y con su triunfo quedó primera en el ranking internacional de jugadores. Es uruguaya, por supuesto, y es la protagonista de la celebración con torta y todo.
Selene Delgado recuerda sus comienzos: “Hace unos 17 años que juego. Llegué por intermedio de una amiga que me arrimó al club en ese momento”. Se refiere al Club Uruguayo de Scrabble, la institución que nuclea a los amantes de este juego y que celebra encuentros semanales en Punta Carretas. “Yo sabía que mi amiga iba a jugar al scrabble, pero no sabía lo que era. Le insistía para que me llevara a jugar, pensando que era un juego de cartas. Lo desconocía totalmente. Y ella me decía que no me explicaba de qué se trataba porque no me iba a gustar y no lo iba a entender”.
Entender el scrabble es sencillo. Inventado por un arquitecto neoyorquino en 1938, consiste en formar palabras sobre un tablero, utilizando las siete letras que recibimos al comienzo. Aquellas que coloquemos nos serán repuestas hasta utilizar las 100. Si no podemos formar palabras, podemos cambiar las letras por otras y esperar al turno siguiente.
La primera palabra debe incluir la casilla central y las siguientes deben tener al menos una letra de las palabras anteriores, cruzándose en horizontal o vertical.
El tablero está diseñado con diferentes multiplicadores, que combinados con los valores que tienen las letras, nos darán el puntaje de cada palabra formada, cifra que acumularemos. Al final del encuentro, quien sume más puntos será el ganador. Como Selene en Paraguay.
Ella terminó acercándose luego de escuchar el consejo de un psicólogo. “Me dijo: ‘a vos te haría muy bien jugar’. Así que le insistí y le insistí a mi amiga, hasta que me llevó... y bueno”. En un año ya había ganado el Campeonato Uruguayo.
“Cada jugador tiene su propia estrategia”, agrega, y se atreve a compartir la suya. “Un 80% del juego es la estrategia. Luego, el conocimiento del idioma: cuantas más palabras conocés, más chances tenés de ganar. Y hay un factor de azar, pero considero que es mínimo”. Como en otras disciplinas, la práctica es fundamental. “Lo que más practico es online”, revela, ya que existen aplicaciones y sitios web que permiten jugar en vivo con oponentes reales, desde cualquier rincón del planeta, siempre y cuando esa persona hable español.
Para el mundial, Selene practicó y estudió el diccionario impreso. “Lo tengo como una Biblia”. Eso fue fundamental para quedarse con la corona después de muchos años de arañar el título. “Gané por cansancio, después de 16 mundiales. Siempre entraba en los diez primeros puestos”. Según ella, el mérito es doble. “Difícilmente gane una mujer. La última vez había sido en 2004”. Es que hay más hombres jugando al scrabble, pero a la hora de la competencia, se miden todos juntos.
Consejos para ser un campeón
Al igual que en el ajedrez, hay que aprender a pensar varias jugadas por adelantado. Colocar una palabra en el tablero puede permitirle al oponente cruzar otra que le valga una gran cantidad de puntos. En la bolsa de 100 letras hay una sola q, que es imposible de usar sin tener una u disponible. Para los jugadores, esto es lo más parecido a tener el uno de oro jugando al culo sucio, así que deshazte de esa letra cuanto antes. En muchos casinos del mundo los jugadores de blackjack pueden ser expulsados por contar las cartas. Sin embargo, los expertos en scrabble cuentan las letras y alientan esta práctica. Conforme se acerca el final de la partida, pueden saber qué piezas todavía están en juego y actuar en consecuencia. Hay dos comodines, que son piezas en blanco y pueden ser utilizadas sustituyendo a cualquier letra. Eso sí, una vez que se definió a cuál corresponde, esto no puede cambiarse.
“Se hizo un torneo a 24 rondas”, recuerda. “Y el que tenía más partidos ganados al cabo de esas 24 era el campeón. Yo lo pude ganar anticipado, una ronda antes de terminar el torneo”. Esa penúltima ronda, que la consagró como campeona del mundo hispanoparlante, fue contra una jugadora argentina. “Gané bien. No fue sufrida, igual que en el fútbol”.
La consagración, sumada a los buenos desempeños en torneos anteriores, le permitió quedar en el primer lugar del ranking internacional, que se realiza utilizando un sistema de puntuación similar al de los ajedrecistas. “Se hace un mundial por año. Para el ranking puntúan el mundial y los torneos regionales. Nosotros integramos el Regional Austral, que está formado por Uruguay, Argentina, Paraguay y Chile”, detalla. Su reinado se extenderá al menos hasta el próximo mundial, que será en México sobre fines del año que viene.
Franklin Gamou también integró la delegación uruguaya que fue al mundial. En la modalidad por equipos, nuestro país fue vicecampeón del mundo en una definición para el infarto: empatados con los venezolanos en el primer lugar, hubo que recurrir al cuarto ítem para encontrar al ganador, ya que empataron en partidas ganadas, puntos a favor y puntos en contra. Cree que hay pocos interesados en el scrabble porque no existe una promoción. Y desearía que se jugara en las escuelas, ya que aplica conocimientos tanto de idioma español como de matemáticas, dos de las materias más importantes.
Su llegada a la práctica de este juego fue diferente, y está relacionada con la recomendación de varios médicos, que dicen que puede combatir el avance de la demencia en personas adultas. “Mi madre hoy tiene 96 años. Hace 15 quedó viuda y viviendo sola. Mi hermana empezó a pensar en qué hacer para acompañarla y apareció con este juego. Fue entrar ella y entramos nosotros, porque ella no iba a jugar sola. Ahí me enganché yo”.
Así como el Monopoly tenía versiones libres del pago de royalties, como El Banquero o Banco Inmobiliario, podemos encontrar variantes del Scrabble con nombres como Palabras Cruzadas o Crucigrama. Sin embargo, se mantiene una regla acerca de la validez de las palabras que se forman sobre el tablero que Gamou resume en forma clara y concisa: “Nada que no esté en el diccionario”.
Ahora, ¿qué diccionario? ¿Aquel pequeño con las banderas en la portada que usábamos de niños? ¿Esos diez tomos que decoran las bibliotecas y no se consultan desde la popularización de internet? “La base es el diccionario de la Real Academia Española, con sus actualizaciones”. Su última edición impresa es la 23ª, de octubre de 2014, cuando fue rebautizado como Diccionario de la Lengua Española. Estas actualizaciones se realizan, en promedio, cada diez años. Allí no solamente se agregan vocablos, sino que hay otros que se eliminan. Los buenos jugadores están obligados a repasar estos cambios so pena de dar ventajas al contrincante de turno.
La existencia de un único diccionario aceptado en cada momento hace que no haya dos interpretaciones del reglamento. A diferencia de lo que ocurre en la Asociación Uruguaya de Fútbol, no hay un Daniel Banchero en la puerta del Nautilus transmitiendo la última información sobre fallos y deliberaciones. “Se necesita un metro patrón”, explica Gamou. Existen aplicaciones que comprueban al instante si una palabra forma parte del diccionario, sin tener que manejar pesados volúmenes. Si no está, será declarada inválida aunque sea de uso común. Por más que este jugador se lo toma como un divertimento, reconoce que es una competencia. “Si perdí, me quedo re caliente”. Incluso si es contra la flamante campeona del mundo. “Ella, de 20 partidos, me gana 19. Y me recontra caliento”. Lo alto de la cifra “es lo que te indica que no es azar. Es conocimiento. Hay muchos componentes, pero el que gana es el que sabe más”.
Todos los miembros del club hablan con entusiasmo del juego, pero reconocen la baja cantidad de adherentes y un promedio de edad mayor al que desearían. A la hora de comunicar sus ganas de ampliar el padrón, Gamou confiesa: “Estamos desesperados por que vengan”. Hay un deseo de renovación, que pasa por fomentar entre los jóvenes una actividad que ejercita habilidades fundamentales, que pasa por tener contrincantes diferentes a quienes enfrentar en los encuentros semanales y que pasa, con toda seguridad, por encontrar nuevas Selene que ganen mundiales y miren al resto de los jugadores de habla hispana desde lo más alto de la clasificación.