Después de una suba en el precio de boleto del metro y de varios días de que usuarios evadieran el pago como medida de protesta, el 18 de octubre estallaron en Chile manifestaciones masivas, que incluyeron la destrucción de infraestructura en varias estaciones e incendios en distintas partes de Santiago. El servicio de metro fue suspendido y el presidente chileno, Sebastián Piñera, decretó el estado de excepción en el área metropolitana y encomendó al Ejército el patrullaje de la capital. El toque de queda y la decisión del gobierno de suspender el alza en el precio del boleto no fueron suficientes para terminar con las protestas, que revelaron tener razones más profundas. Al cierre de esta edición, la represión había dejado 18 muertos y decenas de denuncias por violaciones a los derechos humanos.