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Perú tiene el pisco, Uruguay el espinillar y México el tequila. República Dominicana tiene el poder de la mamajuana, una bebida alcohólica que contiene raíces, palos de distintas maderas, hojas y varias especias, como clavo de olor y anís. Toda esta mescolanza consigue despertar emociones fortísimas. En el segundo país más grande del Caribe después de Cuba, se considera a la mamajuana rica en propiedades para el estímulo sexual así como útil para curar cualquier mal, desde un resfrío hasta los dolores de espalda.
Isaías Moreno tiene un puesto callejero en una esquina del Mercado Modelo de Santo Domingo, la capital dominicana, y avisa que su mamajuana “inunda tus venas de potencia”:
—Le echo raíces que dan vigor sexual y ayudan para los riñones. Cualquier mujel que tenga al esposo flojo sólo tiene que comprarme una botella y va a tener que salir corriendo cuando el marido se la beba.
Las botellas o las petacas de mamajuana son un souvenir que todo aquel que visita República Dominicana se lleva de recuerdo para mostrarle al mundo que el mayor poder del hombre sobre el planeta no está en Estados Unidos, sino en una isla caribeña de casi diez millones de habitantes.
La de raíces y cortezas de guayacán, clavo dulce, pega palo, maguey, timacle, marabelí, jengibre, juana la blanca, palo de Brasil, anamú, albahaca, anís, pasas y otros “palos” —como se les llama en Dominicana a esos ingredientes— es la más popular, la que se consigue en la calle y en las ferias.
La mamajuana auténtica es de preparación casera. Los palos y hojas se meten en una botella, después se le pone miel disuelta en vino y se la deja curar alrededor de una semana.
Al cabo de ese tiempo el vino se tira y se rellena la botella nuevamente con miel, pero esta vez disuelta en ron. Es en ese preciso momento en que las ramas y hojas largan toda su esencia sobre el ron, dándole el sabor final.
La primera vez que se rellena la botella no se debe dejar el ron más de 24 horas macerando, ya que enseguida toma sabor y tiende a amargarse, y después la bebida queda con un gusto fuerte a madera que no resulta agradable al paladar.
Existe una versión “gourmet”, elaborada a base de mariscos y moluscos. Esta mamajuana con frutos del mar se prepara llenando la botella con pulpos, calamares, camarones y ostras, y el resto del procedimiento es similar al otro. También hay una que, además de almejas, caracoles, pulpo, cartílago de tiburón y ostiones tiene un ingrediente premium: pene de carey, que es una especie de tortuga marina en peligro de extinción que cotiza alto en el mercado negro.
La mamajuana, que viene en presentaciones similares a las del ron dominicano, es una costumbre de hace poco más de una década, aunque la mayoría mantiene la tradición de comprar la botella panzona y “elaborar” su propio “elixir del amol”.
Los dominicanos están convencidos de que el efecto de las ramas puede durar unos 20 años, por lo que uno puede estar bebiendo mamajuana casi hasta la vejez.
La promoción de la mamajuana está pensada para el vigor masculino. ¿Qué hay de las mujeres? Tradicionalmente las damas dominicanas toman bebidas más livianas, como gaseosas y cervezas.
—No creo que sea así, a muchas mujeres nos gusta tomar un traguito de mamajuana de tanto en tanto —dice Cinthia Vargas, que es de Santo Domingo y hace poco se casó con un argentino en la ciudad de La Plata.
En el país caribeño circula la historia de que el dictador Rafael Leónidas Trujillo, que gobernó entre 1930-1961, tomaba esta bebida a diario y convidaba a sus amigos, a los diplomáticos que lo visitaban y hasta a su perro.
Historiadores e investigadores consideran que la mamajuana fue en sus principios un té consumido por los indios taínos para curar la gripe y los dolores de cabeza y muelas. Otros estudios dicen que su historia comenzó a principios del siglo XVI, con la llegada de los esclavos africanos y sus prácticas de curandería umbanda. Los que sostienen esta teoría aseguran que los esclavos endulzaban con miel o melaza las raíces y hojas, aunque no precisan cuándo los mariscos entraron a formar parte de su elaboración.
El origen de su nombre está plagado de leyendas. Una de las versiones dice que proviene de la voz francesa dame-jeanne, es decir que compartiría su origen con la palabra damajuana, que refiere al recipiente para almacenar líquidos.
Otra versión dice que el nombre se debe a una viejita llamada Juana que tuvo 15 hijos. Ella habría sido la inventora del brebaje hace casi 200 años. A doña Juana se la relacionaba con la fertilidad y por ese entonces le atribuían a la bebida la capacidad de esta mujer de tener muchos críos.
El doctor Wilfredo Mañón Rossi es un reconocido médico naturista dominicano que suele aparecer en programas de televisión. Para este profesional “los efectos ‘vigorosos’ de este licor provienen más bien del imaginario popular que de análisis científicos”.
—La sabiduría popular ha favorecido un sinnúmero de plantas medicinales asignándoles propiedades afrodisíacas, pero no tenemos evidencia de que esto suceda —dice.
En contra de lo que piensa la mayoría, Mañón Rossi, que además es director del Centro Médico Naturlan, señala los riesgos de la preparación y consumo de la mamajuana, y deja entrever que podría traer consecuencias dañinas para la salud:
—Nos preocupa el manejo poco cuidadoso en cuanto a higiene de palos y hierbas en estas botellas. No es aconsejable tomar nada que haya estado preparado por muchos meses o años; sería el caldo de cultivo de muchos hongos, bacterias y parásitos.
En la vereda opuesta está el artículo titulado “La medicina popular”, en la página web www.esendom.com, escrito por Rafael de la Cruz, que dice que “la medicina popular tampoco les conviene a los mercaderes de la salud, que le sacan un ojo a cualquiera por una consulta”. De la Cruz destaca que desde hace años hay un deterioro en los servicios de salud por falta de recursos:
A pesar de los avances científicos, no tenemos un servicio médico adecuado y siempre se ha trabajado con mucha precariedad en los servicios públicos. Por estas y otras razones, en un país donde enfermarse sale muy caro, la medicina popular se muestra como la solución a todos los problemas y como la mejor manera de ahorrarse unos “chelitos” en la búsqueda de la preciada salud.
Tan popular es la mamajuana en República Dominicana que un grupo de cumbia se bautizó en su homenaje y hoy gira por España y el Caribe portando un nombre que con el tiempo será rima en los poemas y, quizás, sinónimo de amor entre los seres humanos de todo el mundo.
La exportación de la mamajuana se promociona por internet. Entre las principales empresas dedicadas a esto sobresalen la Don Ramón Mamajuana Corporation y la Mamajuana Para Palo Caribe Internacional LLC, ambas con dirección en Florida, Estados Unidos. En República Dominicana bautizaron estos productos como “mamajuanas light”, y es tal la indignación que causaron en el ámbito local que el Listín Diario les dedicó un editorial que dice que “carecen del contenido etílico que caracteriza a la criolla, que aguanta todas las mezclas de alcohol de las que se antoje quien las prepare”.
Otra empresa fabrica la mamajuana La Hispaniola, que va directamente a Nueva Jersey, Manhattan, Miami y Massachusetts, donde llevan unos cinco contenedores al año, y otro tanto a Canadá, Colombia, Chile, España, Francia y Holanda.
Esteban Zabielinsky es presidente de la compañía Don Ramón Mamajuana Corporation y dice que en su receta incluye 21 hierbas diferentes. Los principales consumidores de Don Ramón son dominicanos que viven en Estados Unidos.
Otros que vislumbraron el negocio son los de la marca Kalembu, que es la mamajuana lista para tomar. En su eslogan aseguran que son fieles a la receta original a la hora de la maceración. Esta marca también promociona los cócteles que se preparan con mamajuana. Dice que tragos clásicos como el mojito “adquieren mucho más sabor cuando uno cambia el ron blanco por mamajuana Kalembu”. Además, asegura que los “efectos afrodisíacos atribuidos a la mamajuana hacen que el cóctel se convierta en un perfecto ‘rompehielo’”.