Un peregrino reza dentro de uno de los pasadizos de la iglesia Bete Golgotha.

Un peregrino reza dentro de uno de los pasadizos de la iglesia Bete Golgotha.

Foto: Pablo Albarenga

Peregrinos observan desde arriba la iglesia Bete Giyorgis, en Lalibela, esculpida enteramente en la roca, antes de entrar para pasar la noche rezando.

Peregrinos observan desde arriba la iglesia Bete Giyorgis, en Lalibela, esculpida enteramente en la roca, antes de entrar para pasar la noche rezando.

Foto: Pablo Albarenga

Una mujer sostiene una Biblia escrita a mano en ge’ez. Antiguamente, este tipo de libros tenían hojas hechas de finas láminas de cuero.

Una mujer sostiene una Biblia escrita a mano en ge’ez. Antiguamente, este tipo de libros tenían hojas hechas de finas láminas de cuero.

Foto: Pablo Albarenga

Sacerdote acompañado de varios peregrinos y monjes.

Sacerdote acompañado de varios peregrinos y monjes.

Foto: Pablo Albarenga

Peregrinos en las afueras de la iglesia Bete Abba Lebanon durante la noche.

Peregrinos en las afueras de la iglesia Bete Abba Lebanon durante la noche.

Foto: Pablo Albarenga

Un joven sostiene una antorcha para iluminar una de las salas sin electricidad, mientras monjes y peregrinos rezan.

Un joven sostiene una antorcha para iluminar una de las salas sin electricidad, mientras monjes y peregrinos rezan.

Foto: Pablo Albarenga

Exterior de la iglesia Bete Manuel. Durante la jornada, varias personas rezan contra la pared para estar más cerca y en total conexión con Dios.

Exterior de la iglesia Bete Manuel. Durante la jornada, varias personas rezan contra la pared para estar más cerca y en total conexión con Dios.

Foto: Pablo Albarenga

Una niña descansa en las afueras de la iglesia Bete Abba Lebanon tras rezar durante toda la noche.

Una niña descansa en las afueras de la iglesia Bete Abba Lebanon tras rezar durante toda la noche.

Foto: Pablo Albarenga

Foto del artículo 'Fe en la montaña'

Foto: Pablo Albarenga

Lalibela, en la región norte de Etiopía, es un pueblo de no más de 20.000 personas. En su interior, alberga un patrimonio cultural inimaginable, que reúne anualmente a cientos de católicos ortodoxos de todos los rincones del país para celebrar Genna (o Ledet) durante los primeros días de enero, que corresponden a la Navidad según el calendario etíope.

Entre los siglos XII y XIII el rey Lalibela, líder etíope cristiano, ordenó la construcción de una “segunda Jerusalén”, luego de que los musulmanes sitiaran esa ciudad en el año 1187. Como resultado, 11 iglesias fueron esculpidas a mano en la roca de las montañas, así como también los túneles que las interconectaran, dando origen a un santuario subterráneo, casi imperceptible a cierta distancia.

Cada sábado de noche, algunos parlantes ubicados fuera de las iglesias transmiten las oraciones que los peregrinos entonan a viva voz bajo tierra para llamar a los fieles que aún están afuera. Con el correr de la noche, varios peregrinos se acercan para leer sus libros de oración, escritos a mano en amhárico, el idioma oficial de Etiopía, que habla cerca de 30% de la población del país.

Tras horas de rezar sin parar, los peregrinos reciben el amanecer y comparten injera, el pan típico de Etiopía, en los alrededores de las iglesias que en 1978 fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Peregrinos esperan para entrar a la iglesia Bete Abba Lebanon.

Peregrinos esperan para entrar a la iglesia Bete Abba Lebanon.

Foto: Pablo Albarenga

Monjes y fieles se reúnen en las afueras de la iglesia Bete Abba Lebanon para celebrar la misa que dará cierre a la jornada.

Monjes y fieles se reúnen en las afueras de la iglesia Bete Abba Lebanon para celebrar la misa que dará cierre a la jornada.

Foto: Pablo Albarenga

Un grupo de jóvenes peregrinos se dirige a la iglesia Bete Golgotha durante la mañana del domingo.

Un grupo de jóvenes peregrinos se dirige a la iglesia Bete Golgotha durante la mañana del domingo.

Foto: Pablo Albarenga

Abraham, de 16 años, nació en Lalibela. Adora los maskals (crucifijos característicos de Etiopía) y acaba de hacerse su primer tatuaje permanente.

Abraham, de 16 años, nació en Lalibela. Adora los maskals (crucifijos característicos de Etiopía) y acaba de hacerse su primer tatuaje permanente.

Foto: Pablo Albarenga

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