La Sociedad de Defensa de la Tradición, la Familia y la Propiedad (TFP), liderada por Plinio Corrêa de Oliveira, tuvo un papel destacado en los medios político-religiosos brasileños desde su fundación, en 1960, y luego se expandió hacia otros países de la región. Con origen en el grupo de colaboradores del diario O Legionário (que, en la década de 1930, congregó a algunos religiosos laicos militantes oriundos de las Congregaciones Marianas y de la Acción Católica), el pensamiento de Plinio Corrêa tuvo amplia penetración en más de 28 países hasta su fallecimiento, en 1995.
Ligado a una corriente católica intransigente, Plinio concibió al proceso de desarticulación religiosa de la sociedad como fruto de una transformación secular. Para él, ese fenómeno se llamaba “revolución”. Con el objetivo de destruir al cristianismo, este proceso de disolución de las bases cristianas de Occidente tendría su respuesta en la “contrarrevolución”, consistente en una acción directamente opuesta al proceso revolucionario, que buscaba restaurar los principios originarios de la sociedad cristiana medieval.
Plinio consideraba que Estados Unidos poseía un lugar privilegiado en este combate de la lucha contrarrevolucionaria en el siglo XX. La TFP debió adaptar la contrarrevolución al contexto norteamericano, y por eso hoy es posible analizar su concepción de la derecha estadounidense y las relaciones que estableció con ella. Para esto, el documento principal es una apostilla que circuló entre los miembros de la TFP que recopilaba conferencias del líder del movimiento sobre el tema titulada “Comisión americana”.
El líder de la TFP entendía que el grupo que lideraba era la auténtica derecha, ya que poseía ciertas ideas y principios elementales, además de características innegociables, tales como la postura confesional católica, el anticomunismo, el antiliberalismo y la antimasonería. Estados Unidos, por ser vector de un modelo de conservadurismo laico, republicano e igualitario, sería muy influyente en un sector de la opinión pública en el que se ubicaría el público objetivo de la TFP. Por lo tanto, era necesario un acercamiento para influir y tantear alianzas en el conservadurismo de ese país con vistas a conducir el pensamiento conservador norteamericano hacia la contrarrevolución.
Como consideraba a los movimientos políticos alineados al pensamiento de derecha subproductos del “proceso revolucionario”, creados para desviar la atención de la opinión pública de la “verdadera derecha”, encarnada por la TFP, el movimiento tuvo a lo largo de su trayectoria política resistencia a las alianzas con otros grupos, aunque tuvieran líneas comunes.
Expansión en la Guerra Fría
En 1960 se constituyó en Brasil el primer núcleo de una red de entidades autónomas, orientadas por el pensamiento católico integrista. Su fundador y líder fue Plinio Corrêa de Oliveira. Según Étienne Fouilloux (en “Integrismo católico e direitos humanos”), este catolicismo intransigente puede ser definido como un grupo minoritario que desea la reorientación de la Iglesia según el modelo católico antimoderno del siglo XIX, que, según ellos, jamás debería haber sido abandonado. En función de su oposición al nuevo modelo, el catolicismo integrista entiende que el mundo moderno y sus valores han imprimido un carácter nocivo a la fe.
Este movimiento, que legalmente recibió el nombre de Sociedad Brasileña de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad, o simplemente TFP, tenía como finalidad rescatar los principios católicos que, según el mismo Plinio Corrêa de Oliveira, construyeron y guiaron a la civilización en Occidente. En torno a estos principios se orientó toda la acción pública del movimiento, que, inspirada en el llamado de Pío XI en su documento “Ubi Arcano Dei Consilio” (1922), se comprometía con un apostolado laico, aunque desvinculado de la autoridad religiosa, con vistas a influenciar la opinión pública y a “restaurar todas las cosas en Cristo”, como rezaba el lema del papa Pío X (1903-1914).
El movimiento también se constituye como caja de resonancia del pensamiento de Plinio Corrêa de Oliveira, marcado por un antimodernismo y un tradicionalismo que lo colocarían en la categoría de los pensadores católicos intransigentes del siglo XX.
Toda la visión del mundo de la TFP se articula en torno a una comprensión escatológica-milenarista de su papel en la historia. La TFP se ve a sí misma como la ejecutora de los planes de Dios y su accionar se inscribe en esa perspectiva. Así define el objetivo del movimiento Plinio Corrêa de Oliveira en “Quem somos nós”, un texto destinado a los miembros de la entidad:
La Revolución es el auge del mal. Por lo tanto, nuestro fin es el mejor fin de nuestra época y uno de los más altos de la historia. Nosotros no sólo buscamos un fin, sino el mejor fin que se pueda perseguir en nuestra época y uno de los mejores y más altos que se han perseguido en la historia de la Iglesia. No es modestia lo que nos falta, como ven. Todavía no está enunciado el fin y ya se emitió un juicio de valor previo en relación a él. Primero: es el mejor fin que se pueda visar en nuestra época. Segundo: es uno de los más altos que hay en toda la historia de la Iglesia.
Más adelante Oliveira explica que la alta misión que configura la TFP es, en última instancia, la destrucción de ese proceso revolucionario:
Bajo el aspecto negativo es la eliminación, tan radical como sea posible, del más grave de los males de nuestros días: la Revolución. Y como esta alcanzó el peor grado que ha habido en la historia de la Iglesia y de la humanidad, pocas veces se ha dirigido un fin tan alto como el que nos proponemos.
A partir de 1962 se inició un proceso de expansión del movimiento por América Latina, primero en países como Chile y Argentina, donde hay una significativa presencia del pensamiento católico conservador, y se esparció por todo el continente hasta la década de 1980. Este proceso de expansión continúa hasta nuestros días, aunque tiene su período más dinámico durante las décadas de 1960 y 1970.
Es en pleno contexto de esa expansión por el continente americano que, hacia 1974, se funda en Nueva York la American Society for the Defense of Tradition, Family and Property. Su origen más remoto se encuentra en la revista Crusade for Christian Civilization, creada en 1971, que reunía al grupo que vendría a constituirse como el segundo mayor núcleo del movimiento tefepista fuera de Brasil.
En el momento en que en Estados Unidos se constituía este núcleo de la TFP, en Brasil se iniciaba la primera campaña de repercusión mundial ideada por Plinio. Se trataba del manifiesto dirigido al papa Pablo VI en 1974, que presentaba la reacción de la entidad a aquello que entendía como política de distensión con el régimen comunista internacional, consolidado en las políticas diplomáticas del Vaticano con los países bajo el régimen comunista.
En este período, marcado por la tensión internacional de la Guerra Fría, con sus políticas de influencia ideológica, iniciativas como el manifiesto firmado por Oliveira causaban gran repercusión en los ambientes conservadores. Y, como sería natural considerar, el gran frente de combate al comunismo estaba reservado a la sociedad estadounidense.
La TFP se considera profundamente anticomunista, ya que juzga al comunismo como una ideología producto de fuerzas revolucionarias ocultas que buscan la destrucción de los elementos cristianos todavía presentes en la composición social. Este anticomunismo intrínseco a la TFP es una constante en sus textos: su lucha contra el “progresismo católico”, la reforma agraria, las políticas identitarias, entre otras líneas, tiene por fondo un combate a lo que entiende que es el peligro comunista, siempre inminente.
Esa idea de la amenaza comunista, que aún resiste en el imaginario tefepista, se mostraba mucho más acentuada en aquel período, cuando la disputa por la hegemonía ideológica se planteaba como un conflicto intenso entre la sociedad de mercado y el modelo socialista.
Para combatir la embestida comunista internacional, Plinio Corrêa de Oliveira exhortó a sus seguidores a comprometerse con la lucha contrarrevolucionaria. En Revolución y contrarrevolución, de 1960, planteó la idea que guiará toda la actuación de las TFP en el mundo. La obra es considerada el libro de cabecera de los socios y militantes del movimiento, que ven sus tesis como ordenadoras de su visión del mundo.
Allí, Oliveira explica la forma en que la civilización cristiana estaría sucumbiendo. Esta desarticulación del orden social medieval, pautada en el mensaje del Evangelio y en la doctrina católica, no habría sido mera obra de un golpe de fortuna, sino fruto de una acción coordinada por fuerzas ocultas a quienes él llama “la revolución”.
“La revolución” sería un movimiento con tres etapas principales: la Reforma protestante, la Revolución francesa y, finalmente, el comunismo. Estas etapas marcarían la decadencia histórica y la paulatina pérdida de influencia de la Iglesia sobre la sociedad. “La contrarrevolución” sería, pues, la reacción a ese proceso de desmantelamiento de la civilización cristiana. La reacción consistiría en conocer la esencia invariable de este proceso y sus relevantes accidentes contemporáneos para combatirlos.
La idea de un combate entre fuerzas ocultas y revolucionarias contra el bien guía y mueve todo el pensamiento contrarrevolucionario de Oliveira y, consecuentemente, de la TFP.
Estados Unidos y la contrarrevolución
Como el conservadurismo estadounidense era, en la concepción de Plinio, un “conservadurismo laico” —debido a su tradición democrática moderna—, aunque influyente en vastos sectores sociales que se identificaban con su propuesta, el líder de la TFP instituyó una comisión para profundizar las posibilidades de actuación en la sociedad americana, influyendo sobre todo en estos sectores conservadores.
En la introducción a la apostilla denominada “Comisión americana”, de circulación interna, se expone la intención de Plinio Corrêa al constituir este organismo, así como sus propósitos:
Desde muy joven, tuve una gran voluntad de explicar el lado bueno del norteamericano, estimularlo, desarrollarlo. Hace más de 60 años deseo esta hora. Es sublime que haya llegado el momento. Es un golpe de gong en la historia de la TFP norteamericana, y por lo tanto en la historia de Estados Unidos. Es necesario amar esta hora, y tener conciencia de que estamos viviendo lo sublime.
Plinio entiende que Estados Unidos, por ser campo fértil de conservadurismo y reacción a los valores que consideraba revolucionarios, era visto como un baluarte a ser destruido. Estados Unidos es un centro de difusión de ideas y por eso “la revolución”, especialmente en su tercera faceta, el comunismo, desearía establecerse allí para consolidarse en los lugares donde no había encontrado penetración. Sobre esta condición de nación amenazada por la embestida revolucionaria, dice Plinio:
Como Estados Unidos representa hoy la gran potencia conservadora en un mundo en degradación, está siendo objeto de una conjunción de circunstancias negativas que apuntan a derribarlo. Si bien es cierto que la nación americana es poderosa y está en franco desarrollo, también es verdad que está siendo perseguida por la Revolución para ser destruida. Porque Estados Unidos, desde muchos puntos de vista, representa el apogeo de la Segunda Revolución y, a causa de ello, una ciudadela enemiga dentro de la Tercera Revolución. Por lo tanto, el derrocamiento de Estados Unidos es una cosa querida por la Revolución como una meta oculta. Cuando se analiza la política internacional, se puede percibir que hay una tendencia a colocarla en una situación de nación sitiada. Y así como las fuerzas revolucionarias destruyeron Austria, intentarán ahora destruir Estados Unidos.
El deseo manifestado tan a menudo por Plinio de actuar sobre el pueblo norteamericano es bastante claro en un trabajo desarrollado por la comisión que comparte el nombre con su obra y que fue producto de muchas reuniones de estudio. Esta institución se dedicó a lo largo de los años a investigar la posibilidad del establecimiento de un orden social basado en los principios católicos, de inspiración medieval, que Oliveira bautizó como “sociedad orgánica”. También se dedicó a entender cómo el proceso revolucionario había actuado sobre Estados Unidos, alcanzando las capas de la sociedad de manera más lenta y menos profunda que en los países latinos.
Oliveira entendía también que un país con tanta posibilidad de irradiación ideológica, que se encontraba en medio de una disputa de modelos de sociedad con el bloque soviético y que tendía a influir sobre un sector vasto de la opinión pública, era el espacio más adecuado para desarrollar su teoría de la sociedad orgánica.
La derecha estadounidense para la TFP
La TFP posee una concepción endógena del espectro político de derecha. Ve a los movimientos políticos conservadores, y sobre todo a los liberales, como subproductos del proceso que pretende combatir. Serían la “derecha permitida” por “la revolución”, como forma de canalizar en movimientos alineados a una visión pluralista a aquellas que son entendidas por el pensamiento contrarrevolucionario de Oliveira como sanas reacciones, es decir, al público católico de tendencia conservadora.
De esta forma, se hace necesario no sólo resistir las posibilidades de alianzas con esos movimientos en torno a objetivos comunes, sino también combatirlos como a la “falsa derecha” producida por “la revolución” con vistas a dominar el ambiente de derecha. Críticos de esta concepción conservadora secularizada, los intelectuales de la TFP entendían que ciertos elementos eran intrínsecamente necesarios a cualquier movimiento que fuera auténticamente conservador.
En el esquema tefepista la derecha auténtica era, ante todo, confesional. Lo aclara Plinio Corrêa de Oliveira en una serie de artículos escritos contra el movimiento integrista ya en la década de 1930 en el periódico O Legionário, acusándolo de poseer una ambivalente visión del catolicismo al presentarse como un movimiento sin identificación religiosa, aunque basado en la doctrina social de la Iglesia. La auténtica derecha, según la lógica tefepista, es católica, y los católicos necesariamente deben poseer como características el anticomunismo, el antinazismo, el antiliberalismo, el antisocialismo y ser antimasónicos, dice en “Pela grandeza e liberdade da Ação Católica”.
En su principal obra, Revolución y contrarrevolución, Plinio considera al “semicontrarrevolucionario”, es decir a aquel que conserva una actitud en muchos puntos contrarrevolucionarios, como un hijo de “la revolución”. En el semicontrarrevolucionario estaría entronizado el espíritu de “la revolución” y, por tanto, sólo los auténticos y completamente contrarrevolucionarios podrían conducir la reacción. Por no tener esa amplia visión de la crisis que, según Oliveira, acomete al hombre occidental y cristiano en todos los aspectos, el semicontrarrevolucionario, categoría en la que se incluyen los movimientos conservadores, no puede actuar eficazmente en este combate.
Como producto de los estudios desarrollados a lo largo de tres décadas bajo la supervisión de Oliveira, John Horvat, miembro de la TFP estadounidense, publicó en 2013 el libro Return to Order. A partir de una perspectiva católica de la historia, propone como solución a la complejidad de la sociedad de mercado un modelo de sociedad pautado en los principios católicos y en la ley natural. Su plan está concebido a partir de la lógica contrarrevolucionaria de Oliveira, que entiende que Estados Unidos todavía es un bastión de la resistencia al proyecto de una sociedad igualitaria y socialista. El proyecto de la comisión estadounidense de estudios fue pensado como un equilibrio entre dos realidades que ocupan al imaginario político de Occidente: el capitalismo, representado por Estados Unidos, y el modelo socialista, aún resistente en países como Cuba y China.
La TFP posee, como se ve, una definición muy propia del espectro político de la derecha. Su definición rigurosa excluye a la mayor parte de los movimientos conservadores, aunque tengan con ellos correspondencias ideológicas o incluso de fines. Sobre esa autocomprensión, en su libro Tradición, familia y propiedad: la idiosincrasia de un movimiento católico en Brasil, Gizele Zanotto dice que la sociedad liderada por Plinio se caracteriza por “una absolutización de sí misma, por el exclusivismo, el narcisismo, la excesiva polarización en el líder carismático, el carácter igualitario de los miembros del grupo, la adhesión voluntaria de los candidatos, la autodesignación y autopercepción de elegidos/puros”.
Estas características se reflejan en las acciones de la TFP en el resto del mundo: concentra sus actividades en movimientos que siguen la línea de pensamiento contrarrevolucionaria, y excluye la posibilidad de alianzas con otros grupos que no se adhieran a la idea de centralidad en el líder del movimiento, Plinio Corrêa de Oliveira. Un breve recorrido panorámico por la historia de la entidad y sus actividades apunta hacia una actuación solitaria.
En cambio, en Estados Unidos se estableció una situación diferente. A pedido del propio Plinio Corrêa de Oliveira, los miembros fundadores del eje norteamericano de la entidad comenzaron a establecer contactos con integrantes de la llamada “nueva derecha estadounidense”. El objetivo sería abrirse un lugar en el ambiente derechista, para así difundir el discurso contrarrevolucionario de la TFP, según puede leerse en el documento “TFP to CPAC: Be Consistent! Be Conservative!”, disponible online.
El primer contacto de la TFP con la nueva derecha se habría dado a partir de un miembro de la entidad, José Lúcio, responsable también de la fundación de aquel núcleo del movimiento. Lúcio coordinó el encuentro con Plinio Corrêa de Oliveira de una delegación de cuatro líderes derechistas, entre quienes se contaban un representante del gobierno taiwanés y la activista política Phyllis Schlafly, fundadora del Eagle Forum, un foro conservador dedicado a tratar cuestiones sociales.
A través de los contactos facilitados por Schlafly a la TFP, se logró penetrar en la vida política de Washington, donde más tarde Plinio establecería una oficina de lobby político coordinada por un destacado miembro de la TFP brasileña.
La TFP estadounidense se convirtió también en miembro de la Conservative Political Action Conference (CPAC), un congreso anual en el que participan diversos movimientos conservadores estadounidenses e internacionales. Hoy, la TFP es uno de los grupos más activos de la CPAC, y de hecho su rama estadounidense es una de las instituciones que patrocinan el evento, marcando su presencia a través de manifiestos, publicaciones y libros.
En 2016, el grupo de activistas LGBT llamado Log Cabin Republicans empezó a participar en el evento, lo que motivó a la TFP a lanzar un comunicado titulado “Sin valores morales, el conservador movimiento en América” y a amenazar con interrumpir su participación en los próximos congresos si grupos incompatibles con el “verdadero conservadurismo”, con causas identitarias como la LGBT, seguían siendo parte de próximas ediciones.
La TFP estadounidense no sólo se relaciona con movimientos que tienen afinidades más amplias, sino también con algunos que defienden causas puntuales, como los grupos que participan en la March for Life, una marcha que moviliza a millones de estadounidenses militantes contra el aborto. La TFP estadounidense ya se consolidó como uno de los grupos que tradicionalmente participan en la marcha anual en Washington.
En su número de octubre de 1988, la revista Catolicismo, órgano de la TFP brasileña hasta 2004, dio la noticia de una conferencia realizada en Brasil por Paul Weyrich, reconocido líder conservador norteamericano e impulsor de la nueva derecha en Estados Unidos. En su discurso, Weyrich decía: “En nuestras batallas, tanto en Estados Unidos como en el mundo, la TFP es una de las pocas organizaciones confiables verdaderamente coherentes con las que podemos asociarnos”.
Weyrich, fundador de la Heritage Foundation, fue descrito por Catolicismo, en su número de febrero de 2002, como un amigo personal de Plinio Corrêa de Oliveira. Sin embargo, la Heritage Foundation —que se define como promotora de políticas públicas basadas en la libre iniciativa, el Estado mínimo, la libertad individual, los valores tradicionales americanos y una fuerte defensa nacional— no atiende exactamente a los principios católicos, sino a una agenda política alineada al pensamiento liberal.
Es clara la postura especial del núcleo norteamericano de la TFP en relación a los demás movimientos con los que mantiene una convergencia ideológica, a diferencia de lo que ocurre en otros países del continente, especialmente en el caso argentino, donde la TFP local publicó un denso trabajo criticando los movimientos de cuño nacionalista, que fueron justamente los que originaron al núcleo argentino del movimiento.
Ese núcleo, igual que el estadounidense, nació a partir de una convocatoria en una revista, en este caso Cruzada, que era publicada con el objetivo de combatir el socialismo. Dirigida por Cosme Beccar Varela, tenía como base a ciertos conservadores formados en el pensamiento nacionalista. Con el propósito de anular las influencias nacionalistas de los elementos básicos de la TFP argentina, el movimiento escribió el libro El nacionalismo, una incógnita en constante evolución. Este organismo utilizaba, en su proceso de expansión por el continente, un método de penetración que consistía en el contacto con grupos conservadores, para luego fagocitarlos en su proyecto de integración ideológica para la contrarrevolución.
Dice Gizele Zanotto en su texto sobre la expansión de la TFP en Argentina:
La TFP-BRA extendió su red de contactos articulándose con varios órganos de prensa católica o grupos de jóvenes conservadores en el continente, como el Grupo Tradicionalista de Jóvenes Cristianos Venezolanos (1968), el Grupo Tradicionalista de Jóvenes Cristianos Colombianos (1968), los Jóvenes Bolivianos Pro-Civilización Cristiana (1970), los miembros de Tradición y Acción por un Uruguay Auténtico, Cristiano y Fuerte, el Grupo Universitario Reconquista (Perú) y las revistas Cruzada (Argentina) y Fiducia (Chile). Así, con la configuración de redes de publicaciones y grupos de jóvenes católicos, la fundación de entidades hermanas fue facilitada por la asociación anterior y por la perspectiva teológico-doctrinaria común, esencialmente cristiana y contrarrevolucionaria.
La religión, factor de distanciamiento
Todos los movimientos alineados a la nueva derecha estadounidense o incluso a los conservadores clásicos tenían una tendencia claramente política, y en su activismo desplazaban los argumentos religiosos a un segundo plano. Esto inició un proceso de distanciamiento de la TFP, con sus peculiares ideales religiosos fundamentados en la idea pliniana de la lucha entre el proceso revolucionario y los valores cristianos, de aquellos grupos que dirigían sus esfuerzos únicamente a la lucha anticomunista.
El resultado de esta larga alianza, sin embargo, dio frutos y trajo un enorme beneficio para la TFP estadounidense, que, por medio de los contactos establecidos con esos movimientos, alcanzó incluso un lugar fijo en las conferencias de prensa de la Casa Blanca (algo disputadísimo por periodistas de todo el mundo). Estas relaciones forjadas a lo largo de los primeros años de funcionamiento del núcleo norteamericano de la TFP se mantienen hasta hoy: como ya se dijo, la TFP de Estados Unidos participa en la CPAC y en la March of Life de Washington.