La metodología de recibir donaciones es habitual en organizaciones religiosas, pero el Opus Dei tiene “esa especialidad”. Lo dice Gustavo, un exnumerario que hoy es un reconocido abogado en Buenos Aires. Como casi todos los que dejaron la Obra, usa un seudónimo para hablar y para las publicaciones que hace. Estuvo una década dentro y salió en 1998.

-Había un sacerdote que identificaba a personas mayores con plata y sin herederos entre los cooperadores y en especial cooperadoras. Y entonces nos mandaban a visitarlas y tomar el té. Las acompañábamos en su vejez y las convencíamos de que lo mejor era dejarle a la Iglesia sus propiedades.

Gustavo es uno de los autores de un documento -Aspectos Críticos de la praxis del Opus Dei- que firmó una decena de ex numerarios argentinos en 2014 y que entregaron a las más altas autoridades de la Iglesia en Buenos Aires y también al papa Francisco -lo tomó el asistente que estaba al lado- en una audiencia en Roma en 2015.

Hasta hoy no hubo respuesta.


Hay una historia que conocen todos los ex numerarios de Buenos Aires: la del edificio de la Avenida Santa Fe 825. Dentro lo llaman “Esmeralda” -nombre de la calle lateral-: son cinco pisos de lujo que pertenecían a dos mujeres, María Rosa de Massaro y su hija Diana, que vivieron allí hasta que se murieron. Empezaron donando uno de los pisos, luego el otro que estaba en alquiler, y el siguiente. Hoy funciona como centro residencial de miembros del Opus y es propiedad de la Asociación para el Fomento de la Cultura, una de las primeras que tuvieron en la Argentina, creada en 1961, y que tiene una veintena de edificios y departamentos en Buenos Aires.

En uno de esos edificios, en la calle Austria al 2300, vive Elina Gianoli Gainza. Tiene 80 años y es una de las numerarias de más alto rango del Opus Dei en Sudamérica, heredera de una de las familias más ricas de Chile y a la vez una de las familias más emblemáticas del Opus Dei en la región: los Gianoli Gainza no sólo fueron uno de los clanes que más ayudó a la entrada y expansión en Santiago de Chile y en Uruguay, sino una de las familias que más millones de dólares les dio en Santiago y Montevideo.

María Luisa Gianoli Gainza es hermana de Elina. Es viuda, tiene 85 años, ningún hijo y un patrimonio declarado en unos 20 millones de dólares, pero estimado por inventario judicial en cinco veces más: unos 100. Tuvo varias internaciones psiquiátricas y lleva al menos una década encerrada en una clínica especializada en Montevideo con deterioro cognitivo, según el diagnóstico. La terapia con electroshock y los antipsicóticos que recibió desde joven para tratar su esquizofrenia precoz hicieron estragos en ella.

Cuando muera, toda su fortuna irá a la Asociación Cultural y Técnica, una de las principales asociaciones civiles ligadas al Opus Dei en Uruguay y a la que en su testamento nombra su “universal heredera”. Además, el documento deja entre 10 y 50 mil dólares a varios familiares y 100 mil dólares más a una congregación de monjas. También cifras similares a algunos empleados y ex empleados: uno de los beneficiados es el psiquiatra uruguayo y numerario Alexander Lyford-Pike, director del Instituto de Psiquiatría y Psicología de Montevideo, clínica en la que recibió atención durante muchos años María Luisa. Ni en la residencia del Opus Dei en la que vive ni en la clínica ni en su Whatsapp, Lyford-Pike responde los requerimientos de entrevista.

El testamento se firmó el 15 de noviembre de 2000 en Montevideo frente al escribano Alberto Vázquez Dendi -fallecido-. Siete años antes, en 1993, se había firmado el primero frente a la escribana Paulina del Castillo, que tenía otra “universal heredera”: la Fundación Chilena de Cultura, también ligada al Opus pero de Santiago de Chile. Los dos escribanos pertenecieron al estudio jurídico y notarial Pérez del Castillo y también a la Obra.

Veinte años después, en un día de casi 40 grados, en el living de un departamento de San Isidro, un barrio de clase alta en las afueras de la Ciudad de Buenos Aires, se reúnen cuatro de los once hermanos Gatica Gianoli. Son los hijos de Carmen Gianoli Gainza, la hermana mayor de María Luisa, declarada incapaz por la justicia uruguaya en 2010, y la numeraria Elina, quien fue su curadora desde esa declaración y hasta 2017. Tienen entre 48 y 70 años y son los que encabezan el reclamo contra su familia ante la justicia uruguaya.

Los sobrinos Gatica Gianoli denuncian “abuso patrimonial” de su tía Elina sobre su tía María Luisa. Y quieren cobrar su herencia: la parte que tendría que haber recibido su madre de la fortuna familiar que empezó a gestar el abuelo Cirilo Gianoli hace un siglo en Chile, cuando llegó como cónsul uruguayo y se sumó a la empresa de su hermano Antonio. Primero tuvieron una exportadora de ajos y frutas; luego ampliaron los negocios y se consolidaron en la industria minera y metalúrgica con la compañía Carbomet (Carburo Metalúrgica), que se convirtió en Molibdenos y Metales (Molymet), la principal procesadora de molibdeno del mundo hasta hoy. Lo hicieron en sociedad con otros dos grupos familiares poderosos de Chile: el de los Mustakis y el de los aún más poderosos Matte, que está entre los clanes conocidos como los “dueños de Chile” y también pertenece al Opus Dei.

Los cinco hijos del matrimonio entre Cirilo Gianoli y Elina Gainza nacieron y crecieron en Chile. Tras la muerte de Cirilo en 1946, la viuda y el único varón de los hijos, Sergio, manejaron las empresas y se vincularon con el Opus Dei, que recién había desembarcado en el país. Era 1950.

-El Opus Dei fue parte de nuestra vida desde que nacimos. Nuestra casa de Santiago, en la que crecimos, fue la primera casa de mujeres de la Obra en Chile, porque nuestra abuela inició la rama femenina del Opus ahí y también después en Montevideo - cuenta Felipe Gatica Gianoli, uno de los más jóvenes de los sobrinos que reclaman su herencia

Dicen que su madre, la mayor de los cinco herederos, fue marginada de la familia cuando se fue a Francia a parir a su primer hijo. Recién casada con el veterinario chileno Mauricio Gatica Becker, que trabajaba en centros de formación rural de la Obra en Chile, volvió un año después y tuvo once hijos más -uno murió-. Fue la única parte de la familia que quedó ahí mientras todo el resto se instaló en Montevideo. Nunca se recompuso el vínculo de Carmen con sus hermanos ni su madre y ya no participó de las empresas familiares. Los criaron en Chile hasta la llegada de Salvador Allende al gobierno, en 1970, cuando salieron del país y, tras un breve paso por Uruguay, se radicaron en Bella Vista, provincia de Buenos Aires.

-Mamá tenía también problemas psiquiátricos de los que nunca se trató. Por orgullo y enojo, nunca reclamó nada de lo que le correspondía de herencia. Y por eso, mientras nuestra familia en Uruguay vivía en la riqueza, nosotros crecimos sobreviviendo - agrega Felipe.

Cuando Felipe dice sobrevivir, entre todos cuentan las carencias: dormían de a dos en una cama, su casa estaba derruida, pasaban frío, la mayoría de las comidas las tenían en el club o algún centro del Opus Dei que los becaba. O en los veranos, porque la abuela los invitaba a pasar la temporada en su casa de Punta del Este, primero a los tres mayores y después a todos. Para ellos, era como ir a Disney, cuentan: el único momento del año en el que tenían las cuatro comidas y tomaban chocolatada todos los días.

A pesar de la pelea familiar, su madre fue supernumeraria hasta la muerte. De hecho, murió en 1985 en La Chacra, una de las “iniciativas apostólicas” históricas de la Obra en Bella Vista, y donde se alojó Josemaría Escrivá en su visita a Buenos Aires, en 1974. Todos los Gatica Gianoli estuvieron allí escuchando las palabras del hoy santo de la Iglesia Católica.

Después de la muerte de la abuela, en 1989 -cuatro años después que su hija Carmen-, creyeron que iban a heredar lo que les correspondía: pero entonces solo recibieron 35 mil dólares cada uno a modo de “regalo de la abuela”. Quisieron iniciar la sucesión pero muy pronto se dieron cuenta de que los hermanos de su madre no estaban dispuestos a hacerlo. Empezaron las tensiones familiares con sus tíos y primos a cargo de las empresas, que les dieron 3.5 millones de dólares para los once a cambio de la firma de un contrato.

-La tía María Luisa siempre estuvo enferma. Y cuando murió nuestra abuela, que era la que la cuidaba, la tía Elina fue la que se hizo cargo de todo y manejó su patrimonio. Todos sabíamos de su incapacidad, así consta en la historia clínica de ella, de los certificados de los médicos psiquiatras que la trataron y aún la tratan - dice Tomás.

Recién en 2009 Elina y sus otro hermanos solicitaron la incapacidad de María Luisa Gianoli, con diagnóstico de psicosis de tipo esquizofrénica desde su juventud, y su hermana Elina fue nombrada curadora en 2010.

Antes de ir a los tribunales, intentaron por varias vías acordar con su tía Elina y pidieron al Opus Dei que intercediera. En 2016, tras la publicación de la segunda edición del libro El imperio del Opus Dei en Chile, de la periodista chilena María Olivia Monckëberg, supieron que el dinero de la familia no sólo era mucho más, sino que el rompecabezas de empresas y movimientos estaba atravesado por miembros del Opus Dei en Chile y Uruguay y que buena parte del dinero ya había ido a parar a la Obra en distintos actos de beneficencia. Los sobrinos entonces buscaron abogados en Uruguay y decidieron ir a la justicia: la sucesión tenía que iniciarse allí.

Los procesos judiciales iniciados por los sobrinos en Montevideo acumulan decenas de páginas de diagnósticos así como las reiteradas internaciones en clínicas psiquiátricas especializadas, el tratamiento con electroshock, y las cartas de su abuela de puño y letra -la madre de María Luisa- en la que cuenta avances y retrocesos de su hija y la atención que recibió de psiquiatras del Opus Dei. Además, la demanda penal señala que se realizaron “donaciones prohibidas de los bienes de la incapaz”, que Elina como curadora no realizó un inventario completo y estimativo de los bienes de su hermana en forma fidedigna y legal y, entre otros hechos, que jamás realizó rendición de cuentas en debida forma.

A raíz de las irregularidades detectadas, en diciembre de 2017 la justicia uruguaya la removió del cargo y nombró un curador interino que está revisando todas las cuentas de María Luisa para reconstituir su patrimonio real.


-El Opus Dei sabe. Claro que sabe, desde el comienzo - dice Tomás, uno de los menores. Es el que más rápido se decepcionó del Opus Dei y no tiene ninguna esperanza de que la institución haga algo si no es obligada por la vía judicial.

Además de revisar el testamento de su tía, los sobrinos de María Luisa Gianoli quieren que la justicia uruguaya revise 14 donaciones hechas en los últimos años por varios millones de dólares: presentaron pruebas de que, además de su incapacidad manifiesta, al menos ocho actos de donación se hicieron mientras estaba en internaciones psiquiátricas: algunas fueron para personas particulares y varias para instituciones del Opus Dei, como dos de 200 y 500 mil dólares a la Universidad Della Santa Croce en Roma, donde Elina Gianoli Gainza presentó su cátedra en la Facultad de Comunicación en 2018. Entre los objetivos, señaló que era darle apoyo al Proyecto Familia & Media, el think tank internacional del Opus Dei que analiza la relación entre familia, medios y sociedad

Hace unos años Elina era la segunda mayor benefactora en la historia de la Universidad de Los Andes, en Chile. Según una investigación publicada el año pasado por Pauta, su lugar actual es el décimo y su aporte suma más de 9 millones de dólares. En agradecimiento, el Aula Magna de esa universidad, que a la vez es una de las más caras de Chile, lleva el nombre de su madre, la abuela Elina Gainza de Gianoli. Ella, junto al numerario español José Enrique Diez, fueron impulsores de la fundación. A él, la Universidad le agradece con su nombre en la Biblioteca Central. Para los sobrinos, Diez fue el primer “agente” del Opus Dei adentro de las empresas familiares y el socio de su tía Elina y su tío Sergio en el manejo de las sociedades offshore -ambos aparecen en los Panamá Papers - y hasta una ONG en Suiza. También señalan a los numerarios José Domingo Arnaiz y Gonzalo Ibáñez Langlois y piden explicaciones a la institución.

-Uno de los hallazgos es que María Luisa le dio un préstamo a una asociación del Opus de 1,8 millones dólares que Elina le iba a devolver como renta en cuotas. Pero nunca pagó esa renta - dice Felipe.

En mayo de 2018 el Juzgado Letrado de Familia N°23 de Montevideo removió a la numeraria Elina Gianoli como curadora y argumentó: “Existe peligro de lesión de los intereses de la incapaz, que prima facie se encuentran en contraposición con los de su curadora Sra. Elina Gianoli”. Entre los argumentos de la querella, nunca debió ser curadora de su hermana incapaz porque era su deudora; tampoco ser su socia en sociedades -entre otras irregularidades para ese rol-: de la documentación analizada surge que se llegaron a dividir sociedades comerciales con María Luisa sin designar curador y que se habrían distribuido millones de dólares sin control judicial.

En 2019, los hermanos Gatica Gianoli consiguieron una audiencia con el Opus Dei. Los recibió el sacerdote Fabricio Melchiori, vicario delegado para Buenos Aires. Fueron con los abogados. Le contaron todas las carencias por las que habían pasado, que nunca se hizo una sucesión y que su madre nunca recibió su parte de la herencia, así como también el abuso que se estaba cometiendo con la tía María Luisa.

“Este es un tema familiar. El Opus Dei no se hace responsable de lo que hacen sus miembros”, les respondió Melchiori. Lo mismo que le dijeron a la familia de Francisco Noreiko.

-Yo quiero a la Obra y valoro la formación que nos dio. Mi fortaleza espiritual y lo que soy es gracias a esa educación. Por eso me duele que el Opus no pueda ver que está amparando a quienes desde adentro hacen daño - dice una de las dos únicas mujeres de los once hermanos, y la que mantuvo su pertenencia como supernumeraria. Otros dos hermanos fueron miembros numerarios pero se fueron.

Todavía queda un largo proceso y poco tiempo. Por un lado, el Opus Dei deberá enfrentar una batalla judicial para recibir la herencia de María Luisa, y por otro los Gatica Gianoli deberán enfrentar otra para obtener la parte de la herencia que dicen que les corresponde de su madre. Para eso, están analizando la historia de las empresas familiares, que tienen sede no sólo en Chile -hay al menos una decena de sociedades en Panamá- y que multiplicarían la fortuna Gianoli en cientos de millones de dólares: según el inventario en proceso, los 20 millones que Elina declaró ante la justicia como patrimonio de su hermana María Luisa serían en realidad al menos 100.

Según consta en la denuncia judicial, Elina tiene domicilio formal en Aceña, uno de los centros del Opus Dei en San Isidro, provincia de Buenos Aires, pero vive en la residencia de la calle Austria, en el barrio porteño de la Recoleta, desde hace un tiempo. Antes, pasó muchos años a cargo del Centro Cultural Nabla en Rosario, entre otros. Pero no fue posible hablar con ella por teléfono.

-Nuestra madre por lo menos debería tener lo mismo. Pero además estamos viendo que hay varias sociedades en Panamá y hasta una ONG en Ginebra a nombre de la tía Elina y un numerario del Opus Dei - dice Felipe.

El objetivo es llevar el reclamo hasta Roma, donde el Opus tiene a sus representantes máximos y a donde reportan los 68 países en los que tiene sedes: allí está ahora como primero en el orden de sucesión de la Prelatura el argentino Mariano Fazio, a quien nombró el papa Francisco y al que algunos de los hermanos Gatica Gianoli conocen. La fe en él está dividida: algunos de los hermanos creen que desde la cúpula podrían hacerle cambiar la actitud a la tía Elina; otros creen que si hasta hoy no hicieron nada, no lo van a hacer sino es porque la justicia llega hasta ellos.

Para esta investigación se pidió entrevista al Opus Dei en varias ocasiones para su testimonio sobre estas causas judiciales, pero no aceptó.


El 16 de octubre de 2008 sonó el teléfono en la casa de María Elena Abazo en la Ciudad de Buenos Aires: su tío Francisco Noreiko, de 81 años, había volcado su camioneta mientras conducía por la ruta 11 desde su casa en la ciudad de Salta a su finca en La Caldera. Cuando recibieron la noticia, ya habían pasado quince días desde el accidente, el hombre estaba parapléjico e inmovilizado por las fracturas en la columna y no podía hablar.

Ni María Elena ni su madre, Yanina Norekaite -hermana del accidentado-, conocían al hombre que les dio la noticia: se presentó como un amigo, dijo llamarse Alfredo Montanaro y contó que había sido testigo del accidente. Lo que no dijo fue que en esos días Noreiko había firmado un poder amplio para el manejo de todas sus cuentas y bienes a nombre de dos miembros del Opus Dei, Matías Amat Lacroix y Mariano Busaniche Iturraspe, ni que se habían donado sus seis inmuebles y tierras a la Asociación Cultural del Norte (ACN), una asociación civil ligada al Opus Dei. Montanaro tampoco les dijo que como Noreiko no podía mover la mano, había “firmado” los papeles con su huella dactilar. Y no hizo ninguna mención sobre la inscripción de las seis propiedades inmuebles en tiempo récord en el Registro de la Propiedad Inmueble a nombre de la ACN: en 48 horas el trámite estuvo finalizado.

Dos días después del llamado, la madre y la abuela -sobrina y hermana de Noreiko-, aterrizaron en Salta. De inmediato empezaron a sospechar: allá las recibió el numerario Amat Lacroix, que las acompañó a la clínica y después las visitó donde se alojaban con dos docenas de facturas y dos hojas que decían que Noreiko había firmado un poder amplio para el manejo de todo su dinero y bienes. Además les contó que antes del accidente estaban trabajando para formar una Asociación en una de las propiedades. Según denunciaron, les ofreció 20 mil pesos -entre 5 y 6 mil dólares-, dos pasajes para regresar a Buenos Aires y les prometió que él se ocuparía de todo. Todavía en shock después de ver a su tío Francisco en ese estado, María Elena le dijo que le dejara el papel para verlo al día siguiente. Algo desesperada por lo que podía interpretar del documento, la sobrina llamó a una conocida que trabajaba en la Inspección General de Justicia y se lo leyó por teléfono. La mujer le dijo: “Busquen un buen abogado ya porque les van a sacar todo”.

-Así empezó la pesadilla de nuestra familia contra el Opus Dei, que ya lleva más de once años-, dice Sebastián Rizzo, sobrino nieto de Noreiko, mientras enciende un cigarrillo en un parque porteño.

Ahora tiene 37 años y desde los 26 se ocupó junto a su mamá y su abuela de seguir la batalla judicial en Salta. Viajó varias veces al norte, porque su abuela pasó allá los últimos seis años de su vida, que fueron los primeros seis de la causa. Y murió sola, lejos de su familia, y con la pelea por la herencia de su hermano inconclusa.

Noreiko era un católico ferviente y formaba parte de la comunidad de la Iglesia del Pilar de la ciudad de Salta, jubilado como supervisor de escuelas, y era además muy conocido porque durante décadas había dirigido la peregrinación del Señor de Sumalao, una fiesta muy popular en esta provincia. Había estado exiliado durante la dictadura militar en Bolivia, era soltero y no tenía hijos. Era hijo de un inmigrante lituano que llegó al norte argentino a principios del siglo pasado, y allí creció con sus hermanas, que más tarde se mudaron a Buenos Aires.

-Eran muy cercanos y el tío venía siempre a pasar las fiestas con nosotros, nos traía regalos. Tenía un buen pasar económico, viajaba a Europa y había invertido en varias propiedades que siempre nos decía que podíamos disponer y nos invitaba-, lo recuerda el sobrino nieto.

Noreiko murió unos días después, tras una operación en la Clínica Santa Clara de Asís. Poco después, su hermana y su sobrina, católicas practicantes y muy creyentes en la Iglesia, escribieron una carta con el detalle de los hechos que entregaron en la sede principal del Opus Dei en la Argentina y que también le hicieron llegar al actual papa Jorge Mario Bergoglio cuando era cardenal de la Ciudad de Buenos Aires. En la carta denunciaban sus sospechas sobre el Opus Dei y anunciaban que irían a la Justicia: “(...) A fin de que en sus estrados se dilucide la verdad real de la voluntad de Francisco que consideramos viciada, máxime teniendo en cuenta que resulta sumamente extraño que no haya sido objeto de su postrera voluntad el beneficiar a su parroquia de toda la vida, a sus seres más queridos y cercanos y/o a cualquier entidad en la que haya participado activamente”.


Una institución opaca con manejos sectarios. Así define al Opus Dei un ex numerario durante tres décadas


El proceso judicial se inició en 2009 con una una causa civil y otra penal: los denunciantes piden la “Nulidad” de las actas de donación y piden que se investigue la posible “Administración Fraudulenta”, “Circunvención de incapaz”, “Simulación ilícita y/o fraude a la ley”. Además, piden que también se investigue si hubo “Homicidio Culposo”.

-A Noreiko no solo lo trasladaron de clínica cuando estaba con la columna destrozada, cosa que no se recomienda, sino que estaba privado de libertad, porque estaba inmovilizado con un chaleco y tracción cervical de varios kilos - dice al otro lado del teléfono José Fernando Chamorro, abogado de la familia de Noreiko, desde su estudio jurídico en Salta. Lleva 11 de sus 79 años con este expediente.

Además de las personas involucradas en la firma de los documentos, su querella es también contra la Prelatura de la Santa Cruz y el Opus Dei y el arzobispo salteño Monseñor Mario Cargnello, “que debe responder por el Opus Dei, una de sus organizaciones, lo mismo que por los actos de sus integrantes”.

-Esta causa tiene todas las pruebas que se necesitan y todas las trabas que te puedas imaginar: no se presentaron a declarar, después se negaron a declarar y tres veces que debían declarar se cortó la luz, se perdieron partes del expediente una y otra vez, la cambiaron de juzgado tres veces, resistieron medidas de prueba para no avanzar… Es una vergüenza - dice Chamorro.

Desde la Asociación Cultural del Norte no dan explicaciones. El numerario Matías Amat Lacroix contesta el teléfono en la organización pero dice que no quiere hablar de la causa, que todo pasó hace mucho tiempo y que es el abogado Carlos Cornejo el que sabe. El abogado Carlos Cornejo no atiende los llamados ni responde los mensajes. La oficina de comunicación del Opus Dei en la Argentina rechaza una entrevista para la investigación en varias ocasiones e incluso ante especificaciones sobre esta y otras denuncias del escribano Carlos A. Baldi, que confeccionó el poder y las actas de donación, no hay respuesta al pedido reiterado de entrevista, pero está su declaración judicial:

“Me llama para preparar unas escrituras y pedir todos los papeles previos el Sr. Matías, a comienzos del mes de Octubre de 2008” (...) “una vez que terminé de prepararlas me trasladé hasta el Hospital San Bernardo para que se lleven a cabo las mismas, con estampado del Sr. Noreiko de su dígito pulgar derecho y la firma de personas que estaban en el Hospital como testigos”.

Admite que antes del accidente Noreiko no le había manifestado su voluntad de esta donación. De lo que da fe es de papeles médicos que dicen que Noreiko estaba lúcido, aunque no se le hicieron pericias psicológicas. Y que hubo en ese acto de firma cuatro testigos, aunque en la causa no hay testimonios que avalen en ese acto. Sobre la estampa de la huella dactilar, dice que no sabe quién se lo pidió: “No sé si el firmante a ruego o uno de los testigos le levantó la mano y se puso en las hojas de la escritura, no recuerdo puntualmente pero uno de ellos fue”.

Desde la justicia salteña nadie quiere hablar del caso, pero confirman que “es una causa plagada de incidentes”. Los expedientes cuentan esta historia: la justicia en primera instancia procesó a los firmantes del poder y las escrituras, los testigos y el escribano por falsedad ideológica y circunvención de incapaz. La defensa apeló el procesamiento y la Cámara de Apelaciones falló a su favor. El abogado de la familia de Noreiko presentó un recurso de casación que terminó en la Corte Suprema de Salta, que revocó el fallo de la Cámara de Apelaciones, por lo que la causa volvió a primera instancia. Eso fue en mayo de 2019. Desde entonces no hubo novedades. Chamorro está esperando el fin de la pandemia para poder acceder al expediente. Pero, como ejemplo de lo que no se hizo, dice que ni siquiera se peritó que la huella digital estampada en los papeles fuera la de Noreiko.

-Hicimos de todo en este tiempo: llamarlos para que nos digan algo, les pusimos un pasacalle ahí en la sede central en Recoleta, les mandamos tres Carta Documento: al Arzobispo de Salta, Mario Cargnello, a la Asociación Cultural del Norte y al Opus Dei. Cargnello nos respondió que era un tema del Opus, ‘que no es lo mismo que la Iglesia Católica’ - dice, haciendo el gesto de entrecomillar lo que dice-. El Opus nos respondió que ellos no se responsabilizan por lo que hacen sus miembros.

Hoy, once años después de iniciada la causa, las seis propiedades de Noreiko -todas en la ciudad de Salta y alrededores- están inmovilizadas pero corren distinta suerte: la familia mantiene la posesión de un departamento en la capital; en la finca de La Caldera -a la que iba cuando se accidentó- están los caseros y la familia denuncia usurpación y que actúan a pedido del Opus Dei; la casa de la calle Alsina en la que vivía Francisco quedó abandonada después de la denunciada de la familia por violación de puerta mientras el hombre estaba internado, y los dos terrenos -uno es el predio Campo Quijano- también están abandonados.

-Hay miembros del Opus Dei dentro del Estado y eso es más evidente en Salta: están en la justicia, en la política, en el parlamento. Y si no son ellos, son otros que les tienen miedo a ellos o en los que influyen - dice Chamorro, que además de abogado fue diputado provincial por la Unión Cívica Radical.

Chamorro apunta a la esencia del Opus: la condición laica de sus miembros numerarios y agregados aun cuando tienen compromisos de vida equivalentes a los de los religiosos: castidad, pobreza y obediencia. Esa laicidad jurídica les permite ejercer todo tipo de cargos en la sociedad civil: son jueces, directores de empresa, periodistas, escribanos, políticos, médicos, psiquiatras y profesores en instituciones públicas.

Para el abogado, ese poder es la única razón de la demora: cuando la causa promediaba cinco años, y el expediente no avanzaba hizo un pedido formal al Poder Judicial salteño para que sus magistrados informaran si eran parte del Opus Dei.

-Me respondieron que no lo iban a informar, en nombre de la libertad religiosa. Y ahí sigue la causa - dice Chamorro.

La Asociación Cultural del Norte, a la que se transfirieron las seis propiedades de Francisco Noreiko, tiene su sede principal en la ciudad de San Miguel de Tucumán y varias propiedades distribuidas en esa provincia. Pero tiene también una sede en Salta: en la misma manzana que ocupa el Bachillerato Humanista Moderno, en pleno centro de la ciudad, propiedad del Arzobispado a cargo de Mario Cargnello. La entrada de la institución educativa es en el 680 de Mitre y la de la asociación civil es el 660.

Creada en 1981, la ACN fue parte de la segunda etapa de expansión de la Prelatura de la Santa Cruz y el Opus Dei en Sudamérica. “La Obra” creada en 1928 en España por el cura Josemaría Escrivá de Balaguer desembarcó en Chile y Argentina casi al mismo tiempo, a mediados del siglo pasado. De allí fue a Uruguay. Y en la década de 1960 fue cuando se crearon muchas de las asociaciones civiles que nuclean las iniciativas apostólicas: emprendimientos educativos, residencias universitarias, clubes y centros culturales.

Tan rápido creció en ese tiempo que el fundador visitó Santiago y Buenos Aires en 1974. Todavía no tenían la figura jurídica de Prelatura Personal, la única de la Iglesia Católica, que les otorgó el papa Juan Pablo II en 1982 y que les permitió manejarse con una autonomía excepcional, distinta de la que tiene una orden o una congregación, y bajo sus propios estatutos.

Hoy en la Argentina, son al menos 17 las asociaciones civiles ligadas al Opus Dei, y de ellas dependen unas cincuenta instituciones en todo el país. Pero en los registros declarados figuran como propietarias de más de cien inmuebles, entre ellos varios son predios y edificios enteros en los barrios más caros de Buenos Aires y cuestan varios millones de dólares. El Opus Dei insiste en que no tiene bienes propios y que todas estas son iniciativas apostólicas de sus miembros a los que ellos sólo prestan asistencia espiritual (ver Dónde está el Opus Dei).

El mismo esquema de funcionamiento se reproduce en Uruguay , en Chile y en los otros 65 países en los que funciona. Es difícil saber hoy cuántos miembros tienen. Aunque oficialmente ellos declaran que son unos 90 mil, de los cuales solo 2 mil son religiosos y el resto “cristianos corrientes en medio del mundo”.

Los laicos son los que mantienen el funcionamiento de la Obra: numerarios y agregados entregan su trabajo en el mantenimiento de los centros residenciales o el fruto de su trabajo -salario- si ejercen su profesión fuera. Pero además, unos y otros al ingresar deben despojarse de todas sus posesiones para cumplir con el compromiso de pobreza. No son obligados a entregarlos a la institución, pero sí son invitados a hacerlo bajo el argumento de que el Opus es su “nueva familia”.


https://www.connectas.org/RECURSOS/causas-judiciales-que-enfrenta-el-opus-dei.html.