¿Cómo afectará el coronavirus los hábitos reproductivos? La uruguaya Ana Fostik, doctora en Demografía que se desempeña como analista en la agencia nacional de estadísticas de Canadá, examinó las tendencias en el boletín de The Vanier Institute of the Family. Incertidumbre y aplazamiento son los conceptos clave.
En las primeras semanas después de que comenzaron las medidas de salud pública y los confinamientos económicos en respuesta a la pandemia de covid-19, la vida social de millones de adultos se detuvo de repente y muchos comenzaron a pasar todos los días en casa. Esto llevó a algunos a preguntarse si, en unos nueve meses, veríamos un aumento en los nacimientos. ¿Podría haber una generación “coronial”, un baby boom?
Aunque muchas parejas han pasado más tiempo juntas, también han atravesado una variedad de desafíos y transiciones difíciles que las generaciones contemporáneas nunca habían experimentado: el sistema de salud fue muy afectado por la pandemia, los niños repentinamente dejaron el jardín o la escuela y pasaron a necesitar educación en el hogar, algunos adultos debieron trabajar desde casa mientras cuidaban a los niños pequeños, y muchos otros tenían dificultades con sus finanzas familiares, ya que se encontraban desempleados, trabajaban menos horas u obtenían menores ingresos.
En el caso de Canadá, fueron millones los trabajadores que quedaron sin empleo o con una reducción horaria como resultado de la cuarentena, y la tasa de desempleo alcanzó un máximo histórico de 13,7% en mayo de 2020, frente al 5,6% de sólo tres meses antes. Alrededor de la mitad de los trabajadores independientes vieron una reducción en el número de horas trabajadas, acompañada en la mayoría de los casos por una pérdida de ingresos. Como resultado, más de uno de cada cinco adultos vivía en un hogar con dificultades financieras para cumplir con obligaciones básicas como alquileres, hipotecas y alimentos ese mes, según una encuesta de Statistics Canada de mayo de 2020.
“En este contexto, me sorprendería mucho si los proyectos familiares no cambiaran”, dice Benoît Laplante, profesor de Demografía familiar en el Instituto Nacional de Investigación Científica de Montreal. De hecho, la evidencia sugiere que es muy poco probable que la fecundidad aumente nueve meses después de que comenzaron las cuarentenas. Por el contrario, investigaciones anteriores muestran que se puede esperar una reducción de la tasa global de fecundidad a corto plazo. Las recesiones económicas, la incertidumbre del mercado laboral y, en términos más generales, la incertidumbre social y las expectativas negativas sobre el futuro se han asociado con el aplazamiento de los planes de maternidad y, por lo tanto, con reducciones en el número de nacimientos dentro de una población.
La incertidumbre del mercado laboral afecta los planes de maternidad
Un metaanálisis reciente sobre los impactos del desempleo y el empleo temporal en la fecundidad en Europa mostró que las personas que han experimentado episodios de desempleo tienden a retrasar los nacimientos planeados.1 A medida que el desempleo resulta en una pérdida de ingresos y una mayor incertidumbre sobre las perspectivas laborales futuras, es más probable que los planes para comenzar o expandir la familia se detengan hasta que transcurran mejores tiempos financieros.
Esto ha sido particularmente cierto entre las parejas heterosexuales cuando su integrante masculino quedó desempleado, y tuvo un impacto no sólo en la decisión de tener el primer hijo, sino también entre aquellas parejas con hijos que habían planeado ampliar la familia. Los datos también mostraron que desde 1970 a 2015 el desempleo se volvió cada vez más perjudicial para la fecundidad a medida que las condiciones en el mercado laboral se volvieron más desafiantes y los puestos de trabajo permanentes, menos comunes.
Por otro lado, en algunos países las mujeres aprovecharon sus períodos de desempleo como una oportunidad para tener a sus hijos planeados. En ese momento, el tiempo para la maternidad y la crianza de los hijos se volvió más disponible y los costos de oportunidad disminuían (entendidos como tiempo ocupado en el mercado laboral desarrollando experiencia que les permitiera avanzar en sus carreras profesionales). Sin embargo, este no fue el caso en los países más afectados por la Gran Recesión de 2008 en el sur de Europa (es decir, Italia y España), que también fueron aquellos con los niveles de fecundidad más bajos.
También se descubrió que las personas con trabajos temporales tienen menos probabilidades de tener hijos durante los períodos de incertidumbre económica, particularmente cuando tienen un segundo o tercer hijo. Según el estudio, esto es resultado del mayor impacto financiero de tener más integrantes en la familia. Los hombres aparecen más afectados por el desempleo que por tener un trabajo temporal, especialmente en contextos donde se espera que ellos sean los principales proveedores financieros del hogar. Tener un trabajo, independientemente de sus características, es mejor que no tener ninguno a la hora de comenzar o expandir la familia.
La gran recesión asociada a la disminución de la fecundidad en Europa
Las crisis económicas pueden afectar las intenciones de fecundidad y la natalidad incluso cuando las personas no se ven directamente afectadas por la pérdida de un empleo o de ingresos. Las recesiones se traducen en una reducción del crecimiento del producto interno bruto (PIB) y un aumento del desempleo, y en tiempos de incertidumbre sobre el futuro económico y la estabilidad del mercado laboral las personas pueden mostrarse reacias al riesgo y con tendencia a evitar compromisos a largo plazo, entre los cuales tener un hijo es el más irreversible. Las expectativas negativas sobre el futuro pueden llevar a muchas familias a posponer los planes de maternidad hasta tiempos de mayor certidumbre.
Un ejemplo reciente e interesante de esto se puede encontrar en Europa, donde las tasas de fecundidad habían aumentado desde los primeros años de la década de 2000. Durante y después de la gran recesión de 2008-2009, las tasas de fecundidad se estancaron y luego disminuyeron en la mayoría de las regiones europeas, particularmente en las más afectadas por la crisis.
Un artículo reciente sobre el impacto de esta recesión en la fertilidad en 28 países europeos entre 2000 y 2014 analizó los efectos del desempleo, el desempleo a largo plazo y la disminución del PIB. El estudio encontró que cuando el desempleo aumentó, las tasas de fertilidad disminuyeron significativamente. Además, el efecto del desempleo fue más fuerte durante el período de la recesión (entre 2008 y 2014) que antes de su inicio, lo que sugiere que su impacto negativo en el comportamiento de la fecundidad puede acentuarse en ese contexto.2
Las narrativas de incertidumbre
Si bien la economía europea se recuperó después de la recesión, en muchos países de Europa la fecundidad no volvió a los niveles anteriores, sino que continuó disminuyendo. Esto ocurrió en especial en algunos países nórdicos, donde los efectos de esa crisis fueron leves y la disminución de la fecundidad comenzó más tarde y continuó después de 2014, una vez que las condiciones macroeconómicas mejoraron. Esto llevó a algunos investigadores a centrarse en la presencia de “incertidumbre fundamental” con respecto al futuro y su impacto en las aspiraciones familiares. Su argumento es que la incertidumbre fundamental respecto del futuro de la economía, y también de los sistemas políticos a nivel global, puede tener un impacto en las narrativas, las perspectivas y la visión del mundo de las personas, independientemente de si han experimentado un trabajo precario o desempleo. A medida que se generalizan las “narrativas de incertidumbre”, los nacimientos se aplazan, incluso cuando la economía se recupera.3
Un estudio de los efectos de una crisis financiera en Italia en 2011 y 2012 mostró que, cuando las personas buscaban en Google el término técnico spread (un indicador utilizado por los economistas para medir la falta de confianza en un sistema financiero), los nacimientos caían bruscamente a los nueve meses. Estimaron que los nacimientos se redujeron entre 2,5% y 5% como consecuencia de estas “narrativas de incertidumbre”.4
La pandemia de covid-19 está afectando los planes de maternidad
Una encuesta reciente aplicada a personas de 18 a 34 años en varios países europeos (Italia, España, Francia, Alemania y Reino Unido) estimó la proporción de nacimientos planificados para 2020 que se está retrasando. A los adultos que habían declarado a principios de 2020 (es decir, antes del brote de coronavirus) que planeaban concebir o tener un hijo para fin de año se les preguntó si la pandemia había alterado estos planes de alguna manera. El estudio encontró que los individuos efectivamente cambiaron sus planes reproductivos en todos los países estudiados, y que la situación los llevó a aplazar o abandonar el plan para este año.
El impacto varió de un país a otro, pero en Italia y España casi un tercio de quienes planeaban un nacimiento para 2020 abandonaron el proyecto por este año. La mitad o más de los encuestados en Alemania, Francia, España y Reino Unido declararon que su plan de tener un hijo todavía se mantenía, pero lo posponían para más adelante en el año.
Los nacimientos planeados por madres de 40 años o más
Las experiencias de crisis económicas y sanitarias pasadas (por ejemplo, la pandemia de gripe de 1918) han demostrado que algunos de los nacimientos que se posponen en tiempos de crisis se recuperan más adelante. La gente a veces espera hasta que los tiempos sean menos inciertos antes de continuar con nacimientos que habían sido planeados previamente.
Laplante señala que la diferencia entre aplazar un nacimiento y abandonar por completo el proyecto de tener un hijo puede volverse especialmente borrosa en las circunstancias actuales. “Lo más probable es que las personas retrasen o abandonen sus planes reproductivos. Y cuando uno demora, después de un tiempo, puede terminar abandonando... Ahora todos vivimos en la incertidumbre, ¿y cuándo tendremos una vacuna? En dos años, tal vez”. El razonamiento de Laplante es que si las mujeres de 30 años o más planeaban tener dos hijos, y luego decidieron esperar hasta que una vacuna esté disponible para su próximo nacimiento, podrían quedarse sin tiempo para tener su primer o segundo hijo antes de alcanzar el límite biológico de fertilidad.
Por lo tanto, es posible que algunos de estos planes de nacimiento no se “recuperen”. En muchos países occidentales las mujeres cada vez esperan más para tener su primer hijo, ya que muchas optan por desarrollar sus caminos profesionales y educativos previamente. Incluso los nacimientos a partir de los 40 años han aumentado en las últimas décadas, lo que representa una proporción cada vez mayor de los primeros nacimientos. En 2014, se estima que 3,6% de todos los nacimientos en Canadá fueron de madres de 40 años o más.
Para las mujeres de esa edad, una proporción importante de nacimientos se ve facilitada por la tecnología de reproducción asistida. Dado que muchos de estos procedimientos se interrumpieron durante meses en medio de la pandemia, los nacimientos a edades más avanzadas podrían verse más afectados. En las sociedades donde una mayor proporción de nacimientos se produce entre mujeres de 40 años, algunos de los nacimientos planificados que ya se retrasaron podrían no ocurrir nunca: el reloj biológico podría agotarse antes de que tanto el mercado laboral como los sistemas de salud vuelvan a los estándares anteriores.
Los datos de Quebec y Ontario muestran el impacto en la fecundidad más allá de la recuperación económica
La tasa global de fecundidad es una “instantánea”, una estimación de cuántos hijos tendrían las mujeres en promedio, durante su vida, si las condiciones de fecundidad en el momento persistieran durante toda su vida reproductiva. Es por eso que podemos esperar una reducción de las tasas de fecundidad durante un período de turbulencia o incertidumbre social y económica, seguida de un repunte, una vez que la crisis termine: al menos una parte de los nacimientos que se posponen son simplemente “recuperados”, siempre y cuando los planes y los ideales reproductivos permanezcan intactos.
Laplante advierte que en Quebec y Ontario las tasas de fecundidad comenzaron a caer en la recesión de 2008 y, como sucedió en los países europeos, continuaron cayendo una vez que esta terminó y las tasas de desempleo bajaron. Ahora se está investigando por qué la disminución de la fecundidad no se revirtió en estas dos provincias canadienses: ¿hay cambios más fundamentales en curso que no son sólo producto de un trastorno temporal?
Sólo el tiempo dirá si las generaciones afectadas por la crisis de covid-19 tendrán el mismo número de niños que habían planeado pero en un momento posterior, o si su número ideal de niños cambiará en estas circunstancias. Si algunos adultos deciden renunciar por completo a la maternidad o paternidad como respuesta a los nuevos desafíos provocados por la pandemia y la crisis económica asociada, es probable que las generaciones más jóvenes no tengan hijos. Actualmente es demasiado pronto para saberlo, pero la investigación sobre los cambios en las intenciones de fertilidad antes y después de la pandemia será de crucial importancia para comprender este aspecto de la vida familiar.
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Giammarco Alderotti et al. Employment Uncertainty and Fertility: A Network Meta-Analysis of European Research Findings. Econometrics Working Papers Archive 2019_06. Universita’ degli Studi di Firenze, Dipartimento di Statistica, Informatica, Applicazioni “G. Parenti” (2019). ↩
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Francesca Luppi, Bruno Arpino y Alessandro Rosina. The Impact of COVID-19 on Fertility Plans in Italy, Germany, France, Spain and UK (2020). ↩
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Daniele Vignoli et al. Economic Uncertainty and Fertility in Europe: Narratives of the Future. Econometrics Working Papers Archive 2020_01, Universita’ degli Studi di Firenze, Dipartimento di Statistica, Informatica, Applicazioni “G. Parenti” (2020). Link: https://bit.ly/3eIuVvS. ↩
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Chiara L. Comolli y Daniele Vignoli. Spread-ing Uncertainty, Shrinking Birth Rates. Econometrics Working Papers Archive Universita’ degli Studi di Firenze, Dipartimento di Statistica, Informatica, Applicazioni “G. Parenti” (2019). ↩