1
Religión, abra la calle
al arrabal, geniecillo
original. La cabellera
oral, la gala increíble,
la bola lírica general.
La bella relación gira,
el árbol reina, glacial.
El Caribe, gloria llana,
acribillará el galeón.
Ella no brillará ciega
ni celebrará algo allí.
El cielo al girar, banal,
oligarca liberal en la
grilla aeróbica, llena
la lacra ágil, rebelión
laica en barril legal, o
billar en loca alegría:
la liberación llegará.1
2
“¿Qué ver en el oráculo?
¿Cuervo en querella o
ave en cruel loquero?
¿Qué llavero ocre une
aquel nérveo lucero
al velo que un recreo
aquel cerro en vuelo
relevó? ¿El arco que un
león curró? ¿El ave que
veneró lo que le cura?
¡No, qué leve eco rural!
El que no corre vuela”.
3
“Indeleble, sacra,
la cebra senil de
crin deseable, la
sirena del cable,
debe encallar si
blinda ese lacre
en carillas. Debe
irse del balance,
sanar del célibe
edil, bancarse el
desenlace. Abril
será declinable.
La carne es débil,
celebrada sin el
enlace de Brasil.
‘Será bella’, dicen.
Saben ceder allí
a ellas, bendecir
el decibel; rasan
balde sin cereal
ni sed. Cabellera
rebelde, sin laca.
Al bedel, sincera,
Belén de Ariscal”.
4
“Gusano de colchonera,
chulo renegón, sacado
del ancho sauco negro
un anochecer glosado,
haces un gol enrocado,
gran consuelo echado,
gránulo cosechado en
lunes acogedor. Ancho
ángulo denso, corchea
de conga celosa, hurón
arcano, segundo lecho
según el caco honrado.
Escuadrón no hace gol
con el aragonés ducho.
¡Escúchalo, andrógeno!
Su hongo encarcelado,
ósculo reenganchado,
egresó. Chacón adulón,
halcón, ego censurado,
el ganso cornudo hace
sudar colágeno. Noche
honrada conoce su gel.
Cuando hago el censor,
su hondo goce craneal,
alegrón no escuchado,
choca el rugoso andén.
Gané el concurso, hado,
he ganado el concurso”.2
Extraídos de la novela Sagrado colegio (Criatura Editora, 2014).