El asesinato de Ibero Gutiérrez, en 1972, truncó no sólo la vida de un militante excepcional, sino la de un artista vanguardista y multidisciplinario. Su obra fue publicada póstumamente, en gran parte gracias al esfuerzo del poeta e investigador Luis Bravo, que la recogió y sistematizó con otros investigadores. A partir de esas recopilaciones (especialmente, Obra junta, La pipa de tinta china: diarios carcelarios y Mover el antiguo instrumental de la noche: 57 piezas dramáticas o Teatro Completo) fue posible establecer nexos entre el arte y la política de las juventudes uruguayas de los años 60, y también cotejar la sintonía entre esas manifestaciones y las de otras partes del globo que se veían igualmente atravesadas por la cultura del Mayo del 68.

La historia de Diane Denoir y su círculo permite hacer asociaciones similares. En nuestra nota de tapa, la artista cuenta cómo sus viajes terminaron cambiando su mirada política, cómo se acercó a un grupo político revolucionario y cómo la represión dictatorial afectó su creatividad, entre otras muchas cosas. Se pueden hacer conexiones superficiales con la trayectoria de Ibero Gutiérrez (después de todo, ambos eran cosmopolitas, ambos cruzaron diversas disciplinas, ambos militaron en el Movimiento 26 de Marzo y ambos tuvieron contacto con Mario Benedetti), pero sobre todo llama la atención la sintonía entre proyectos artísticos removedores y un creciente compromiso político.

La obra de Denoir y los suyos, además, es blanco desde hace unos años —vía su propio recorrido en nuestro país y vía reconocimiento del exterior, como da cuenta Federico Medina en su texto— de una revisión que la pone a circular junto a la música pop que acompañó al 68. El beat uruguayo, el candombe beat, es también parte de los global sixties.

Esperamos que disfruten tanto como nosotros el perfil de esta artista, testigo y creadora de esa época, que publicamos ahora.

Hasta la próxima.