Desde la tapa, Braulio López nos observa con su ceño característico, aunque en la conversación que tuvo con Daniel Machín aflora también el humor, a veces producto del absurdo en medio de situaciones complicadas. Como es lógico, en la entrevista con esta figura ineludible de la música uruguaya se habla de sus orígenes, de su carrera, de su tipo particular de aproximación a la creación. Siempre aparecen detalles inesperados cuando se trata de Los Olimareños.
También es interesante leer las palabras de Braulio en continuidad con las de Diane Denoir, que fue la protagonista de nuestra portada anterior (¿no la leyeron?, ¿qué esperan?). Se trata de artistas con formaciones casi antitéticas y concepciones muy distintas acerca de lo popular y la vanguardia, pero que, a pesar de sus diferencias generacionales, compartieron un mismo espíritu del tiempo. La búsqueda de una expresión con arraigo primordialmente local es central para Los Olimareños y también fue un elemento importante para la gente del beat uruguayo y sus experimentos con el candombe (y la milonga). Braulio López y Diane Denoir son, ante todo, parte de una corriente de artistas e intelectuales que acompañó con entusiasmo la opción por el cambio político, y que luego padeció de diversas formas la represión desatada en nuestro país y la región.
Es verdad que el tiempo facilita encontrar semejanzas entre corrientes o personas que en su momento parecían más distantes (de lejos todo se ve más cerca), aunque también es cierto que la perspectiva temporal es imprescindible para encontrar sentidos. En este mes, que también es el del Día Internacional de la Mujer, en Uruguay habrá una consulta popular en la que lo que se votará conlleva, además de consecuencias específicas, un mensaje acerca del tipo de sociedad y las formas de gobernar que se desean. Sería deseable que, como en aquella época, los distintos movimientos con coincidencias de fondo acerca del cambio pudieran confluir nuevamente.