Llovía torrencialmente. Estábamos en Paysandú esperando para ir hasta los palmares de Guichón. Teníamos que hacer unas tomas audiovisuales del lugar para nuestro proyecto Flora Nativa. A pesar de las inclemencias del tiempo, partimos por la Ruta de los Charrúas y comenzamos a imaginar un mágico atardecer.
La ruta 90 atraviesa el departamento de Paysandú de oeste a este y es una carretera por la cual sale gran parte de la producción forestal de Uruguay. En abril de 2004 se llamó a esta carretera y a su continuación sobre la Cuchilla de Haedo Ruta de los Charrúas.
Ubicados en el noroeste del país sobre suelos arenosos, los palmares de Guichón son una agrupación numerosa y pintoresca de palmeras Butia yatay. Llamativas por su aspecto tan esbelto y erguido, de troncos altos y hojas pinnadas, estas palmeras se despliegan en las praderas y las laderas de la sabana subtropical de Uruguay.
Butia yatay
Nombre popular: Yatay.
Porte: Palmera de 8 a 12 m de altura.
Hojas: Pinnadas.
Follaje: Perenne.
Flores: Inflorescencias flexuosas.
Fruto: Con forma de óvalo y terminado en punta.
Usos: Fruto comestible fibroso. La semilla se utiliza para eliminar parásitos intestinales. Sus hojas se usan para techar.
Las palmeras son árboles típicos de las regiones tropicales, por lo que cuando se las ve en zonas más templadas llaman aún más la atención. Las de aquí, junto con la palma chilena, son las más australes del planeta. Son una especie de crecimiento muy lento, que necesita mucha luz para su desarrollo. Se estima que viven entre 200 y 300 años, aunque este dato aún no está establecido.
La sabana sudamericana abarca el extremo sur del estado de Río Grande del Sur, en Brasil, casi todo nuestro territorio y la provincia de Entre Ríos. En el Palmar de Colón es donde se encuentra la mayor población de palmeras Butia yatay.
En Uruguay hay cuatro especies del género Butia y todas están separadas geográficamente entre sí: Butia lallemantii, Butia paraguayensis, Butia odorata y Butia yatay. A la yatay la encontramos en Río Negro y Paysandú; a la lallemantii o palmera enana, en el norte de Rivera; a la yatay enana (Butia paraguayensis), en el límite entre Rivera y Tacuarembó, y a la más conocida, principalmente por sus frutos, utilizados en gastronomía, y su proximidad con el océano, la Butia odorata, en los grandes y también mágicos palmares de Rocha.
En su artículo “Palmeras del Uruguay”, de 1974, Jorge Chebataroff explica:
[...] existe una tan divulgada y persistente creencia de la anterior existencia de una línea o banda de palmeras que cruzaba la porción media del territorio nacional del Este al Oeste... dicha banda parece no haber existido nunca sino como una sucesión de islotes de tres especies diferentes: butiá, del este, yatay, del oeste, y de la palma chirivá, que ha aprovechado las márgenes fluviales para diseminarse. Lo dicho no invalida el hecho de que el hombre, como también algunas especies de animales, puede en algunos casos ser factor de diseminación de los vegetales cuyos frutos utiliza.
Margyricarpus pinnatus
Nombre popular: Yerba de la perdiz, perlilla.
Porte: Arbusto de 15 a 30 cm de altura, ramoso, espinoso.
Hojas: Imparipinnadas, alternas.
Follaje: Perenne.
Flores: Solitarias, axilares. Florece en verano.
Fruto: Globoso y carnoso.
Usos: Antiviral, diurético y aperitivo. Fruto comestible.
Esta fruta ancestral, fibrosa, ácida y dulce tiene usos diversos. Se preparan licores, jaleas y dulces; con sus semillas se fabrica café y con su fibra, harinas, máscaras, sombreros; además, se usa como sustitución del yute, entre otras muchas aplicaciones. En la copa de esta palmera se forma una sustancia harinosa con la que se elabora almidón y fécula. También es considerado uno de los mejores alimentos para engordar ganado vacuno.
Estamos en la parte más alta de la Cuchilla de Haedo, en el nacimiento del arroyo Guayabo, a cinco kilómetros de las termas de Almirón, en una división de la cuenca de los arroyos Negro, para un lado de la cuchilla, y Santana, para el otro. Hacia un lado, el departamento de Río Negro y hacia el otro, Paysandú. Esta zona, además de ser un sitio que se destaca por su belleza y singularidad, fue testigo de la batalla de Palmar, allá por el año 1838, y de la Revolución del Quebracho, en 1886.
A siete kilómetros de Guichón, luego de pasar la cañada Grande, se puede ver la primera isla de palmeras y los cerros de la cuchilla adornados por esas siluetas. Andrés González, ingeniero agrónomo y gran conocedor de nuestra flora nativa, nos aconseja mencionar la yerba de la perdiz, Margyricarpus pinnatus, una planta herbácea de la familia de las rosáceas nativa de América del Sur.
Su nombre proviene del griego argyron, que significa ‘plata’, y de karpos, ‘fruto’. La forma y el color que tiene también originan su nombre común, perlilla, por su similitud con las perlas. También se la llama yerba de la perdiz porque esa ave la incluye en su dieta. El epíteto pinnatus hace referencia a la forma de sus hojas, que son pinnadas (del latín pinnatus, ‘con alas o aletas’).
Como necesita sol pleno, se la suele encontrar en lugares planos o laderas con exposición norte; por eso es común encontrarla aquí. Su fruto es comestible y dulce, y se utiliza para preparar licores y salsas y en la repostería.
Trichocline incana
Nombre popular: Árnica de campo.
Porte: Herbácea de hasta 30 cm de altura.
Hojas: Alternas.
Follaje: Persistente.
Flores: Florece de octubre a diciembre.
Fruto: Aquenios aplanados.
Usos: Se maceran las flores a 20% y se aplica el resultado en forma de compresas sobre las heridas o contusiones. También se utiliza como digestivo.
Otra de las especies que también se asocian a estos ambientes es la hermosa Trichocline incana, llamada comúnmente árnica de campo o yerba calmante. Esta herbácea está incluida en la lista de especies prioritarias para la conservación del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP). Su nombre viene del griego tricho, ‘pelo’, y de cline, ‘lecho’. El específico incana deriva de blanco, canoso, debido al color de la cara inferior de sus hojas.
De flor muy llamativa, crece con forma de roseta y tiene raíces muy profundas, lo que le permite adaptarse a suelos arenosos y rocosos. El árnica de campo tiene propiedades similares a la Arnica montana, originaria de Europa, donde crece también en forma silvestre. Ambas especies pertenecen a la familia botánica Asteraceae, al igual que la manzanilla y la caléndula. El árnica se prepara en pomadas, cremas, aceites y glóbulos homeopáticos para calmar dolores musculares, esguinces, hinchazones y problemas relacionados con los huesos y los tendones, como la artritis reumatoide.
En noviembre de 2016 se llevó a cabo la primera edición de Luna Llena en el Palmar. Lo organizó el Grupo de Guías de Guichón, con Carlos Urruty a la cabeza. El evento, que luego se dejó de hacer por la pandemia, consiste en pernoctar una noche en el palmar bajo la luz de la luna llena. Las personas llegan, eligen dónde acampar, luego recorren los palmares y se da inicio al fogón. Tras la cena, comienza la guitarreada bajo nuestro satélite natural en su fase completa.
Otro de los circuitos turísticos que promueve el grupo es el de la cañada Grande, donde recorren 38 kilómetros y transitan por el sitio de la batalla de Palmar, por antiguas estancias, por mangas y cercos de piedra, hoy cubiertos en su mayoría por vegetación.
Las mangas de piedra se encuentran principalmente en los departamentos del norte del país. Se trata de cercos construidos a finales del siglo XVIII, cuando no había alambrados para resguardar al ganado.
Fuimos hasta lo de Carolina Valdomir, compañera de Carlos Urruty, baqueana, oriunda de Paysandú, integrante del Grupo de Guías de Guichón y apasionada por los palmares de su ciudad natal. En ese momento Urruty estaba haciendo una recorrida por el paisaje protegido Montes del Queguay con una delegación del SNAP. El plan era que ella nos hiciera el tour, pero su hija había estado en contacto con un caso positivo de covid-19, por lo que no pudo ir.
Achyrocline satureioides
Nombre popular: Marcela blanca.
Porte: Arbusto de hasta 1 m de altura.
Hojas: Alternas.
Follaje: Perenne.
Flores: Florece en marzo y abril.
Fruto: Aquenios pequeños.
Usos: Medicinal, digestivo y para el control de enfermedades cardiovasculares. Externamente se utiliza como antiinflamatoria y antiséptica.
Valdomir nos recibió muy amablemente al aire libre en su casa en Guichón y nos contó de su vida y del amor que siente por esa zona. Una de las cosas positivas que ha tenido esta pandemia, reflexiona, es que motivó a las personas a reconectarse con las antiguas tradiciones, la gente se apropió más de lo que se estaba perdiendo. Una de esas costumbres es la de salir a cosechar la rumiada de las vacas en la Semana de Turismo, porque donde hay palmar, hay marcela (Achyrocline satureioides).
La rumiada es lo que desecha la vaca luego de comerse los butiás; es muy difícil sacarle la almendra al coquito, ya que es muy duro, y el trabajo de la vaca hace más fácil esta tarea.
Es tradición en nuestro país salir a cosechar marcela los viernes santos, aunque no sabemos bien por qué, si bien coincide con la época de floración de esta planta. Nuestras abuelas nos decían que la marcela cosechada ese día se conserva mejor.
Una de las costumbres de Valdomir y su familia es cosechar el fruto del arazá rastrero (Psidium salutare var. sericeum), que abunda en esos campos. Según ella, pocos lo conocen y no es tradición recolectarlo, pero en su casa prepara ricas mermeladas. Esta especie es la variedad peluda del arazá; se trata de un arbusto pequeño que crece en suelos arenosos. Psidium es el nombre antiguo en latín dado a la granada y se aplica en esta especie por la similitud de sus frutos. Salutare hace referencia a la salud y sericeum es un epíteto latino que significa ‘seda’.
Psidium salutare var. sericeum
Nombre popular: Arazá rastrero.
Porte: Arbusto de hasta 80 cm.
Hojas: Simples, pubescentes.
Follaje: Persistente.
Flores: Solitarias con pedúnculo pubescente.
Fruto: Baya pubescente. Fructifica en verano.
Usos: Fruto comestible. Ornamental.
Luego de la charla, Valdomir nos dio indicaciones para hacer unas buenas tomas. A siete kilómetros de Guichón, luego de pasar la cañada, está la primera “isla” de palmeras yatay, en las laderas de los cerros. Tomamos el camino de la calle Tropas y fuimos cuesta abajo, siempre mirando a la izquierda, del lado de Río Negro; el otro lado, en Paysandú, está forestado con eucaliptos.
Las poblaciones de Butia yatay en Argentina y el sur de Brasil se consideran en peligro de extinción; en Uruguay aún no se sabe realmente en qué condiciones están. Sí es cierto que el sobrepastoreo, la agricultura y la forestación no ayudan a preservarlas, ya que el ganado come los rebrotes, la agricultura avanza con su paquete agrotecnológico y la forestación toma cada vez más lugar.
En Uruguay la Butia yatay está legalmente protegida y controlada por el Estado (Ley 9.872, de 1939). “Está prohibida la destrucción total o parcial de montes o ejemplares” y es considerada ilícita la extracción comercial de su materia prima sin la autorización previa del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca. Está protegida la palmera, pero no el ecosistema.
Valdomir nos indicó que si seguíamos por el camino por entre los palmares llegaríamos hasta una virgen, un antiguo panteón de la familia Teixeira, que en 1922 mandó traer de Italia una escultura para colocar cerca de las urnas. Con el correr del tiempo el panteón quedó abandonado y ahora se puede ver la estatua rodeada de palmeras.
Las nubes grises desaparecieron y el cielo se pintó de hermosos colores rojos y anaranjados. Quedamos inmersas en el presente mirando maravilladas a nuestro alrededor. Este lugar resulta todo un espectáculo visual, y aún más luego de una lluvia y la salida del sol. El cielo nos regaló esos bellísimos colores que tiñeron todo el palmar y nos hicieron enamorar del lugar.