—Soy criptovegano.

—¿Eso qué quiere decir?

—¿Sabés lo que quiere decir vegano?

—Sí, que no comés carne. ¿No?

—Quiere decir que no consumo ningún producto derivado de animales, nada que sea animales ni que venga de animales, ni siquiera miel.

—¿Pero pescado comés?

—El pez también es un animal. Quizás debería explicarte cómo funciona el veganismo. Mirá...

—No, no. Ya me acuerdo. Pero... ¿y lo cripto? ¿Es por criptomonedas? ¿Comés monedas?

—Las criptomonedas no se pueden comer.

—Ninguna moneda se puede comer.

—Más o menos. Un billete común podés agarrarlo y tragártelo. No será bueno, pero se puede. Una criptomoneda no es algo que puedas ingerir. No hay nada material que agarrar y tragarse.

—Okei. ¿Y entonces qué tiene que ver con la dieta?

—Capaz que primero debería explicarte qué son y cómo funcionan las criptomonedas. Te cuento...

—No, por favor. Dejá nomás. Ando, eh, corto de tiempo.

—Igual no es necesario, te puedo responder lo que me preguntaste sin explicar eso.

—No te preocupes, igual...

—No, no, te explico, es así. Yo creo que el mundo tendría que funcionar únicamente con criptomonedas, así que hago todo lo posible para que sea esa la forma de pago. Claro que para muchas cosas no puedo, porque el mundo está muy atrasado, pero para todo lo posible, trato de usarlas. Entonces, bueno, a la UTE no le puedo pagar con criptos, por ejemplo, pero sí puedo elegir los comercios que las acepten y hacer mis compras ahí.

—Pero ¿y eso qué tiene que ver con ser vegano?

—Que combino las dos cosas. Compro comida solamente en tiendas para veganos que además acepten criptomonedas.

—¿Y hay tiendas de esas?

—Casi ninguna. Por eso puse mi propia tienda.

—¿Y la gente te compra?

—Más o menos. Es que sólo acepto criptomonedas.

—Entonces...

—Es que soy fiel a mis ideales. Salvo con la UTE y esas cosas, porque no me queda otra.

—Entiendo, ahora, ¿qué clientela tenés?

—Por ahora mi principal cliente soy yo mismo.

—O sea... ¿te traés la importación, armás toda una tienda y sólo te comprás vos? ¿Cómo es redituable ese negocio?

—Todavía no es tan redituable, pero siempre dicen que los primeros dos años son de pérdidas. Sé que el mundo va a avanzar mucho en este sentido y muy rápido. Estoy a la vanguardia.

—¿Y qué hacés mientras? No podés vivir de eso.

—Es que soy rico en criptos. Eso ayuda.

—¿Pero cómo comprás las criptos? Igual de alguna forma tenés que ganar dinero para comprar.

—Claro, eso viene de mis inversiones iniciales. Tengo otras inversiones aparte de las cripto, por un tema de diversificación de portafolio, pero mi fuerte son las cripto ahora.

—Me estás mareando.

—Es así: tomé dinero que tenía y lo fui colocando en distintos tipos de...

—Ya sé lo que es una inversión. Vos lo que me estás queriendo decir es que tus padres tienen guita.

—Bueno, sí, sí, son gente que se hizo de abajo, claro, pero ahora están cómodos, y con unos milloncitos pude empezar.

—O sea que no te importa mucho si a tu negocio le va mal.

—¿Cómo no me va a importar? No es sólo un tema de plata este, además. Estas son dos causas que son fundamentales para mí, por eso les dedico mi vida. Por eso las fundí en una sola. Soy un pionero, en realidad. Un visionario. Un mesías, podría decirse.

—Bueno, fenómeno, flaco. Tan mesías que sos el único.

—Por ahora.

—¿Por ahora?

—Sí, por ahora. El mes que viene estoy inaugurando el Sagrado Templo de la Felicidad y la Libertad por sobre Todas las Cosas. Ahí voy a enseñar el criptoveganismo. Exonerado de impuestos y todo. ¡Esperá! ¡No te vayas! Dejame terminar de contarte. ¿Por qué corrés?