Alguien pide un truco y aparece un mazo de cartas. Manos de mago no dejan de mezclarlas mientras se propone que alguien elija una. La carta nombrada aparece, por supuesto. Hay risas y suspiros, gritos de asombro y entusiasmo, y otra vez a mezclar y a elegir. Y, más que nada, a aparecer. Porque eso es la magia, hacer que haya algo donde antes no había nada. La materia, se sabe, no aparece y desaparece. A lo sumo cambia de forma o de lugar. Eso es lo que dice la ciencia, y la magia propone entonces jugar con la materia y —especialmente— con los lugares y el espacio para hacer aparecer otra cosa: la sorpresa, el juego, un estado de ánimo. Lo mismo a lo que se anima Mex Urtizberea en un ciclo que ha ido construyendo programa a programa desde hace ya dos temporadas, por fuera de los canales tradicionales, pero —y esto es lo que lo destaca entre tanta oferta por el estilo— sin desdeñar experiencias, historia y, por qué no, tradición.
Se trata de un ciclo cuyo bautismo —me doy cuenta en este momento, la idea aparece como esa carta en manos del mago— responde a todo esto que estoy tratando de decir y que es, simplemente, ¡FA! Así, con signos de exclamación. Porque es eso, una exclamación de sorpresa y entusiasmo que no cierra ninguna charla, sino que funciona exactamente a la inversa: muestra que espera más. “Es una frase que yo digo mucho y me lo hicieron notar”, se ríe Urtizberea, un personaje de anteojos de marco grueso, pelos parados y baja estatura, pero enorme a la hora de abrir las puertas para ir a jugar. Y lo demuestra en un ciclo que se hace desde su hogar, una casa larga y amplia que parece todo living, comedor, cocina, patio, parque y pileta, espacios que se transitan al caminar por ella y que en realidad son prácticamente el mismo ambiente, porque casi nada los separa.
“Mi casa siempre fue como un centro cultural”, se ríe Mex, que durante ¡FA! preside tanto la charla, alrededor de una enorme mesa de madera que es protagonista de cada emisión, como la música, sentado al piano y al frente de su banda. Sin embargo, se preocupa por no hablar demasiado, para que se destaque cada uno de sus invitados —trata de jugar a un toque, como los buenos mediocampistas—, y al piano directamente se invisibiliza para que brille cada cantante. Algo que sucedió con Santiago Motorizado, que en la emisión de junio cantó una versión de “No podrás”, de Cristian Castro, y de pronto tanto canción como programa se multiplicaron en las redes.
“El responsable de ese momento fue Hernán Segret”, señala Nicolás Tolcachier, director audiovisual de ¡FA!, en referencia al bajista y director musical, que escuchó al líder de Él Mató a un Policía Motorizado confesar su entusiasmo por el tema de Castro en una entrevista en Caja negra, otro ciclo reciente y popular por fuera de la televisión. Cuando Segret la propuso, cuenta Tolcachier que Santiago aceptó inmediatamente, y la contenida sonrisa con la que arranca una versión a la que se termina entregando parece revelar que en ese instante previo ya se estaba imaginando la viralización posterior. Santas causalidades, Batman: esa noche de dos meses atrás la temática era justamente internet.
“Música y palabra, con esos dos insumos, que no tienen nada de novedoso, hacemos ¡FA!”, resume el director audiovisual, que presenta el ciclo como una tertulia, otra palabrita que tiene más de tradición que de innovación pero que se ajusta a lo que es el programa. Junto con Mex y Fabiana Segovia, Tolcachier figura como uno de los creadores del ciclo y responsables de la idea, la dirección, el guion y la producción general. Formado en los medios junto a Alejandro Dolina primero y Víctor Hugo Morales después —allí fue donde conoció a Segovia—, Nicolás se acoda en la mesa de la casa de Mex para confirmar que han recibido propuestas por el programa de parte de productores televisivos tradicionales. “Pero descubrimos que necesitamos corrernos de eso”, cuenta. Sentándose de pronto a su lado, permitiéndose una pausa cuando la actividad en su hogar casi ha terminado, Mex redobla la apuesta sin dudarlo: “Es que la televisión es una antigüedad, ya no es más lo que contiene todo”.
Lo dice con conocimiento de causa, porque desde el siglo pasado es una de las caras de la televisión argentina, ya sea formando parte de ciclos como Cha cha cha y Magazine for fai, conduciendo programas como Mañana vemos y Pura química o actuando en series como Los exitosos Pells y Graduados. Mex Urtizberea hizo de todo en la tele y también en la radio, donde hoy conduce diariamente El mañana en la emisora dedicada al rock de Radio Nacional. Pero también sabe de lo que habla y lo que siente cuando se refiere a las razones y las lógicas de un evento como ¡FA! porque se remonta a las veladas hogareñas que organizaba su padre, Raúl, periodista y crítico de teatro. “Desde que yo era chico, mi casa estuvo llena de gente”, cuenta. Un movimiento que siempre lo llenó de curiosidad, aclara, algo que tuvo continuidad en su vida al punto de que su hogar siempre fue el lugar donde se gestaron todos los proyectos en los que participó, de Cha cha cha en adelante. “Así que para mí es normal todo esto”, explica con una sonrisa, y sus brazos abarcan los cables, las luces y a los técnicos que aún dan vueltas por el living y la cocina, y también a los invitados que todavía bailan en el patio, cerrando la velada.
“Yo aprendí todo en Villa Adelina, en la casa del viejo Vitale”, agrega entonces Mex, apelando a su biografía para sumar otra referencia que explique esta actualidad. El viejo Vitale es el legendario Donvi, el padre de Lito y Liliana, cabeza de MIA, Músicos Independientes Asociados, un oasis suburbano y alternativo que funcionó a toda máquina justo durante la dictadura argentina de fines de los setenta y comienzos de los ochenta. Su sello, Ciclo 3, fue el primero en editar discos de manera independiente, una enseñanza y un legado que se extendieron hasta Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, que fueron a pedirle consejos cuando sacaron su primer álbum: lo grabaron en su estudio, y por eso Lito Vitale terminó como tecladista invitado. “Ellos eran así, como esto que ves acá”, insiste Mex, que participó en aquella experiencia. “A esa casa de Villa Adelina venían Hermeto Pascoal y Egberto Gismonti”, evoca. “Así que ese fue mi ejemplo de cómo gestionar un proyecto, para mí todo también comenzó ahí”.
Para hablar del comienzo de lo que hoy es ¡FA! hay que remontarse a la tertulia original, “Las 24 del 10”, una maratón de 24 horas que se realizó en la casa de Mex a un año de la muerte de Maradona, a fines de 2021, por la que desfilaron toda clase de invitados, desde periodistas deportivos como Víctor Hugo Morales hasta Juanse. Por entonces, pandemia mediante, todo se hacía desde el hogar, lo que para Mex no era un problema. “Te recomiendo que busques el video en las redes, porque vas a ver un poco cómo todo ya estaba ahí, con menos gente, pero es eso”, dice Tolcachier, y tiene razón. No sólo por el tono y la estética del producto final (la mesa de la cocina-comedor no falta), sino también por lo que los rodea: siempre hay gente mirando y haciendo cosas alrededor.
“Salvo por el hecho de que entonces podía estar yo en la parrilla, con los choripanes, todo sigue igual”, se ríe Nicolás, y termina de completar la idea de lo que es ¡FA!, o de lo que no es. Porque con esos insumos básicos, palabra y música, más la perfecta amalgama que es el Mex anfitrión, podríamos estar ante una Noche del Domingo.* Pero no, porque para que suceda lo que está pasando con el ciclo —el clima de las charlas, el entusiasmo de los números musicales y que todos quieran estar ahí— es indispensable todo lo demás: la casa, la mesa, el patio y hasta esa pileta que mira todo sin participar (por ahora). Todo forma parte de la complicidad, la expectativa y la entrega que permiten momentos como el de Santiago Motorizado, pero si se repasa los programas anteriores —hay una decena en el canal de YouTube “Esto es ¡FA!”— hay varios que merecen un destino similar, como Walas, de Massacre, haciendo “La ciudad de la furia” (llevando las manos al cielo para gritar: “¡Gustavo!”) y Palito Ortega cantando solo con su guitarra.
Es inevitable pensar ¡FA! también como un festejo pospandemia, como una celebración de estar vivos, de reunirse, de compartir. Algo de eso hay: seguramente cuando, el año pasado, empezaron los programas temáticos, mucha gente volvió a verse cara a cara en la casa de Mex. Y tal vez eso siga sucediendo. Al punto de que todos quieren volver y otros, sumarse, y es así como empiezan a tocar un límite. “Cada vez que hacemos un episodio tenemos que alquilar un grupo electrógeno, la Cruz Roja está presente por cualquier cosa, siempre está a punto de salírsenos de las manos”, confiesa el anfitrión, que anticipa que por eso están pensando en cómo manejar ese desfile. Ya es posible confirmarlo: se vienen Las fiestas de ¡FA!
Pero la tertulia, asegura Tolcachier, los ¡FA! tal como los conocemos seguirán existiendo. Ya hay nuevas temáticas, adelanta, que se están barajando para lo que viene: las canciones, el fútbol o el amor. Una de ellas será el punto de apoyo para generar veladas como la que estoy describiendo —lo que ya se puede ver en el canal del ciclo, es el número 11—, en la que un grupo de magos fue convocado para hablar de magia, junto con Nacha Guevara y Juanchi, de Los Pericos, como espectadores de lujo.
En la mesa, además de mazos de cartas, varitas y dados, hubo un lugar reservado para la cartulina en la que Miguel Rep, desde el primer día, inmortaliza con su dibujo la charla mientras sucede. “Cada vez los dibujos están más llenos de gente”, se resigna el dibujante señalando sus obras anteriores, algunas de las cuales están enmarcadas en las paredes del living de Mex. Mientras la mayor parte de los presentes se ha desplazado al patio para presenciar los shows de música y acercarse a las mesas con comida y bebida —siempre bien provistas—, Rep se ha quedado en la mesa, al lado de su dibujo y de otros magos que siguen con la charla. Les pregunto si cada vez que hacen un truco está presente la idea de que puede fallar. “Esa posibilidad siempre existe”, me confirman.
Me quedo pensando en algo que Miguel me dijo antes: que trabajando sentado en esa mesa cada vez más llena de invitados no le queda otra que seguir los errores, las manchas. Porque son inevitables y están todas ahí, en sus retratos grupales de cada velada. “¿Siempre es así?”, le pregunto y su respuesta es tajante: “No, es algo que no puede hacer un dibujante. La línea debe ser perfecta”, y su dedo señala un original de Fontanarrosa, un Boogie impecable, casi de un solo trazo, enmarcado también en la pared. Antes que un dibujo, entonces, me queda claro que ¡FA! es una pintura, un retrato grupal que Rep intenta cada noche, siguiendo los errores. Y recuerdo entonces algo que contó otro de los magos esa noche, el relato de lo que él sabía que era un truco que había salido mal, pero que ante todos los presentes terminó por convertirse en el mejor de sus actos, en el merecedor de la mayor ovación de la noche. No se los voy a arruinar, búsquenlo en el ¡FA! dedicado a la magia, un capítulo más de un ciclo que celebra todos sus errores, porque, como sucede con la luz y la oscuridad, sin ellos no habría aciertos. “¡Fa!”, diría quizás Mex ante semejante afirmación. Y entonces nos quedaríamos esperando más.