Cuando los padres se vuelven ancianos y necesitados del apoyo de los hijos, se ponen de manifiesto la historia familiar, logros y problemas, alegrías y dolores, regalos y miserias. En la mayoría de los casos, son las hijas o las nietas quienes cumplen esta función. En Uruguay, 70% de estas tareas es realizado por mujeres.
Las imágenes de este fotorreportaje son de dos nietas: Valeria y Débora, quienes se acompañaron en el cuidado de su abuela Etelvina. Cada semana se turnaban para llevarle al asilo medicamentos y pañales, así como para sacarla a pasear y ponerla coqueta. Aunque el alzhéimer seguía avanzando y los cuidados eran cada vez más pesados, el amor y la atención de sus nietas le daban a Etelvina momentos de paz. Etelvina murió en diciembre de 2021 y así la contaban sus nietas mientras la acompañaban: “Mi abuela volvió a mi vida siendo más niña que abuela y eso duele, duele mucho. Fue muy difícil al principio ponernos al día, sus medicamentos, su enfermedad, pero poco a poco se volvió parte de nuestra realidad. Ella es mi origen. Dejarla en ese lugar fue mucho más doloroso de lo que esperaba. Fue muy duro ver su deterioro, su falta de curiosidad, su pérdida del lenguaje, su ausencia de memorias; como las historias que solían ser repetidas, nuestras conversaciones fueron desapareciendo hasta extinguirse. Duele saberla tan vulnerable. Sin embargo, me reconforta su calidez y sonrisa al verme; sin saber quién soy, sabe que soy alguien que ella amó. Ella me demuestra sin querer queriendo que el amor trasciende la lucidez y las palabras”.
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