A fines de 2020 todo parecía indicar que la pandemia iba a seguir golpeando a la humanidad, exponiéndonos en muchos casos a situaciones límite. Muchos comercios tuvieron que cerrar, otros adaptaron su plan de negocio a la conducta que se había impuesto a nivel global basada en un encierro prolongado y otros encontraron en ese caos una oportunidad para inventarse un nuevo oficio. El verano planteaba una gran incertidumbre para varios rubros de la economía, en especial para los espectáculos artísticos, el turismo y la hotelería. Sin embargo, hubo uno que vivenció un pico de ventas como hacía mucho tiempo no sucedía. Muchas personas se reencontraron con el placer de la lectura, dedicando gran parte de los días a pasar de página en página, oliendo tinta y papel. Y aquí Luca Caro, un buscaaventuras por definición, vio la oportunidad de renunciar a un empleo sin sobresaltos para generarse su propio negocio: la venta itinerante de libros. El test lo hizo en la temporada de verano en Rocha, y el proyecto se consolidó pocos meses después con la compra de una camioneta que fue convertida en casa y librería.

Luca tiene 27 años y nació y se crio en Montevideo, entre Buceo y Villa Dolores. Hijo de un obrero de toda la vida en Conaprole y de una madre vendedora, heredó de cada uno un poquito. Pasaba muchas noches con los abuelos, donde no fallaba la lectura de las aventuras del Sapo Ruperto antes de dormir. Como era tradición entre su papá y los tíos, a los diez años se integró al grupo de Scouts San Ignacio, que funcionaba en la iglesia de Rossell y Rius. “Mi padre tenía claro que ahí iba a desarrollar una personalidad solidaria, aventurera, que aprendería el arte de buscar soluciones y tener responsabilidades”, dice Luca —aunque para un niño ese objetivo no parecía muy visible ni tentador—. Con los scouts se sintió libre y poderoso armando una carpa, haciendo un fogón, distintos tipos de nudos, asumiendo roles y no defraudando al colectivo. Siguió el camino habitual como educando hasta los 22 años y pasó al otro lado del mostrador: hoy es el director de Crecimiento Territorial.

En viaje a la escuela 25 en la ruta 1.

En viaje a la escuela 25 en la ruta 1.

“Mi mamá trabajó siempre como vendedora, yo la escuchaba mientras hacía socios para empresas de acompañantes, vendiendo paquetes de servicios, ofreciendo beneficios promocionales o reclutando clientes”. Y Luca aprendió al lado de ella lo que después supo que sería el arte del marketing.

En los últimos años de secundaria, devoraba blogs de viaje. “Cuando terminé el liceo, decidí salir a conocer un poco el mundo. Así nomás, con unos pocos pesos y una mochila a cuestas, me fui a seguir a la Vela Puerca en una de sus giras por Argentina”. Con 18 años llegó a un lugar llamado Urdinarrain, donde hizo amigos y lo invitaron a trabajar en una de las barras del predio del Urdi Rock y a entrar a la carpa de sus artistas preferidos. Después de tres meses de viajar de groupie y aventuras por Entre Ríos, volvió a Montevideo a empezar sus estudios en el Instituto de Profesores Artigas con la idea de formarse en Historia, pero lo atrapó una depresión posviaje que lo expulsó de la vida sedentaria. Como buen scout, rearmó su mochila con todo lo imprescindible para vivir itinerante un tiempo más. “Me pasó que quería entender mejor cómo era eso de conocer gente nueva, inventarme la vida cada día con la sensación de libertad que el mundo me mostraba y me quedé dos meses en Urdinarrain”, un pueblo que le recordó a tantos que luego conocería en Uruguay.

Ese tiempo de improvisación cumplió su propósito, quedó sembrada la semilla que describían los blogueros. Volvió a Montevideo para estudiar, trabajar y compartir tiempo con su grupo scout. En ese 2016 se puso a estudiar Comunicación en la UTU y después marketing digital. Cuando llegó la pandemia, con el tiempo que le daba un seguro de paro se le ocurrió vender libros por Instagram, sin ganar nada, como una acción de bien y de paso un estudio de mercado. Le pedían un libro, lo compraba y lo mandaba por encomienda. Para ganar más dinero y ocupar su tiempo, empezó con dos amigos más a pensar negocios; ofrecían servicios de marketing a pequeñas empresas, importaban algunas cosas de China, fabricaban camas para mascotas. Y como la idea de vender libros seguía dándoles vueltas en la cabeza, pensaron en alquilar un local donde además instalar una cafetería, y hasta pensaron un nombre: Noctiluca.

En el primer año de pandemia, Luca y unos amigos renunciaron a sus trabajos con la idea de instalar la tan anhelada librería en la temporada de verano en Valizas, pero el proyecto fracasó. Luca, con su amplia experiencia en sortear obstáculos y embarcarse en desafíos, decidió cruzar las dunas rumbo a Cabo Polonio, donde, se sabe, brillan las noctilucas.

En viaje a la escuela 25 en la ruta 1.

En viaje a la escuela 25 en la ruta 1.

Luca llegó cargado de libros a buscar un hospedaje donde poder trabajar a cambio de un lugar donde dormir, hasta llegar a la posada El Ajo Aloha, donde conoció a un personaje polonés de pura cepa. Con los hijos del Ajo armaron una especie de camilla con ruedas y techito a modo de sombra para trasladar los libros hasta la playa, de mañana a la sur, de tarde a Los Corvinos. Como la pereza no es un concepto que habite el espíritu de un scout, además de vender libros en la playa en doble turno, se hizo un tiempo para cumplir con el trato de limpiar en el hostel para ganarse una cama. Como a tantos que han sabido desapegarse del confort de la ciudad, el bichito de la aventura iba madurando en Luca. Definió dos cosas: quería viajar y vender libros.

La combi

Luca seguía investigando cómo lograr su plan maestro: trabajar viajando. Supo que las combis gozan de la simpatía de la gente, que son un llamador nato, algunos blogueros lo decían, y él lo vio claramente. Se concentró y los astros se alinearon. Apareció una combi que pudo comprar, y junto al padre de un amigo tuneó su casa librería y organizó mingas familiares para pintar, armar estanterías, coser cortinas y empapelar las paredes interiores con páginas del libro de García Márquez El otoño del patriarca. Un año después, salió a recorrer las rutas del país en una combi celeste coqueta y culta.

Luca pensaba que en un año recorrería todo el territorio. Empezó por Villa Soriano, el paraje más antiguo del país. Meses después, mientras pasaba por Florida, alguien se acercó a intentar cerrar un negocio.

“Hacía un tiempo que yo quería comprarme una combi para salir de viaje, había mirado varios avisos y me encantó una de color celeste. Cuando vi una estacionada en la calle en un evento que había en Florida, pensé que era esa y fui a hablar con el dueño”, dice Mar Muñoz, de 21 años, oriunda de Mercedes que vivía en Florida con sus padres hacía varios años. Las cosas del destino hicieron que Mar y Luca se encontraran allí para continuar el viaje juntos. La prueba para ambos sería convivir en el próximo evento al que se dirigía Noctiluca: el festival Jazz a la Calle en Mercedes. La experiencia fue motivadora de nuevos proyectos. Así volvieron a Florida para que Mar renunciara a su trabajo y anunciara a su familia que se iría de viaje, pero la combi sufrió un traspié que la dejó fuera de combate. Calcularon que para arreglarla necesitaban vender 500 libros, lo que a un ritmo normal sucedería en dos meses, pero a los seis días ya habían recaudado lo necesario. Un gran éxito de amor y marketing.

Niños de la escuela rural 25 en la ruta 1.

Niños de la escuela rural 25 en la ruta 1.

Así es que empezó el viaje en par que ya lleva dos años. Hay un otro con quien compartir anécdotas, recordar personas, pensar ideas o marcar una posible ruta de viaje. Mientras uno maneja, el otro suele leer en voz alta. La música de ruta va entre Jorge Drexler, Milongas Extremas, Eduardo Mateo y Zitarrosa, aunque por momentos el ánimo pide un poco de Shakira o La Oreja de Van Gogh. En la gaveta van acumulando recuerdos, decenas de dibujos que les dedican los niños que van conociendo.

Hacer comunidad

Recorriendo capitales departamentales y pequeños poblados se dieron cuenta de que estos últimos están más ávidos de recibirlos; allí no hay librerías y en muchos casos tampoco biblioteca pública, y el hábito de comprar en línea no tiñe a todos por igual. Se sorprendieron descubriendo que los títulos más vendidos son las enciclopedias de caballos, guías de fauna y flora, cómo construir y mantener una huerta y los autores locales, muchos de ellos desconocidos para Luca y Mar, pero nada que no pueda solucionarse con un envío posterior.

La diversidad territorial y cultural de Uruguay los sigue sorprendiendo: desde la particular vida de frontera que describe el artiguense Fabián Severo hasta una feria internacional con miles de visitantes pasando por una escuela rural con diez alumnos. Atravesar desde Baltasar Brum a Manantiales es como un viaje en el tiempo.

“Lo más conmovedor de este estilo de vida es la gente que conocés, nos vamos haciendo conocidos en todos lados, familias que nos esperan para que les contemos nuestras anécdotas, es una sensación muy linda esa”, dice Luca.

Los dueños de Casa Dominga en San José ya son amigos, comparten su mesa con ellos cada vez que pasan por ahí o a pocos kilómetros a la redonda duermen bajo su techo y se ponen al día, confabulan y ven crecer a los niños que también adoran recibirlos con sus anécdotas y nuevos libros para compartir. Otros les prestan una casa vacía a pesar de que acaban de conocerlos. En estos tres años, en los que han repetido la visita en algunos parajes, ya no hay que contar quiénes son y pedir el apoyo del municipio del lugar para que los promocione, ahora les piden que vayan y hasta tienen lista de espera. Si algo le sucede a la combi, basta con consultar en la comunidad de los propietarios de combis del mundo para encontrar una solución.

Feria del libro de San José.

Feria del libro de San José.

Este año completaron 102 localidades entre pequeños parajes como Egaña, ubicado en la Cuchilla del Bizcocho en el departamento de Soriano, con unos 500 habitantes, hasta capitales departamentales como San José de Mayo, donde fueron invitados a participar en la clásica feria del libro.

Noctiluca recorre caminos y rutas. Es el sustento y la casa de Luca, y además tiene el propósito de motivar el hábito de la lectura. Así es que dentro de su plan de viaje también recorren escuelas rurales y liceos, donde realizan jornadas de lectura, trivias y donan libros que reciben de personas que a su vez les donaron a ellos.

Llegan de visita con su casa a cuestas, y lo más fascinante para los niños y maestros es conocer la historia de la librería rodante. “Quieren saber cómo es la vida en una camioneta, cómo cocinamos, cómo hacemos si queremos ir al baño, esas son las preguntas que nos hacen siempre”, cuenta Luca.

Mar también tiene su momento: “Con una máquina de escribir de las viejas les cuento cómo se escribía antes, que no se podía corregir tan fácil, que ibas a una academia a aprender dactilografía y esas cosas”. Los invita a escribir sus nombres impresos en un papel apretando teclas que contienen un sello con relieve de una letra al revés y que martilla una cinta de tinta.

Feria del libro de San José.

Feria del libro de San José.

Y así van, casi como una vida de circo, yendo de pueblo en pueblo, expectantes de lo que les depare un lugar desconocido o el reencuentro con amigos. Llegaron a completar 102 localidades de las 654 que figuran en el mapa de este pequeño país.

Patricia de Esteban es licenciada en comunicación especializada en periodismo. Es realizadora, guionista y productora audiovisual.