“No más apuestas”, dice la máquina con acento neutro. La bola gira en la ruleta y la sensación es de caída. El vacío en el estómago de quien mira desde la cima de una montaña rusa. La bola blanca para en el 11. “¡Te dije!”, celebra un joven y abraza al amigo. Otro muchacho lleva en la espalda la imagen de un jaguar de cuatro ojos y la frase “cool as hell, lucky as heaven” (genial como el infierno, afortunado como el cielo). Sin embargo, esta noche no lo acompaña la suerte. Pierde la jugada y se lamenta. Su acompañante, una rubia joven, no dice nada, parece cansada.

Hay dos ruletas en los extremos de la sala del subsuelo. A ambos lados es lo mismo: un grupo mayoritariamente masculino y una rubia. El mismo joven que ganó con el 11 ahora pierde la jugada. “Es lo que dicen: las mujeres son más fáciles que la ruleta”, comenta. El joven del jaguar vuelve a perder y se enoja. La muchacha permanece impávida y no lo mira. La pantalla gigante está llena de números y gráficos y palabras en inglés. La estadística dice que el 10, el 11 y el 1 son los números estrellas de la noche.

Dos veteranas fuman calladas en la puerta. Adentro, en la sala de slots del Casino del Estado, en Punta del Este, la mayoría pasan los 40 años. Están sentados en confortables sillones individuales frente a las pantallas, sobre una alfombra de trama enloquecedora, con líneas rojas, anaranjadas y amarillas que se entrecruzan en un nudo eterno. No hay reloj en ninguna de las paredes, es un lugar sin tiempo. Afuera es medianoche, ya es lunes y hace frío.

En medio del ruido de las máquinas, hay ojeras y manos tocando el mismo botón en un movimiento monótono. Las miradas están puestas en las pantallas, perdidas e inmóviles. Los ojos están abiertos, pero parecen dormidos.

“Soy adicto al pegue, a la adrenalina, a la dopamina, a decir ‘no trabajé por esto que gané’”, dice Hernán(*), quien se reconoce como ludópata y asiste a Jugadores Anónimos (JA). “Yo creo que la perdición mía y de la mayoría de los jugadores de Maldonado —que perdimos plata de verdad— fue cuando abrieron los slots de Punta del Este. Cada vez que recaigo es ahí. Es como mi lugar preferido, al igual que otros tienen una droga favorita”, cuenta en diálogo con Lento. Según recuerda, la primera semana que jugó allí ganó un premio grande “y eso fue lo peor”, porque volvió el resto de la semana con el objetivo de redoblar. Para eso sacó un préstamo, que apostó entero.

Hernán llegó a estar 24 horas en el casino, asegura. “Busco llenar ese vacío existencial, emocional y espiritual. Es un vacío en el alma, algo a lo que no sé cómo llegar. Es una tristeza muy profunda de ese abandono que sufrí de niño de mi padre, y de mi madre dejando que mi padrastro me maltratara; el trabajo infantil, la pobreza. Encontré llenar mi vacío en el juego y sé que no es ahí”, dice.

Tenía ocho años cuando apostó por primera vez con un amigo. El juego consistía en tirar piedras y el que arrimara más a la pared, ganaba. Comenzó perdiendo, pero al final pudo dar vuelta el resultado y se llevó las monedas. Tras festejar con una risa burlona, “vio las estrellas” de la piña en el ojo que le dio el contrincante. La segunda vez tuvo el mismo desenlace. Tenía 15 años cuando decidió gastar lo recaudado por la venta de tortas fritas y pasteles en fichas para el futbolito. Al llegar a su casa, el padrastro le dio una paliza.

A los 19 comenzó a perder dinero en el pool y en las maquinitas que había en 18 de Julio y Ventura Alegre, en el centro de Maldonado. En ese tiempo su esposa estaba embarazada y él tenía un trabajo formal. “Comencé a tener contacto con el dinero. Por plata es otra cosa: es lo que enciende la enfermedad, lo que le da potencia”, explica. Llegó a juntar su sueldo y el de su esposa y perderlos a ambos. La secuencia se repetía: perdía, se endeudaba, pagaba y volvía a endeudarse. “Yo sabía que me estaba autodestruyendo, pero de alguna forma sentía una cierta seguridad, estaba en mi ambiente, como pez en el agua”, dijo.

“Es el exceso de ambición del mal perdedor”, resume. “Las ilusiones son como un oasis, no son reales. Yo sé que no voy a llegar, pero en el momento de jugar la obsesión es ganar”, reflexiona. Ahora lleva 90 días limpio.

El círculo

“La adicción al juego es como cualquier otra adicción e incluye el síntoma de la abstinencia”, dice a Lento la psicóloga y docente de la Universidad Católica del Uruguay Mayda Portela. Se trata de una ausencia de control y de regulación emocional que lleva a un círculo vicioso: “La adrenalina lleva a jugar y después viene la culpa por lo que perdieron. Les duele y les molesta y lo único que hacen para paliar o anestesiarse es nuevamente jugar”, detalló.

Hasta 2019, según un estudio del Grupo Radar, la prevalencia de juego problemático en Uruguay se ubicaba en 1,9%. Sin embargo, otro estudio liderado por Portela, realizado en 2022, mostró que la prevalencia alcanzó 3,2%. La psicóloga explicó que este aumento se debe a las consecuencias de la pandemia por covid-19.

De acuerdo con la investigación, que abarcó a 11.637 personas de entre 18 y 65 años de todo el país, durante la emergencia sanitaria el sentimiento predominante reportado fue la ansiedad, con 44%. En menor medida, 8,4% de los consultados manifestaron sentir tristeza, 6,9% miedo, 7,9% alivio de no tener que salir de casa y 32,8% dijeron que se sentían “como siempre”.

Por género se observa que el juego problemático o patológico es más alto en los hombres, con 4,82%, mientras que en las mujeres llega a 2,27%. En tanto, por edad hay un mayor nivel de juego en la franja que va de los 36 a los 50 años, llegando a 4,10%. Entre los 18 y los 35 años, el juego problemático es de 3,01% y en los mayores de 50, 3,09%. En cuanto a la ubicación geográfica, el juego problemático es mayor en el interior, con una prevalencia de 3,55%, mientras que en la capital se ubica en 2,95%.

Portela encontró que prácticamente no hay antecedentes de investigación en el país sobre el juego y que los resultados de los pocos relevamientos que han realizado consultoras privadas, a pedido de La Banca, no son públicos. Asimismo, planteó que estos informes buscan determinar únicamente el nivel de prevalencia, algo que se requiere para que el país se mantenga certificado internacionalmente, pero no indagan sobre las características de los jugadores.

Por otra parte, la especialista señaló la necesidad de que en las consultas por salud mental se pregunte sobre el vínculo de la persona con el juego, algo que se ha comenzado a hacer en España, que presenta un nivel de prevalencia similar al de Uruguay. De acuerdo con Portela, en el país europeo se registró que entre las personas con intentos o ideas de suicidio aparecía el juego en el relato. No obstante, la psicóloga consideró que son necesarias investigaciones para poder interpretar este dato, para determinar si “la idea de autoeliminación viene por el desborde o descontrol en el juego o si con el juego la persona intentó distraer las ideas de autoeliminación”.

“Hay un montón de factores: puede ser algún factor de psicopatología, de personalidad, social y ni que hablar de alguna situación económica. De repente se junta todo y se genera el terreno fértil para que se dé la ludopatía”, explicó. En su investigación, Portela también hizo un análisis por estratos socioeconómicos y su relación con el juego, y concluyó que “a menor nivel socioeconómico mayor riesgo de juego patológico”.

En línea

Felipe(*) comenzó a ir al hipódromo a los 16 años. Ese fue su primer contacto con el juego. Sin embargo, no fue hasta la pandemia, cuando conoció el juego en línea, que se le “despertó el bichito” de la compulsión. Por esos días toda su vida giraba en torno al juego: se despertaba pensando en eso y desayunaba analizando las carreras de caballos de todo el mundo. “Solo pensaba en el juego. Después de tanta pérdida de dinero, de no querer salir de mi casa para quedarme jugando, fui a JA. Me apoyaron. Ahora ya llevo cinco meses y 13 días sin jugar”, cuenta.

A los 19 años Eduardo(*) emigró a Montevideo para estudiar y trabajar, y coincidió que su casa quedaba apenas a unas cuadras del Casino del Parque Hotel, en Montevideo. Primero empezó a ir con amigos, los viernes y sábados en las previas del boliche, luego empezó a ir solo, a jugar más dinero y terminó pidiendo préstamos. Se mantuvo yendo a salas hasta entrados los 2000, cuando conoció el juego en línea y se enganchó con Supermatch, el único juego de apuestas deportivas habilitado en Uruguay. “El fútbol es parte de la idiosincrasia de la sociedad uruguaya: se dice que hay tres millones y medio de técnicos de fútbol. Uno piensa que puede llegar a ser un director técnico, pero incluso si fueras director técnico hay condiciones de azar que no están bajo tu control. Pensé que en las apuestas deportivas, con un minucioso análisis, podría encontrar una fórmula para reducir el riesgo y tomarlo como una ganancia fija, como un trabajo”, dice.

Y explica: “Te atrapan con la disponibilidad 24 horas. Estás en la comodidad de tu casa y hay un sinfín de métodos de pago: crédito, débito, aceptan todas las tarjetas y transferencias bancarias; en el casino tenías que ir con efectivo”. En marzo de este año ya no pudo hacer frente a sus gastos, decidió contarle a su pareja y buscar ayuda en JA.

Según Eduardo, el juego en línea “estimula mucho la ausencia: muchas veces estaba en reuniones con mi pareja o en juntadas con amigos y estaba pendiente del celular para ver los resultados de las apuestas, me quedaba en la plataforma siguiendo los resultados”, recuerda.

En el caso del Supermatch, es posible “autoexcluirse” del juego, pero por un período de dos años. Pasado ese tiempo, con un par de clics está la opción de desbloquear la cuenta, que en realidad nunca se elimina. Lo mismo ocurre en los casinos físicos y en el hipódromo de Maroñas, pero, en ese caso, para autoexcluirse el usuario debe presentarse en el lugar con una fotocopia de la cédula y el proceso se revierte pasado ese lapso. Para renovar la autoexclusión hay que volver a ir. “Es como si a una persona adicta a una droga le pusieran la droga enfrente”, plantea Eduardo. “Son trampas”, dice Felipe.

Para ambos, las apuestas deportivas en línea están creciendo en Uruguay debido, en parte, a que se están promocionando constantemente en los partidos de fútbol: antes, en el entretiempo y al final. En tal sentido, criticaron la publicidad oficial que se hace en radio e internet, que no se justifica colocando la advertencia de que el juego es perjudicial unos segundos al final de la pauta, y apuntaron contra los influencers y streamers, que tienen una especial llegada a los jóvenes.

Por otro lado, Eduardo consideró que si bien la plataforma digital de Supermatch está bloqueada para los menores de 18 años, los adolescentes pueden apostar en terminales habilitadas como quioscos, o incluso en redes de cobranza como Abitab y Redpagos, donde pueden saltarse los controles.

La modalidad de juego presencial continúa siendo la principal en Uruguay. De acuerdo con la investigación de Portela, 74,6% de las personas eligen el juego físico y 25,4% optan por el juego en plataformas digitales. No obstante, la psicóloga advirtió que este último viene en aumento, especialmente el Supermatch, que es el segundo juego elegido por los uruguayos, con 25% de las preferencias; el primero es la Quiniela, según los datos correspondientes a 2023, presentados a principios de 2024 por la Dirección Nacional de Loterías y Quinielas (DNLQ).

Respecto del Supermatch, la cartera reportó que los jugadores están concentrados en Montevideo, donde se realizó el 90% de las apuestas. En cuanto al nivel de apuestas en general, se observa una tendencia al alza en 2023: los uruguayos apostaron 2.000 millones de pesos más que en 2022.

Ricardo Berois, director nacional de Loterías y Quinielas, reconoció a Lento que el control y la fiscalización de los juegos en línea representa un desafío para la dirección y manifestó preocupación por su proliferación, dado que son considerados “peligrosos para la adicción, sobre todo en los jóvenes”. “Es lo que en la jerga se entiende por juego caliente, porque podés jugar permanentemente desde cualquier lado”.

Berois entiende que más allá del rol de control de la DNLQ, son necesarias políticas de Estado basadas en el asesoramiento de especialistas, como médicos y psicólogos. “Eso excede a nuestras posibilidades. Cuando hablamos de adicción tenemos que tener mucho cuidado y recurrir a los profesionales”, aseguró.

El jerarca destacó la tradición en el país por la regulación en lugar de la prohibición, y recordó que fue a partir de que se instaló esta política, en la década de 1930, que Uruguay logró oficializar los juegos que hasta ese momento eran clandestinos, para dar la “garantía al apostador”.

A partir de 2017, cuando se promulgó la Ley 19.535, la DNLQ asumió la tarea de detectar y bloquear el acceso a sitios web de juegos no autorizados, así como prohibir su publicidad y patrocinio. Desde esa fecha, se han bloqueado más de 1.700 sitios web ilegales, indicó Berois. “Tenemos gente que está permanentemente mirando todos los sitios y hacemos el procedimiento de bloqueo, pero de esa misma forma también van surgiendo otros y tenemos que ir detrás de ellos. Y los tiempos de la Justicia son muy lentos, pero la ley nos otorga esa facultad y tratamos de cumplirla”, aseguró.

El control de la publicidad es una tarea ardua, especialmente en redes sociales debido a la presencia de influencers que patrocinan juegos ilegales, señaló. Si bien la DNLQ intentó establecer contacto con Facebook —que al igual que Instagram pertenece a la empresa Meta— para que bloquee las cuentas que infringen la ley, no lo logró.

En tanto, con respecto a la publicidad en canales de televisión, Berois informó que la dirección “no tiene acceso, porque el lugar físico no es Uruguay” y la legislación prohíbe únicamente la publicidad que se hace en el país.

En 2022 la DNLQ comenzó un litigio con la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) por la realización de publicidad prohibida en las copas Libertadores y Sudamericana, especialmente por medio de plataformas de apuestas bloqueadas por la cartera, como Betfair. En ese momento, se estableció una multa de 400.000 unidades indexadas, alrededor de 60.000 dólares. Ante esto, la Conmebol presentó un recurso de inconstitucionalidad, que fue desestimado por unanimidad por la Suprema Corte de Justicia, recordó Berois.

La ley de la permanencia

El vestíbulo del Enjoy de Punta del Este, al que se entra desde la avenida Chiverta, está lleno de máquinas y vacío de gente. Es decorativo: para llegar al casino hay que subir una escalera mecánica. Mientras se asciende, atrás queda una limusina plateada que en los años 2000 traía celebridades argentinas cuando el lugar todavía se llamaba Conrad.

Hay olor a perfume en toda la sala. Bajo la luz cálida de los altos techos del casino, en las mesas de póker y black jack hay copas de vino y espumante y racimos de billetes de 100 dólares. Un joven de pelo lacio y buzo blanco impoluto se peina hacia el costado con los dedos mientras, con habilidad, la crupier saca las cartas. A su lado hay veteranos. “Escucha a papá, que tengo oficio de esto”, se jacta uno.

Esta noche, como todas, las mesas de juego cerrarán a las cuatro de la mañana. En cambio, las máquinas se mantendrán despiertas a la espera de alguna víctima de insomnio o aburrimiento. El casino no cierra nunca.

“La ley del casino es la ley de la permanencia: cuanto más se quede el jugador, más va a ganar el casino”, resume una fuente del Enjoy. Los funcionarios de todas las jerarquías tienen prohibido dar declaraciones sobre las características y niveles de juego, y por eso firman una cláusula de confidencialidad. Es otra ley no escrita: cuanto menos se sabe de lo que pasa en el casino, más ganancia. Lento intentó comunicarse con la gerencia del Enjoy sin éxito.

La fuente puso en palabras lo que se percibe desde hace años: el Enjoy ya no es como en sus años dorados. “Los yuppies o gente relacionada con las finanzas, que eran los que antes venían a jugar, ahora son más proteccionistas con el dinero”, observa. Además, suma que la menor concurrencia y, por ende, los menores ingresos, se deben al envejecimiento y la pérdida de muchos clientes de alta categoría que se han ido muriendo.

A su vez, el Enjoy ha perdido jugadores de elevado poder adquisitivo disconformes con las estrategias de marketing, que de un tiempo a esta parte se orientaron a masificar el público, a diferencia de lo que ocurría en los inicios, cuando se “mimaba” a los clientes con atención personalizada, “haciéndoles sentir que eran sumamente importantes”. En noviembre se llevó a cabo un torneo con temática de Versalles, con cena-show en vivo y animadores y músicos disfrazados al estilo de María Antonieta y Luis XVI, en busca de demostrar que el casino no cambió: continúa agasajando a sus mejores clientes.

(*): Fuentes reservadas.

Carla Alves es periodista y escribe sobre temas sociales. Es editora web de la diaria.