El nomenclátor montevideano no tiene entre sus prioridades a los artistas populares que marcaron la historia, pero el caso de Alfredo Zitarrosa es diferente. La decisión y el empuje de un grupo de personas hicieron que un barrio entero llevara el nombre del músico y que seis de sus calles tengan el nombre de algunas de sus canciones. Se trata del barrio Alfredo Zitarrosa, ubicado en la zona de Flor de Maroñas, donde se asientan 15 cooperativas de viviendas que, tras la aprobación de la junta departamental en 2018, incluyen las calles Doña Soledad, El Violín de Becho, Crece desde el Pie, Guitarra Negra, Stéfanie y Adagio en mi País.
Mariposa marrón de madera / Niño violín que se desespera / Cuando Becho lo toca y se calma / Queda el violín sonando en su alma
En la esquina de Veracierto y Adagio en mi País hay una placa colocada por la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua el 25 de noviembre de 2016 que recuerda el aniversario número 16 del barrio e incluye en blanco y negro parte del rostro de uno de los cantores más importantes en la historia de la música popular uruguaya.
En 1996 se formó Coviesfe, la Cooperativa de Vivienda Esperanza y Fe, la primera y más grande de las 15 que actualmente están instaladas en el barrio Alfredo Zitarrosa. Poco antes del año 2000, tomó fuerza en Coviesfe la posibilidad de instalarse en una zona de Flor de Maroñas cerca de la histórica lanera ILDU —que cerró en 1994— y del Parque Guaraní, y que allí se construyeran también otras cooperativas. Se trataba de un terreno baldío sin ningún tipo de servicio. Se sumaron otras cuatro cooperativas, armaron un pequeño salón comunal que recuerdan como muy precario y comenzaron a cuidar los terrenos, “serenearlos”, cercarlos y esperar que les aprobaran los préstamos para iniciar la construcción. “Luego de instalarnos en el terreno, nos planteamos decidir el nombre para un barrio que no existía”, dice Daniela Fernández, de la cooperativa Jucovi Postal.
Esas primeras cinco cooperativas tuvieron orígenes diversos, algunas en sindicatos, como Coviefoeb5 —del sindicato de funcionarios y obreros de la bebida— y Jucovi Postal —del sindicato del Correo—, otras de grupos de vecinos que se fueron juntando con el objetivo de tener vivienda, entre ellas Covicentella, que debe su nombre al club en cuya cantina se reunían previo a tener un terreno para construir, ubicado en la calle Iberia, cerca de la avenida General Flores.
“De quienes estábamos en el inicio de esas primeras cooperativas, a más de 80% nos gustaba mucho Alfredo Zitarrosa, por eso decidimos ponerle su nombre al barrio”, dice Jorge González, uno de los fundadores de Coviesfe.
Esta canción que pregunta por ti, que no ha dormido / Es puro olvido, Stéfanie.
“Las cooperativas por lo general tenemos ese tema de buscar identidad, entonces surgió la idea de homenajear al flaco, que incluso algunos de nuestros compañeros lo llegaron a conocer”, comenta Daniela.
Comenzaron a analizar si no había inconvenientes, se contactaron y consultaron a la viuda y las hijas del artista, que dieron el visto bueno y que incluso participaron en una reunión entre varias cooperativas a las que fueron invitadas. A partir de ahí se denominaron Barrio Cooperativo Alfredo Zitarrosa. El proceso de obtener los préstamos y construir las viviendas llevó varios años, pero una vez que los complejos estuvieron habitados la identidad del barrio se hizo más fuerte.
Luego empezaron a hacer gestiones para conseguir los servicios que faltaban. Una comisión barrial trabajó mucho en ello y después se fueron sumando personas de los complejos de viviendas más nuevos. Las cooperativas son Coviesfe, Covifami, Covifoeb 5, Jucovi Postal, Covicentella, Covizona 9, Covifuc, Coviesperanza 2, Coviadagio, Covisol 2, Covinusu 2011, Covimar, Covivenus 2, Covi El Orgullo y Covi Esperanza.
La inauguración de cada cooperativa era considerada un acontecimiento muy importante en el barrio, al que concurría buena parte de los vecinos; antes, varios de ellos participaron en jornadas de trabajo solidario para colaborar con la construcción de las viviendas.
De las 15 cooperativas, 14 son de un máximo de tres pisos, cada una con un salón comunal para diversas actividades y amplios patios comunes que en general incluyen juegos para niños, bancos y en algunos casos canchas deportivas. Coviadagio tiene cuatro pisos, es de las cooperativas que se construyeron más recientemente y la única con ascensor, si bien en algunas otras dejaron lugares previstos para que se puedan colocar, ante la posibilidad de que sea necesario si algunos de sus habitantes tienen problemas de movilidad.
Cómo se puede amarte sin dolor, sin apuro / Sin testigos, sin manos que te ofendan / Cómo entregarte todos esos nombres y esa sangre / Sin inundar tu corazón de sombras, de temblores y muerte / De ceniza, de soledad y rabia, de silencio, de lágrimas idiotas
Ya con el nombre del barrio decidido, las personas que participaban en las asambleas cooperativas y en la comisión barrial se dijeron que, cuando tuviera calles, sus nombres serían de canciones de Zitarrosa.
“La propuesta de los nombres de las calles nació de un grupo de viejas del barrio que creamos una comisión barrial”, relata Noemi Bordagorry, quien vive en la cooperativa Jucovi Postal.
“No teníamos ni una calle, eran caminos de tierra y pajonales, hicimos todas las gestiones para las calles con la intendencia, con el zonal. Una vez que tuvimos materialmente las calles fue cuando nos dijimos de ponerles nombre”, agrega Daniela.
En noviembre de 2016, en el marco del Día del Niño y la Niña Cooperativista, cuando también celebraban una actividad por el aniversario del barrio, repartieron copias de una planilla que incluía cuadros con nombres de distintas canciones de Zitarrosa. Las más votadas iban a dar nombre a las calles del barrio, que hasta entonces eran números. Eligieron qué canción sería para cada calle por sorteo.
Luego comenzaron las gestiones con la intendencia y la junta departamental. Finalmente, en 2018, lograron que se aprobaran los nombres de seis calles y desde hace unos tres años los recibos llegan a las casas con los nombres de las calles correspondientes, las canciones de Zitarrosa que ellos mismos eligieron.
Mire, doña Soledad, yo le converso de más / Doña soledad, y usted para conversar hubiera querido estudiar / Cierto que quiso querer, pero no pudo poder / Doña Soledad, porque antes de ser mujer ya tuvo que ir a trabajar
Los sentidos
A lo largo de los años, los muros del barrio también han homenajeado a Zitarrosa. Uno de ellos estuvo en Coviesfe: era una imagen del artista y de las casas con la frase “Crece desde el pie”. Ahora una esquina de ese mural se llama así.
Debido a una remodelación, ese mural ya no existe, pero quienes lo vieron lo recuerdan, como también se acuerdan de las gestiones que debieron hacer para que la calle se llamara de esa manera. La Comisión Especial de Nomenclatura que asesora a la Intendencia de Montevideo consideró que no era un nombre adecuado “para la función práctica que debe cumplir la denominación de una calle” y en su lugar propuso “La coyunda”, también de autoría de Zitarrosa.
Entonces los vecinos hicieron gestiones para que la calle tuviera el nombre que habían elegido. Esto incluyó reuniones con el entonces intendente Daniel Martínez y dos edilas. Lo consiguieron: la junta departamental aprobó los seis nombres de calles propuestos originalmente por los habitantes del barrio.
Actualmente un mural se destaca al final de la calle Violín de Becho. Incluye dos imágenes de Zitarrosa a los costados y la frase “No hay revoluciones tempranas, crece desde el pie” al centro.
Leonardo Cabrera vive en la cooperativa Covisol, colaboró con trabajo solidario en la construcción de varios de los complejos de viviendas y es uno de los vecinos que conocieron a Alfredo Zitarrosa en persona.
“Tenía un limonero en la calle en Mandisoví 4702. Entonces, cuando los limones estaban chiquitos, los ponía dentro de botellas, después las llenaba con un litro de grapa para el querido compañero. Él venía al comité de base Zabala, que estaba en la calle Timoteo Aparicio. Pasaba por casa a guitarrear un rato y se bajaba una botella o las botellas estaban pinchadas”, dice y sonríe. “Esto fue a la vuelta de la dictadura, los dos éramos frenteamplistas y comunistas”.
Conocer a Zitarrosa fue tan fuerte “como haber construido este barrio”, agrega Leonardo y le salen algunas lágrimas que busca contener. “Uno se dobla pero no se quiebra, aunque con estas cosas sí me quiebro, al igual que cuando recuerdo a algunos compañeros que ya no están y que tanto hicieron para que esto fuera una realidad”.
Se acuerda de cuando familiares de Zitarrosa visitaron el barrio y de una breve conversación en la que participó en esa ocasión. “Pero te voy a ser muy honesto: el amigo era él, la familia era algo alternativo, al igual que mi familia cuando yo era militante en dictadura y tenía la bandera del partido escondida debajo del colchón. Hablamos de otras épocas, de algo muy del corazón”.
Jorge González rememora que en su niñez y adolescencia vivía con su familia en una casa en Jaime Cibils y Centenario y que al primer comité de base del Frente Amplio de esa zona iba Alfredo Zitarrosa a cantar. “Tengo 70 años, soy de esa época, siendo adolescente vi cómo era Zitarrosa: además de un gran artista, parte del movimiento social y político”.
No olvides que el día y la hora / Crecen desde el pie / Después de la noche, la aurora / Crece desde el pie
Una de las hijas de Alfredo, Moriana Zitarrosa, visitó el barrio muchos años antes de que las calles existieran, cuando las primeras cooperativas comenzaban a crecer, y recuerda que fue emocionante estar allí y escuchar que los vecinos le planteaban el interés de que el lugar tuviera el nombre de su padre.
“Es precioso que la gente se acuerde, que plasme su nombre en un barrio, que en las calles estén sus canciones. Y fue lindo, además, que lo haga la gente, que no surja de un legislador sino de la gente que es del barrio donde va a vivir”, comenta Moriana, que desde hace años prefiere no dar entrevistas.
Julio Cobelli fue guitarrista, director y arreglador del cuarteto de guitarras de Zitarrosa y es uno de los músicos más prestigiosos del país. Uno de los proyectos musicales que integra es Guitarras Orientales, que fue el elegido para el espectáculo artístico que cerró la actividad oficial del acto en que Yamandú Orsi asumió la presidencia de Uruguay, el pasado 1º de marzo.
Nació en el barrio Curva de Maroñas y sus padres trabajaron en la Industria Lanera de Uruguay (ILDU), ubicada a metros del barrio Alfredo Zitarrosa, un establecimiento de grandes dimensiones y cientos de funcionarios que ahora es un depósito de una cadena de supermercados.
“Recuerdo aquellos tiempos y algunas importantes ocupaciones por los años 69 y 70. Ahí había fábricas de todo y a los años se convirtió en este barrio con el nombre de Alfredo y con los nombres de sus canciones en las calles. Así que para mí es más que cercano, doble relación con el barrio. Zitarrosa fue la gran figura, es el gran cantor de este país y la gente le tiene un cariño más que especial”.
Y agrega: “Es un gran recuerdo haber ido a tocar ahí e imagino que es un honor vivir ahí. La verdad que es increíble, pero la gente ha logrado eso, que es para toda la vida. Porque pasarán los años, uno ya no estará en esta tierra pero esto sí, el nombre de Zitarrosa siempre va a estar. Y el barrio va a seguir con la gente que venga a vivir, los parientes y los parientes de los parientes”.
Mañana también cantará.
Ana Cabrera vive en la cooperativa Covicentella. Dice que es muy hincha de su barrio y que fue de las personas que pelearon “para que la calle Crece desde el Pie mantuviera ese nombre cuando la comisión de nomenclatura estaba en contra”.
“Estamos orgullosos de nuestro barrio, lo queremos, es un placer vivir en el Barrio Cooperativo Alfredo Zitarrosa y sus calles con canciones. Estamos contentos con eso. Yo vivo en Guitarra Negra y a veces no puedo creer que mi calle se llame así”, agrega.
Noemi comenta que su canción favorita de Zitarrosa es “Adagio en mi país”. “Y yo vivo en esa calle; podría haberme tocado otra canción, pero fue esa la que salió sorteada. ¿Te das cuenta? No lo podía creer y por eso lo vivo de otra manera. Hace 14 años que tenemos casa en este barrio y como que recién ahora estoy cayendo en lo importante que es eso para mí”.
Vecinos fundadores de las primeras cooperativas son testigos de los cambios en el barrio, también a nivel de los habitantes: ahora hay varios que llegaron en años más recientes, que no vivieron esos procesos fundacionales con tanto trabajo colectivo ni vieron las mejoras que se fueron logrando fruto de esa tarea. Algunos consideran que este proceso trajo aparejado que hayan menguado las relaciones entre vecinos y las actividades en conjunto entre las cooperativas, si bien cada tanto surgen asuntos que los vuelven a unir y aparecen personas con la intención de retomar tareas compartidas mediante una comisión barrial.
“Hay todo un trabajo para hacer con la gente que va mudándose para no perder ese sentido de pertenencia al barrio”, dice Ana. Sostiene que no es fácil, que quienes vivieron la formación y la inauguración de las cooperativas y trabajaron para ello lo sienten de una manera muy especial y entienden —aunque también a algunos los entristece— que para quienes se suman no sea así de fuerte el vínculo.
“Hay gente joven que estoy segura de que si le preguntás no sabe quién fue Zitarrosa y que, al no haber vivido el proceso de creación, no se involucra tanto, además de que fallecieron algunos referentes que eran pilares del barrio”, afirma Noemi, que coincide con las otras personas consultadas en que retomar el trabajo conjunto entre las cooperativas en una comisión barrial puede incidir positivamente en el barrio.
Por la mañana, poco antes de las ocho, las calles con nombres de canciones del barrio Zitarrosa viven un intenso movimiento de personas que se dirigen a sus trabajos o van a estudiar. La escuela del barrio se llama Rubén Lena (el letrista de clásicos de la música uruguaya, en su mayoría popularizados por Los Olimareños) y recibe a buena parte de los niños de las cooperativas. Cada año, antes del inicio de clases padres, madres y vecinos en general hacen una jornada de limpieza de los alrededores de ese edificio. A las 17.00 y hasta las 18.30 se da el otro momento de mayor movimiento en el barrio, con cientos de personas llegando a sus casas.
Ya desde el viernes a la tardecita y en especial los fines de semana, la plaza del Zitarrosa está muy concurrida: niños y jóvenes usan las canchas de fútbol y básquetbol allí ubicadas y los bancos sobre el pasto se llenan de vecinos. Por solicitud de ellos, en el lugar quedaron en pie unos álamos como parte del paisaje.
Caminamos con Daniela por diferentes complejos de viviendas. En los encuentros con vecinos algunos recuerdan la visita de la familia de Zitarrosa, otros al guitarrista Julio Cobelli conversando y tocando “Stéfanie”. Otros lamentan que el cambio en la directiva del Club Social y Deportivo Villa Española haya terminado con el fuerte vínculo de esa institución con el barrio (el estadio Obdulio Varela está en uno de los límites del barrio y niños de las cooperativas iban seguido a actividades allí); otros hablan de los problemas de seguridad que se viven, de sus familias, amigos y trabajos. Mientras tanto pasa un ómnibus de una línea zonal creada tras planteos de los propios vecinos. También hay una plaza que se construyó por una propuesta de presupuesto participativo que ganaron y un centro CAIF al que concurren la mayoría de los niños del barrio de hasta 3 años.
Historias de barrio, de un barrio de cooperativas llamado Alfredo Zitarrosa, donde sus canciones se abrieron camino y se convirtieron en calles por las que transitan cada día personas de ese pueblo al que tantas veces le cantó.
Canta mi pueblo una canción de paz / Detrás de cada puerta / Está alerta mi pueblo / Y ya nadie podrá / Silenciar su canción / Y mañana también cantará
Eduardo Delgado es periodista. Trabaja en TV Ciudad y escribe en la diaria sobre temas sociales y culturales.