Al pensar en frontera podemos imaginar una línea divisoria, un puesto de aduanas, una demarcación, el confín de dos cosas diferentes que deben permanecer separadas. Pero frontera es también —en realidad— un espacio en el que se encuentran, confluyen e intercambian esos dos mundos que van a dar al mismo límite. Aunque la soberanía nacional requiera determinaciones estrictas para su territorio, en los hechos la frontera es flexible, móvil, culturalmente rica y compleja.
Carla Custodio, lingüista y hablante de portuñol, definió la frontera con estas palabras en su artículo “Portuñol: declarasaum duma dislinguada fronteriza”:1 “Podemo ter diferentes forma de pensar ou de abordar a frontera: prus sociolgista pode ser uma divisaum de grupos social. Para a geografía, é um limite entre um territorio i otro. Tambeim esiste a ideia de frontera cumo una linha ki divide as duas sosiedade mas ki é imaginaria, ki é u limite du territorio (Enninger, 2013). As frontera saum ispaso de movimento, de convivio, de criasao de identidade”. Una traducción —no literal— sería: “Podemos tener diferentes formas de pensar o de abordar la frontera: para los sociólogos puede ser una división de grupos sociales. Para la geografía, es un límite entre un territorio y otro. También existe la idea de frontera como una línea que divide las dos sociedades pero que es imaginaria, que es un límite del territorio. Las fronteras son espacios de movimiento, de convivencia, de creación de identidad”.
Uruguay es un país de fronteras. Es innegable la influencia argentina y brasileña en el territorio. Sin embargo, el discurso predominante no se enorgullece de esta condición, sino que perpetúa la jerarquización de la zona sur del país —con Montevideo como su punto neurálgico, la homogeneización de la imagen nacional y, con ello, la idea de que somos una tierra monolingüe—. No lo somos. En Uruguay también se habla portuñol.
Vivo y cambiante
El portuñol ha recibido diferentes denominaciones a lo largo de la historia desde que José Pedro Rona lo estudió de forma sistemática por primera vez, en 1959: dialecto fronterizo del norte de Uruguay, dialectos portugueses de Uruguay, portugués uruguayo, portuñol, brasilero, bayano, mistura, entrevero.
La cuestión del nombre no está zanjada porque sigue en disputa qué es, a fin de cuentas, el portuñol. ¿Es portugués uruguayizado, español rioplatense abrasilerado, es una mezcla, es algo que va más allá? Lo que podemos afirmar es que es una variedad que excede al español y al portugués, que no refiere a hablar uno de los dos idiomas y mechar alguna palabra del otro, que tiene anclaje territorial, que genera identidad, “ki teim um istatus inferior i ki se transmite de manera oral, ki naum é normativa, naum istá istandarisada, naum teim iscritura” (“que tiene un estatus inferior y que se transmite de manera oral, que no es normativa, no está estandarizada, no tiene escritura”), en palabras de Custodio. Y se pregunta: “¿Queim teim autoridade prá disé u ki é o u ki não é portuñol? Acho ki poso contestá: nos, us da frontera purke u académico interpreta a cultura local i regional, não é u produtor dela” (“¿Quién tiene autoridad para decir qué es o qué no es portuñol? Creo que puedo contestar: nosotros, los de la frontera, porque el académico interpreta la cultural local y regional, no la produce”).
Como es una lengua oral y no tiene límites definidos, tampoco podríamos decir que existe un solo portuñol. Si una lengua estandarizada presenta dialectos diferentes y va mutando con el tiempo y en cada territorio, una lengua que no lo está tiene más vida y movimiento aún. Custodio, oriunda de Artigas y habitante de Rivera desde hace 12 años, le dice a Lento que el portuñol suena y es diferente en los dos departamentos.
Es posible que nunca se llegue a un acuerdo y a una denominación única porque, más allá de los aspectos lingüísticos, hay elementos ideológicos y sociopolíticos a tener en cuenta. La lingüista Graciela Barrios lo explica en su artículo “La denominación de variedades lingüísticas en situaciones de contacto: dialecto fronterizo, DPU, portugués uruguayo, portugués fronterizo o portuñol”:2 “Un aspecto particularmente delicado en la discusión sobre denominaciones tiene que ver con el posible conflicto entre las propuestas académicas y las representaciones comunitarias; muchas veces no coinciden, porque los mismos investigadores cuestionan las denominaciones populares por sus connotaciones negativas. El uso de portuñol es un claro ejemplo de ello”.
Aunque portuñol sea el término más utilizado por la comunidad que habla esta variedad, es criticado desde algunos sectores. Dice Barrios: “Las ideologías puristas y nacionalistas se manifiestan en la denominación de las variedades de contacto, tanto o más que en otros casos. Para los parámetros puristas la mezcla es una distorsión o contaminación de la lengua estándar; para el nacionalismo, una amenaza a la lengua nacional. Portuñol es un término controvertido en ambos sentidos, porque alude a una situación de mezcla y porque la mezcla aludida incluye el portugués, lengua que históricamente ha sido considerada una amenaza para la soberanía nacional”.
En esta nota voy a utilizar el término portuñol por ser el preferido de los hablantes, aunque cabe destacar que en la frontera Río Branco-Jaguarão —la menos estudiada— a esta lengua se la llama brasilero. También opté por el término variedad lingüística en lugar de lengua o dialecto porque es el más utilizado en la producción académica.
El portuñol tiene presencia predominante en Artigas, Rivera y Cerro Largo, departamentos fronterizos de Uruguay con Brasil. Aunque en la frontera seca Chuy-Chuí (Rocha) el intercambio económico, social y cultural es esencial, no se habla portuñol.
La introducción del portugués en Uruguay data de los poblamientos lusitanos de la época de la colonia. El portuñol es resultado de la influencia del español en la lengua portuguesa, no al revés. “La superposición del español se consolidó a través de diversas acciones políticas, entre las que se destacan: la fundación de ciudades a lo largo de la frontera uruguayo-brasileña (mediados del siglo XIX), la extensión del español como lengua de instrucción en las escuelas de todo el territorio nacional (Ley de Educación Común de 1877) y la creación de escuelas públicas a lo largo de la frontera uruguayo-brasileña. A fines del siglo XIX, la expansión del español en el norte del río Negro se sustentó en una política nacionalista que conllevó la representación del portugués como una amenaza para la construcción de la identidad nacional”, dice el lingüista Pablo Albertoni en su investigación Donde nace el tú de la patria.3
Barrios explica que la ley de educación de 1877 “llevó a una fuerte estigmatización del portugués. Muchos hablantes se alfabetizaron en una lengua diferente a la materna. El portugués dialectal de esa región experimentó desde entonces una fuerte influencia del español, único estándar de referencia, ya que el portugués ocupó tradicionalmente un lugar periférico en el repertorio lingüístico fronterizo. (Esta situación se ha revertido parcialmente en los últimos años, ya que desde 1996 se ofrece como lengua optativa en la educación media y desde 2002 como lengua de enseñanza en varias escuelas de frontera, en el marco de un programa de educación bilingüe español-portugués)”.
En la actualidad funcionan los Centros de Lenguas Extranjeras, que tienen portugués como opción para estudiantes de Secundaria y UTU, y el programa se expandió en las escuelas a algunos departamentos no fronterizos.
Uno, el otro, ninguno
Ana Clara Polakof, lingüista, estudia aspectos gramaticales y formales del portuñol. En 2024, junto con Carla Custodio, Carolina Oggiani, Camila Zugarramurdi y Christian Almonacid, publicó una investigación4 sobre cómo el portuñol puede expresar la definitud y la indefinitud, “en el entendido de que es una lengua de contacto entre el portugués y el español, que las dos tienen artículos definidos e indefinidos”, con el objetivo de identificar si “se asemeja más al portugués, al español o si tiene comportamientos que son particulares”, le explica a Lento.
Por ejemplo, en portuñol se puede decir “cachorro atacou um vizinho” (“perro atacó a un vecino”), mientras que en español diríamos “el perro atacó a un vecino”. Los resultados de esa aproximación experimental mostraron que “el portuñol es diferente del español de Uruguay”.
Ahora, Polakof, Custodio y Oggiani trabajan en una investigación para identificar similitudes y diferencias formales entre el portuñol y el portugués. Aunque todavía no han publicado los resultados, la investigadora adelantó que también encontraron diferencias.
Polakof explica que “no hay una tesis fija” con respecto a si el portuñol es una lengua completamente independiente. “Hay un lingüista que se llama John Lipski que dice que el portuñol es una lengua mixta, híbrida, o sea, que no es ni español ni portugués y que en realidad tiene características que la separan de cualquiera de estas dos lenguas. Algunos colegas, como Leonor Simioni, han dicho que es una lengua independiente, con sus propias características. Después tenemos autores como Carvalho que dicen básicamente que es un dialecto del portugués de Brasil”.
“Nosotros, que estamos estudiando hace relativamente poco tiempo el portuñol, no tenemos una postura definida. Justamente lo que queremos empezar a hacer es, con nuestros propios estudios, ver qué está pasando ahí”. Hasta ahora “hay evidencias empíricas que demuestran que en algunos aspectos el portuñol difiere del español, en algunos aspectos difiere del portugués, en algunos es parecido. Estamos viendo diferencias que hasta ahora no habían sido señaladas por la literatura, pero no tenemos respuestas tajantes sobre si el portuñol es esto o lo otro”.
Para Polakof, estudiar el portuñol es “apasionante” porque “nos crían pensando que Uruguay es un país monolingüe y no lo es. Tenemos algo que no se da en todas las fronteras”.
Cuestión de identidad
Hasta la ley de educación de 2008, que propuso como línea transversal “la consideración de las diferentes lenguas maternas existentes en el país (español del Uruguay, portugués del Uruguay, lengua de señas uruguaya)”, la postura oficial del Estado era de defensa del monolingüismo. Como resultado, niñas y niños cuya lengua materna era el portuñol aprendían en la escuela que su manera de hablar era “incorrecta”, que “hablaban mal” y tenían que corregir cómo se expresaban.
Dice Custodio en su manifiesto del portuñol: “Atraveis da lingua se percebe i costroi u mundo. As dislinguada abitaum um mundo surdo porki é u mundo de fora. U portuñol é a lingua de fora, da campaña, da frontera, dus pobre du norte, dus abrasileirado (espresaum de despreso e istigmatisante), contrabandista, dus ki sempre faseim bagunsa na ordeim, insisteim eim diser ‘soy uruguayo’, mesmo disendo eim portuñol”. En español sería: “A través de la lengua se percibe y construye un mundo. Las deslenguadas habitamos un mundo sordo porque es un mundo de afuera. El portuñol es una lengua de afuera, de campaña, de frontera, de los pobres del norte, de los abrasilerados (expresión de desprecio y estigmatizante), contrabandista, de los que siempre hacen relajo con orden e insisten en decir ‘soy uruguayo’, incluso diciéndolo en portuñol”.
Albertoni le explica a Lento que “hay gente en toda la frontera que tiene un pensamiento estigmatizante hacia el portuñol. Incluso hay gente que hablando portuñol te dice que está mal. Eso se reproduce escalarmente a nivel nacional, a nivel local y a nivel personal”.
“Si vos creciste parte de tu infancia y tu adolescencia en un sistema educativo que te dice que está mal cómo hablás, vos lo tratás de corregir, ¿viste? O lo tratás de ocultar. Y a donde vayas siempre vas a creer que si alguien te lo señala o te lo marca es porque se está burlando y que tenés que esconder eso”, le dice el escritor artiguense Fabián Severo a Lento.
Albertoni le explica a Lento que “cómo hablamos, si está bien o si está mal, si esto es portuñol o no es portuñol está en continua disputa, no es algo estático, ni clausurado, ni totalmente cristalizado”.
Cada experiencia es única y cualquier generalización sería un reduccionismo inadecuado. Severo recuerda que desde que tenía 5 o 6 años su madre y su padre le hablaban en español en su casa. “Ellos creían que me estaban ayudando a manejar bien el tema del español, a pronunciar bien, ese concepto del hablar bien. Yo vengo de una familia muy humilde; estaban convencidos de que la educación iba a ser el trampolín que podía hacerme a mí acceder a alguna cosa”. Entre ellos y con el resto de su familia y sus vecinos hablaban en portuñol o en portugués. Y él hablaba con sus amigos en el recreo y en la vereda en español, en portugués y en portuñol.
Además, había diferencias según con quién se juntara, “algo sociocultural, socioeconómico”, señala. “Yo frecuentaba una barra que eran conocidos o amigos míos que vivían en el centro, de padres profesionales, y ellos hablaban en español. Y tenía mi barra del barrio, de mi cuadra donde yo vivía, que nos juntábamos a jugar al fútbol, que salíamos al centro, y ahí hablábamos todo entreverado. Porque nosotros no estamos analizando nuestra forma de hablar”.
La marca de la diferencia viene de afuera. “Yo me di cuenta cuando me fui a estudiar profesorado a Rivera. Ahí íbamos estudiantes de Artigas, de Rivera, de Tacuarembó, de Durazno, de Cerro Largo”, cuenta Severo. “Tengo clarísimo ese día: vamos caminando y yo voy hablando y una chiquilina se da vuelta y dice: ‘Ay, mirá qué gracioso el cantito como habla él’”. Le ha pasado otras veces, en varios lugares. Pero asegura: “Para mí no tiene una carga subjetiva negativa, pero es porque yo ya di vuelta, es una riqueza y una de mis marcas de identidad”.
La historia de Custodio es distinta, pero, igual que Severo, ella reflexionó sobre su manera de hablar cuando fue señalada desde afuera. Hija de padre brasileño hablante de portugués y de madre uruguaya hablante de portuñol, en su casa se comunicaban en ambas lenguas. “Cambiar el idioma era cotidiano. La conciencia de ser hablante de portuñol no la tuve desde siempre. Me di cuenta siendo estudiante en la Facultad de Humanidades. Un día charlando con un grupo dije ‘me estoy torrando en el sol’, y me miraron y me dijeron ‘¿estás qué?’, y yo ‘torrando, gurisas, el sol’, ‘ah, tostando’. Después tuve una materia en la que estudiaba el portuñol y dije ‘esto es lo que yo hablo con mi madre’; hasta ese momento no tenía esa percepción de que era objeto de estudio”.
Cada quien habla como le enseñaron, como escuchó o vio a la gente de su entorno hablar. ¿Por qué hablo español así? No tengo idea, cuando fui consciente de mi lengua ya la poseía —o ella a mí—. Lo mismo les sucede a las personas que hablan portuñol, pero en su caso el aprendizaje del español se vuelve una imposición e incluso una necesidad para que se abran horizontes laborales, oportunidades de estudio, movilidad territorial.
Reivindicación y arte
Aunque hay gente que se esfuerza por perpetuar la estigmatización —basta con leer los comentarios en las redes sociales de figuras públicas de la frontera como Camila Techera, Rodrigo Suárez, Estelita Brasil—, se han profundizado movimientos de reivindicación del portuñol, especialmente en Rivera.
Albertoni, que está estudiando este fenómeno, dice: “Hay varios espacios de reivindicación. Por un lado, tenemos docentes universitarios que se interesan por el lenguaje y que participan en esos movimientos. Los artistas son un grupo importante, las industrias creativas y también el turismo, que es un fenómeno bastante reciente: la aparición del portuñol movilizado como un recurso que expresa cierta autenticidad de la frontera como destino turístico particular; se articula el portuñol como parte de esa binacionalidad o diversidad cultural que hay en la frontera, que puede ser atractiva para los turistas que quieran experimentar un destino turístico cultural o que quieran correrse de destinos más tradicionales”.
Hay posturas diversas con respecto a la reivindicación de una identidad asociada al portuñol. Explica el lingüista: “Hay discursos de que es necesario incluir la identidad fronteriza uruguaya dentro de la identidad nacional, respetar esa diversidad lingüística y que se incluya la forma de hablar de la frontera dentro de la identidad nacional, que se deje de lado esa idea de que no son uruguayos, que es algo que molesta bastante. Después hay otros discursos que van más en reivindicar una identidad fronteriza en la que no existen límites, la idea de la Frontera de la Paz (Rivera-Santana do Livramento), pero esto a veces es como muy difícil, porque no es fácil articular dos países diferentes, dos ministerios de cultura, dos ministerios de turismo”.
Chito de Mello (1947-2020), compositor riverense que acuñó la expresión “porque semo de Rivera y naum podemo se achicá” (“porque somos de Rivera y no nos podemos achicar”), que se volvió un lema en el territorio, dice en su tema “La riverense”: “Yo nací en una frontera / donde se juntan dos pueblos / y se fala misturado / con zotaque brasilero” (“se habla mezclado con acento brasileño”). Y en “Rompidioma”: “Querido hermano montevideano, / no soy bayano, tas engañao, / soy de Rivera, de la frontera, / donde cualquiera habla entreverao, / soy fronterizo, medio mestizo, / siempre insumiso, desde gurí / tengo mi doma, no canto en broma, / soy rompidioma y no toy ni ahí”.
Enzo Castro, acordeonista de 12 años que ganó la edición 2021 de Got Talent, también oriundo de Rivera, homenajeó a De Mello en su interpretación de la canción “Semo de Rivera”, escrita por Lucas Sugo: “Falemo asim e se entendemo bem de bem, / dialecto fronterizo que es cultura aquí también, / esto es así, siempre fue así, / hermosa mezcla de Uruguay y de Brasil, / esto es así, siempre fue así, / y tengo orgullo de decir que aquí nací”.
Severo escribe en portuñol y le han preguntado infinitas veces si es una decisión política, una cuestión de militancia. La respuesta es que no. Empezó por la añoranza de Artigas cuando ya estaba en Montevideo. “Me di cuenta de la riqueza que yo traía. Y entonces eso me empezó a aflorar, porque empecé a extrañar, y se transformó en textos”.
Cuando le preguntan si escribe en portuñol, contesta: “Yo hago una versión literaria de cómo recuerdo que sonaba mi madre en Artigas, de un determinado portuñol. ¿Es siempre el mismo? No, va variando, como escritores de Montevideo cambian su registro de un libro a otro. Cada historia me pide un sonido distinto y yo voy procurándolo”. A veces, “la historia me va saliendo en portuñol, con ritmo del portuñol, entreverado, y yo intento pasarlo al español para decir ‘ya está, basta de portuñol, Fabián, ponete a escribir en español’, y lo paso, ¿viste? Y se muere la historia porque se muere el ritmo. Y alguna vez me ha pasado al revés, la historia me sale en español. Por ejemplo, en Costuras tengo cuentos que son en español porque la voz que escuché del narrador en mi cabeza era en español, y alguna vez he intentado pasarlo al portuñol y se muere la historia”.
En 2007 Severo escribió Noite nu norte. Poemas en portuñol, un poemario que autopublicó sin saber lo que iba a generar. Del poema “Tres” de ese libro sale el título de esta nota. “Mucha gente lo amó y le encantó y ‘qué impresionante lo que hizo este muchacho con el tema del portuñol’, y después un montón de gente se enojó y se ofendió”. Luego publicó Viento de nadie (2013), NósOtros (2014), Viralata (2015), Sepultura (2020) y Costuras (2024).
Severo se transformó en un referente de la literatura uruguaya y la literatura en portuñol, pero él aclara que no es experto en portuñol y no tiene formación académica. A veces en entrevistas le preguntan por temas lingüísticos. “Es como que vos agarres a un escritor de Montevideo que escriba en español y le empieces a hacer preguntas técnicas. ¿Por qué se habla en español en Montevideo? ¿Cuáles son las influencias que tiene el español? ¿Cómo se manejan los adjetivos? ¿Cómo se manejan los sustantivos?”. Y él, en realidad, no quiere estudiar aspectos formales: “Yo sólo quiero escribir novelas y poemas y cuentos”.
Dentro de la arista de la reivindicación otro factor destacado es el humor. Albertoni explica que haciendo trabajo de campo ha detectado que “hay gente a la que le molesta que se use el portuñol para el humor, porque siempre tiene ese lugar como decorativo o de burla, y reivindica que se use en otros espacios más serios, incluso institucionales”. Pero, a la vez, “el humor está muy asociado al portuñol; el chiste local, el chiste fronterizo es un espacio de complicidad, de identidad”.
Dice Severo: “En portuñol se pueden hacer canciones, se puede hacer filosofía, se puede hacer sociología, se puede hacer historias. Sí, se pueden hacer bromas, pero también se puede hacer poesía”.
Sofía Pinto Román es escritora, tallerista y periodista. Publicó Me entrego al silencio (Planeta, 2024) y edita la sección Carnaval de la diaria.
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“Portuñol: declarasaum duma dislinguada fronteriza”, de Carla Custodio. Revista Trama (de la Asociación Uruguaya de Antropología Social y Cultural) número 13, 2023. ↩
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“La denominación de variedades lingüísticas en situaciones de contacto: dialecto fronterizo, DPU, portugués uruguayo, portugués fronterizo o portuñol”, de Graciela Barrios, en Lenguas: conceptos y contactos, de Georg Kremnitz y otros, compilado por Yolanda Haydee Hipperdinger. Editorial de la Universidad Nacional del Sur, 2014. ↩
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Donde nace el tú de la patria. La construcción de la identidad etnolingüística rochense, de Pablo Albertoni. Ministerio de Educación y Cultura, 2020. ↩