Venerada en España como si fuera una estrella de rock, la sueca Camilla Läckberg es la más exitosa pieza del ya de por sí megaexitoso engranaje nórdico de producción de novelas policiales. Según dice, empezó a escribir luego de que su familia le regalara un curso de escritura de novela negra, y desde entonces no paró. Sus novelas, generosas en cadáveres mutilados, secretos de pueblo, traiciones y vueltas de tuerca, transcurren en la pequeña Fjällbacka, una ciudad costera habitada por pescadores a la que se suman, en verano, numerosos turistas. El éxito de Läckberg llegó ya con el primer volumen de la serie, La princesa de hielo (2007), y desde entonces lanza al mercado prácticamente un libro por año, siempre protagonizado por el matrimonio compuesto por el policía Patrick Hedström y la escritora Erica Falck.

La bruja (Océano/Maeve, $ 630) es el décimo volumen de la serie. En esta oportunidad, la desaparición de Linnea, una niña de cuatro años, traerá a la memoria de los habitantes de Fjällbacka un crimen ocurrido 30 años atrás y por el que fueron acusadas dos adolescentes, que terminaron esquivando la cárcel por ser menores de edad. Una de ellas hizo su vida en el pueblo, pero la otra se fue y desarrolló una carrera brillante como actriz de cine. Coincidencia o no, la desaparición de la pequeña Linnea ocurre justo cuando la estrella de cine está de regreso en la ciudad para rodar una película.

Tal como promete la contratapa, la novela es la historia de una cacería de brujas en pleno siglo XXI.