Este nuevo relato –¿nouvelle, cuento largo?– de Eduardo Silveyra es la estricta continuación de su novela El baile de la yegua (2017), publicada el año pasado. Como un Cervantes rioplatense del siglo XXI, el autor necesitó una segunda parte para redondear la peripecia de su personaje y entorno. El detalle, no menor, es que El Pisto –como lo saben ya los lectores de El baile...– está muerto en esta segunda parte y está siendo velado de una manera festiva y cuasi orgiástica...
Y desfilan los personajes ya conocidos: el editor, ávido de quedarse con los inéditos del fallecido, y robándolos y escapando en un descuido. La Francesita, beldad oligárquica en un baño de pueblo peronista, filmando todo y en ansiosa espera de Cristina, con quien (ya lo saben los lectores) tuvo un torrencial encuentro erótico en la anterior fiesta celebratoria de El Pisto. Y por supuesto: en un momento aparecerá en escena Cristina, de modo muy peculiar pero acompañada siempre por los tamboriles de San Telmo. Quien narra, quien atestigua y reflexiona sobre ese velorio surrealista es, también como en El baile..., el álter ego del autor; escritor y enamorado frustrado de La Francesita, que en este caso radicaliza al máximo su condición de observador de todo lo que acontece. Sin duda, los lectores disfrutarán de este jugoso relato planteado con intensidad y ritmo, cargado de la ironía y humor a lo Witold Gombrowicz, que ya es una marca personal de la narrativa de Eduardo Silveyra. Relato que, como El baile de la yegua, amalgama ciertos paradigmas esenciales del peronismo con elementos de la mitología del rock nacional.
El agua ardiente. Eduardo Silveyra. Expreso Nova Ediciones, Buenos Aires. 61 páginas.