El miércoles falleció en México, a los 88 años, el poeta, narrador y ensayista uruguayo Saúl Ibargoyen Islas, como informó ayer el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) de México. Exiliado en tierras aztecas desde 1976 luego de una activa militancia en el Partido Comunista del Uruguay, fue uno de los más prolíficos representantes tardíos de la llamada generación crítica, con decenas de títulos publicados principalmente en Uruguay y en México desde 1956.
Fue también docente, periodista cultural y colaborador de muchas revistas literarias. Entre ellas, llegó a ser jefe de redacción y subdirector de Aquí poesía en Montevideo, y en México, jefe de redacción y subdirector de Plural, editor de la Revista de literatura mexicana contemporánea y cofundador de Archipiélago. Integró la Academia Nacional de Letras de Uruguay desde 2008 y fue docente de la Escuela de Escritores de la Sociedad General de Escritores de México.
La de Ibargoyen es una voz poética intensa y visceral, cuyos escritos transitaron por la denuncia política, la reflexión existencial y un erotismo descarnado y audaz. Su poesía logra una admirable tensión entre fuerza emotiva y cuidado formal, gracias a la crudeza de sus imágenes sumada a una métrica simple y constante. Su literatura siempre tiene una raíz de conflicto, violencia y tensión, la vieja guerra entre Eros y Tánatos, tan presente en sus textos más políticos y filosóficos como en su vertiente amorosa, en los que el erotismo supone un desesperado escape a las incansables garras de la muerte. En las lecturas en vivo, su voz firme, cálida y oscuramente cadenciosa transmitía muy adecuadamente la apasionada vitalidad de sus textos.
Aunque es difícil seleccionar unas pocas obras para destacar entre tantas, se pueden mencionar los poemarios Soñar la muerte (1993), Erótica mía: escribiré en tu espalda (1982), El escriba de pie (ganadora del Premio Carlos Pellicer en 2002) y Noche de espadas (1989), y las novelas La sangre interminable (1982) y Sangre en el sur (2007).