La noticia descolocó a muchos: Vivian Trías, el histórico dirigente e intelectual del Partido Socialista, también había sido un agente del gobierno checoslovaco. Comenzó a correr en octubre de 2017, cuando en el programa En la mira, de VTV, se difundieron los estudios del checo Vladimir Petrilák y el brasileño Mauro Kraensk, dedicados a denunciar, con acento anticomunista, las operaciones de los servicios de la órbita soviética en América Latina. Sus fuentes eran los archivos de la Státní Bezpečnost (StB), la Seguridad del Estado de la ex república socialista.
Durante un año largo, en paralelo a los intercambios de militantes, varios investigadores intentaron dar sentido a la información contenida en los ficheros eslavos. Entre ellos estuvo el historiador Fernando López D’Alesandro, quien argumentó que el vínculo de Trías con los checoslovacos afectó el viraje del Partido Socialista hacia posiciones más extremas, cuando no erráticas, durante la década de 1960; sus trabajos, que incluyeron la traducción de documentos checoslovacos, culminaron con la publicación de Vivian Trías: el hombre que fue Ríos (2019).
Por otra parte, el uruguayo Aldo Marchesi y el checo Michal Zourek sostuvieron que no hubo una subordinación de Trías a una potencia de la esfera soviética, sino que en realidad se trató de una confluencia de intereses. Ambos historiadores supervisaron la difusión de los informes que Trías realizó para la StB (en la web del Grupo de Estudios Interdisciplinarios sobre el Pasado Reciente) y esbozaron sus hipótesis en un artículo publicado en la diaria, donde también publicamos gran parte de los avances del trabajo de López D’Alesandro.
La prevención ante las afirmaciones que contienen los informes elaborados por oficiales de inteligencia es uno de los argumentos fuertes que manejaron Marchesi y Zourek para relativizar el contenido de los archivos checos (entre otras razones, porque el informante busca tanto cumplir un servicio como asegurar la relevancia de su puesto). Por otra parte, los de la StB son los únicos archivos de inteligencia de países de la órbita soviética abiertos al escrutinio público, lo que los convierte en una fuente histórica valiosísima.
Con acceso privilegiado a esos archivos –es docente en la Universidad Mendel en Brno, República Checa–, y como parte del esfuerzo por contextualizar los documentos del StB, Zourek hizo una investigación sobre la totalidad de los informes de la inteligencia checoslovaca en Montevideo, es decir, no sólo los concernientes a Trías. Un avance de su trabajo, aparecido en julio de este año en nuestra revista Lento, muestra que Trías no fue el único político contactado por los checoslovacos, y que dirigentes del Partido Colorado y el Partido Nacional también se vincularon con ellos, aunque de forma menos estrecha que el socialista.
Especialista en el nexo entre su país y América Latina, Zourek afirma en esa investigación que, de acuerdo a los archivos, el quincista Glauco Segovia fue quien orientó sobre el panorama político uruguayo al recién llegado encargado de la inteligencia checoslovaca en Montevideo, y que fue una persona clave para la realización de operaciones activas. Asimismo, el herrerista Héctor Gros Espiell llegó a ser calificado por la StB como “la mejor fuente en Uruguay para los asuntos de política internacional”, y la información que proporcionó a los checos fue valorada por soviéticos y cubanos. Sobre ese trabajo, parte de un proyecto mayor, dialogamos con Zourek.
¿Cuándo tomaste contacto con la historia del Río de la Plata?
Mi interés por América Latina surgió cuando cursaba el segundo año de la universidad en Praga y comencé a estudiar español. Diría que los profesores que conocí en la universidad jugaron un papel decisivo. Mi hermano mayor también tuvo cierta influencia, porque es traductor de español y le gustaba mucho la literatura argentina y uruguaya. Tradujo muchas obras al checo, entre ellas, novelas de Mario Benedetti. Sin embargo, considero que para poder comprender la realidad de países tan remotos, como son los latinoamericanos, es necesario visitar esta región y pasar algún tiempo allí. Mi primera experiencia fue en Chile, donde viví durante un semestre. Después, tuve la gran suerte de poder vivir, estudiar e investigar en Buenos Aires, donde estuve en total cuatro años. Esta experiencia cambió profundamente mi vida. Desde aquel entonces mantengo un vínculo muy profundo no sólo con Argentina, donde tengo buenos amigos y donde también conocí a mi novia, sino también con Uruguay, país que visité más de diez veces.
¿Qué relación tiene ese contacto personal con el vínculo que históricamente mantuvo Checoslovaquia con América Latina?
Mencioné la influencia que tuvieron mis profesores. Puede parecer sorprendente, pero el estudio de la historia latinoamericana tiene una tradición relativamente larga en mi país; se remonta a la década de 1960. Gracias a la Revolución Cubana, América Latina se convirtió en una región políticamente importante para el bloque soviético, lo que también se reflejó en el campo académico. Hoy, América Latina tiene un papel relativamente marginal en la política exterior checa, definitivamente menos importante que durante la época comunista. Por otro lado, desde mi propia experiencia me atrevo a decir que el interés por América Latina está creciendo entre los estudiantes checos. Esto se ve reflejado en el creciente número de las universidades que ofrecen programas dedicados a América Latina. Esta región ya no es considerada algo mítico e inaccesible, como lo fue para la generación de mis padres. Gracias al desarrollo tecnológico uno puede acceder a la información fácilmente y mantener contacto con cualquier lugar del mundo. Ni hablar de las posibilidades de viajar que tienen los jóvenes hoy en día.
- Leé la investigación de Zourek publicada en Lento: Los blancos, los colorados y los checos
¿Cómo tomaste contacto con estos archivos de la StB?
Mi tesis de doctorado, Checoslovaquia y el Cono Sur 1945-1989. Relaciones políticas, económicas y culturales durante la Guerra Fría, que fue publicada en castellano, se basó en la investigación de varios archivos: en Buenos Aires, Montevideo, Santiago y, por supuesto, en Praga. De esta manera, también consulté documentos del archivo de la inteligencia checoslovaca. Eso fue en 2012, es decir, cuatro años después de que se hiciera su apertura al público. Lo primero que me llamó la atención fue la increíble cantidad de documentos dedicados a países latinoamericanos. Además, me di cuenta de que era muy difícil trabajar con estos documentos. Muchas de las informaciones que se encuentran allí no están verificadas y se basan, por ejemplo, en una única entrevista. Por eso, luego resulta necesario contraponerlas con otros materiales. Por este motivo incluí pocos de estos documentos en mi disertación, siempre tratando de evitar hablar sobre los asuntos personales de los involucrados en los documentos. Después me dediqué a la literatura latinoamericana, que me fascinó desde siempre, y concretamente me dediqué a analizar testimonios escritos por intelectuales latinoamericanos sobre Checoslovaquia. Me sorprendió la gran cantidad disponible de estos textos, incluyendo también los de autores uruguayos como Alfredo Dante Gravina, Jesualdo Sosa y Eduardo Galeano. El resultado fue el libro Praga y los intelectuales latinoamericanos 1947-1959, publicado el año pasado en Argentina. Justo cuando estaba por terminar este trabajo, aparecieron noticias sobre la relación entre la StB y Vivian Trías. Fue así como surgió el nuevo tema de mi investigación: las actividades de la inteligencia checoslovaca en Uruguay. Después de dos años y medio de analizar los documentos de los archivos, debo admitir que el tema es mucho más complejo de lo que hubiera podido imaginar.
En el artículo explicás que la inteligencia checoslovaca operaba junto a la KGB soviética, y que se había decidido que en América Latina los checos tomarían contacto con posibles agentes de todos los partidos relevantes, excepto el Partido Comunista.
La StB no servía precisamente a los intereses de Checoslovaquia, sino que estaba dirigida por órdenes soviéticas. Su principal interés en América Latina era apoyar el antiimperialismo y la Revolución Cubana. Por lo tanto, el enfoque estaba puesto en los círculos nacionalistas. En el caso de Argentina, en los peronistas; en Chile, en los demócratacristianos, etcétera. Por eso, como mostré en el artículo, la StB no estaba interesada sólo en los socialistas, ya que también prestaba gran atención a los blancos y colorados. Por otro lado, la StB evitaba la relación con personas, sobre las que se sabía o se tenían dudas de que tuvieran vínculos con otros servicios secretos. Este fue el caso de los comunistas que fueron trabajados por la KGB, razón por la que los empleados de la StB tenían prohibido cualquier contacto con ellos. En los documentos también hay menciones de que había personas que ya estaban trabajadas por los cubanos, rumanos, yugoslavos o chinos. Estas agencias estuvieron activas dentro de la izquierda. Los blancos y los colorados seguramente habían sido trabajados por la CIA y otras agencias capitalistas. Hay que tener en cuenta que la StB era uno de los muchos servicios secretos que operaban en Uruguay. Sin embargo, es la única cuyo archivo está completamente abierto. Sobre el resto no sabemos casi nada.
Por eso la StB buscó contactarse con dirigentes de los partidos Colorado, Nacional y Socialista. ¿Qué buscaban en los llamados “partidos tradicionales” uruguayos?
Los partidos tradicionales estaban en el centro de atención de la StB desde un principio. Los espías checoslovacos tenían contactos con sus ministros, senadores y diputados. Estas personas de alto rango no eran adecuadas para convertirse en agentes. Era muy arriesgado. Pero existía cierta ambición de influir en las decisiones políticas a través de ellos. Por ejemplo, cancelar la ley de lemas, acelerar la reforma agraria, mejorar las relaciones con Cuba, etcétera. En realidad, la StB no tenía capacidad para intervenir realmente en estos asuntos. Hay que tener en cuenta que se trataba de una agencia chica, que tenía solamente un empleado en Uruguay durante los primeros años. Más adelante llegó a tener dos o tres. Entonces, el beneficio real que la StB obtenía de los blancos y colorados era la información, particularmente sobre la política uruguaya hacia Cuba, los intereses de Estados Unidos en el país.
“Justo cuando estaba terminando el texto sobre la relación entre la StB y los partidos tradicionales, un diputado del Partido Colorado presentó una propuesta para cambiar el nombre del liceo Vivian Trías en Las Piedras, con el argumento de que Trías era un agente de la StB. En ese momento, llegué a la conclusión de que es necesario publicar algunas conclusiones parciales de mi investigación para mostrar la complejidad del asunto”.
Tu estudio da cuenta de la relación de la StB con el quincista Glauco Segovia, a quien llegaron a financiarle, de manera modesta e indirecta, una parte de su campaña electoral en 1962. Segovia, además, visitó Praga.
Este caso muestra la gran importancia que representaban los partidos tradicionales en los planes de la StB. Antes de las elecciones de 1962, el residente incluso envió a Praga una propuesta para financiar la campaña electoral de todo el partido, pero posteriormente fue rechazada por la Central. Por otro lado, a través del blanco Héctor Gros Espiell, la StB obtuvo información muy valiosa en cuanto a la política uruguaya hacia Cuba. Pero mi motivación no era desacreditar a los ex políticos prominentes señalando que estaban en contacto con espías comunistas. Más bien quise mostrar los mecanismos de trabajo de la StB y sus intereses en un contexto más amplio. Es evidente que el tema de los “archivos checos” se ha politizado demasiado en Uruguay, por lo que varios actores de esta batalla ideológica siguen admitiendo, consciente o inconscientemente, que los socialistas eran los únicos que tenían vínculos con la StB. Justo cuando estaba terminando el texto sobre la relación entre la StB y los partidos tradicionales, un diputado del Partido Colorado presentó una propuesta para cambiar el nombre del liceo Vivian Trías en Las Piedras, con el argumento de que Trías era un agente de la StB. En ese momento, llegué a la conclusión de que es necesario publicar algunas conclusiones parciales de mi investigación para mostrar la complejidad del asunto.
El acercamiento de la inteligencia checoslovaca al Partido Nacional no se concentró en los sectores más progresistas, sino en el ala más conservadora, el herrerismo. Además de que era el sector mayoritario y dirigía el gobierno en el período que estudiaste, ¿qué importancia tenía su postura respecto del avance de Estados Unidos en América Latina?
Los herreristas son un ejemplo típico de los sectores políticos en los que estaba puesto el foco de atención de la StB. No importaba el hecho de que eran anticomunistas. Se trató de un sector con tendencias nacionalistas y con una postura de distanciamiento frente a Estados Unidos, así que la StB vio en los herreristas un gran potencial de acuerdo a sus intereses. El cambio se produjo en 1964, cuando la mayoría de los herreristas se inclinó por el corte con Cuba, momento a partir del cual podemos observar su rápido acercamiento a Estados Unidos. Un proceso similar se puede observar dentro de algunos sectores del Partido Colorado. En este nuevo contexto, el papel de los socialistas cobró más importancia en los planes de la StB. Sin embargo, no podemos olvidar que para ese momento el Partido Socialista contaba con muy poca influencia política, lo que también fue percibido por la StB. Entonces, el contacto con los socialistas fue utilizado principalmente para publicar textos contra Estados Unidos.
Entre los diputados que acudieron a recepciones con diplomáticos checoslovacos figura el ex presidente y actual senador Julio María Sanguinetti. ¿Encontraste otras menciones a él?
La invitación que recibió Sanguinetti fue cursada con el fin de que este se convirtiera en un contacto de la StB. Pero no pasó nada, su nombre ya no figura en los archivos. Hay que tener en cuenta que este evento tuvo lugar en 1965, justo cuando la relación con la Lista 15 perdía intensidad. Más adelante, la StB puso el foco en el sector de Zelmar Michelini. La mención de Sanguinetti no es nada sorprendente, siendo que en los archivos de la StB encontramos menciones de casi todos los políticos uruguayos que tenían algo de peso. Cuando la StB establecía un vínculo con alguien, lo primero que le interesaba era obtener y analizar los contactos influyentes que esa persona tenía. El archivo de la StB guarda una enorme cantidad de documentos sobre la vida política uruguaya. Creo que esto es lo más fascinante que tiene el archivo. Allí podemos encontrar, por ejemplo, análisis políticos no publicados elaborados por políticos e intelectuales uruguayos, informaciones sobre la emigración política brasileña, que incluye a su vez informaciones sobre las actividades de João Goulart y Leonel Brizola. Cientos de páginas están dedicadas a los asuntos internos del diario Época, con el que están relacionados muchos intelectuales destacados. Por lo tanto, en el libro que estoy preparando, mi intención no es perjudicar a nadie, ni calcular cuántos dólares, whiskis y cigarrillos recibió cada persona de la StB. Mi objetivo es presentar los archivos de la StB como una fuente extraordinaria que no sólo nos explica el papel del bloque soviético en la Guerra Fría latinoamericana, sino que también nos da una mirada original al turbulento desarrollo político en Uruguay durante los años 60 y 70.