Cerdeña es una isla muy rocosa y montañosa que conforma una de las 20 regiones de la República italiana. Limita al norte con la isla francesa de Córcega por el estrecho de Bonifacio y se encuentra rodeada por el mar Tirreno y el Mediterráneo. Pese a ser la tercera región más extensa de Italia, es una de las menos pobladas, con un número de habitantes que apenas supera el de la ciudad de Montevideo, y que se denominan con el gentilicio “sardo/a”. Los idiomas más hablados son el italiano y el sardo, una variante muy conservadora entre las lenguas latinas.
Este recóndito lugar, al parecer, tiene una amplia tradición literaria que se remonta al Renacimiento y que cuenta con un premio Nobel (Grazia Deledda, en 1926). Asimismo, también existe un movimiento de nueva literatura sarda, al que pertenece Marcello Fois, cuya novela Memoria del vacío, publicada en 2014, llega ahora al mercado uruguayo.
Las historias de forajidos, desde el far west hasta los cangaceiros del nordeste brasileño, ejercen una fascinación extraña en la que chocan la crueldad de sus crímenes con la simpatía que provocan quienes se enfrentan a los poderosos. Marcello Fois toma una historia muy local, la de Samuele Stochino, personaje histórico y a la vez legendario, que luego de destacarse en la guerra de Libia y en la Primera Guerra Mundial, y habiendo llegado al grado de sargento, cometió varios asesinatos en su Cerdeña natal que le valieron el apodo de “el tigre de Ogliastra”. Fue luego perseguido desde Roma por las autoridades fascistas y terminó muerto en circunstancias poco claras, en virtud de una disputa por el cuerpo, motivada por la cuantiosa recompensa que se ofrecía por él. Fois agrega una c al apellido (Stocchino) para tomarse aún más licencias poéticas de las que la historia ya de por sí permite.
El motivo, por tanto, es muy local y a la vez muy universal. La obra se encuentra atravesada por una visión determinista, en tanto desde su más tierna infancia, que es donde comienza la novela, Samuele se verá rodeado de manifestaciones de cuál será su destino, todo regado con un sutil toque de realismo mágico (una vecina con dotes de videncia verá que el corazón de Samuele tiene forma de lobo, lo cual lo forzará a ser un asesino). Más tarde, en la narración de sus años como militar, la guerra será una oportunidad para que esa vocación comience a manifestarse. Podría encontrarse aquí una expresión antibelicista del autor, en tanto no hay nada que diferencie el placer de matar que siente su personaje, ya sea en tiempos de guerra o en tiempos de paz. Pero el texto se mantiene más bien dentro de un clima trágico, en el que la violencia y la muerte forman parte del orden natural de las cosas, de la misma manera que Samuele fue hecho para matar y ese será su destino.
Los personajes que lo rodean son también clásicos: Luigi Manai, su archienemigo –el hombre más rico del pueblo–, y sus aliados Giovanni Bardi y Emerenziano Boi, Antioca y Felice, los sufridos padres, sus buenos hermanos Gonario y Genesia, su amigo de la infancia Luigi Crisponi y, por supuesto, una amada, Mariangela, que, como no podía ser de otra manera, recibe una propuesta de matrimonio de la familia Manai.
Los toques de color local se mantienen con algunas frases en sardo, que el traductor optó, inteligentemente, por dejar tal cual estaban. La narración es ágil, no exenta de recursos poéticos. Por otra parte, el narrador se mantiene mayormente como testigo, agregando a la intriga detalles que no se saben, que se “cuentan”. Asimismo, el halo trágico del protagonista se expande hacia quienes lo rodean. Un destino fatal puede ser sellado con un gesto simple como negar un vaso de agua. Además de las desgracias que sufrirán los enemigos de Samuele, su familia y sus seres queridos también enfrentarán represalias.
Un adecuado trabajo sobre los matices de la historia y la complejidad de los personajes evita que se caiga en la idealización o el maniqueísmo. A la crueldad de los crímenes de Samuele se ofrece en contraste cierta simpatía movida por la antipatía hacia sus enemigos (y difícilmente se pueda encontrar un enemigo tan antipático como Benito Mussolini). Pero tampoco se nos ahorran los detalles más cruentos de sus fechorías.
Podemos apreciar en esta obra cómo ciertas historias, por repetidas, no dejan de atrapar y conmover. Más allá del color local al que nos referíamos, esta anécdota pudo pasar en muchos otros sitios y momentos históricos. Basta un sitio recóndito con una organización cuasi feudal, donde los más ricos hacen y deshacen a su gusto, un bandido que se les opone y una autoridad central lo suficientemente irritada con la situación para tomar cartas en el asunto. Es el tipo de historias que calan hondo en la imaginación popular, como las de Lampiao o Billy the Kid, dando lugar a relatos, imágenes, canciones...
En definitiva, se trata de una historia local y universal, que al mismo tiempo que nos introduce en las particularidades del mundo sardo nos ofrece cierta familiaridad, narrada, a la vez, con una técnica impecable.
Memoria del vacío. De Marcello Fois. España, Hoja de Lata, 2014, 272 páginas. Traducción de Francisco Álvarez González.