Creada por García Márquez, Jaime Abello Banfi, Jaime García Márquez y Alberto Abello Vives en 1994, la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano tenía como meta atacar las preocupaciones del premio Nobel en torno a la ética profesional, la rigurosidad y la calidad narrativa del oficio periodístico. Decenas de seminarios, el establecimiento de un consultorio ético que hoy tiene como responsables a Yolanda Ruiz y Mónica González, la creación del Premio Gabo en reconocimiento al periodismo de excelencia en Iberoamérica y del Festival Gabo en 2013 son algunos de los hitos de una iniciativa que se ha transformado en una gran comunidad de aprendizaje.
Renombrada Fundación Gabo tras la muerte de García Márquez, la institución se adaptó a la pandemia y retomó en 2022 los eventos presenciales. Ahora, su festival desembarca en Montevideo como parte de Macondo con una programación generosa. “Traemos dos de nuestros talleres: ‘Cuerpo, realidad y performance. De la investigación a la creación’ (el 18, 19 y 20 de octubre), bajo la dirección de los argentinos Cristian Alarcón y Sol Dinerstein, de Revista Anfibia, y ‘Cómo investigar crimen organizado y corrupción’ (20 y 21 de octubre), a cargo de la periodista investigativa colombiana Daniela Castro”, informan. Además, habrá charlas, conferencias, entrevistas y tertulias alrededor del universo de García Márquez y el periodismo iberoamericano.
Jaime Abello Banfi, director de la fundación, además de amigo y cómplice del escritor, expondrá sobre García Márquez como creador y pensador que desde el Sur global ha inspirado a artistas y pensadores de otras partes. Lo hará junto al poeta e investigador Hugo Achugar y Marianella Morena y Paula Villalba, directoras de la pieza teatral, y el antropólogo colombiano Weildler Guerra. Antes, reflexionó para la diaria acerca de los nuevos desafíos para el periodismo, como el desarrollo de la inteligencia artificial (IA), y también acerca de tensiones más antiguas.
“Por un lado, la IA es un magnífico asistente creativo y facilitador de tareas rutinarias; pero por otro existe la preocupación de que esta tecnología pueda llevar a la pérdida de empleos y contribuir al crecimiento del ruido digital y la proliferación de noticias falsas en internet”, opinó. “Es importante enfatizar, sin embargo, la importancia de que el periodismo se destaque como un lugar de confianza en medio de esta revolución tecnológica. Que algo no aparezca en determinados medios –o que sí aparezca para avisar que es falso– será una señal de alerta. Es un mecanismo antiguo, pero no por eso menos suficiente”.
“El desafío para los periodistas es aprovechar la IA de manera efectiva para mejorar su trabajo, al tiempo que se abordan los riesgos éticos asociados con su uso. Es esencial debatir sobre estándares que proporcionen transparencia y seguridad en la implementación de la IA en el periodismo, especialmente en lo que respecta a problemas de autoría y plagio. En última instancia, los periodistas deben abrazar la tecnología, pero también ser conscientes de sus implicaciones y responsabilidades éticas”, agregó.
En cuanto al problema de la financiación de los medios, Abello apuntó que “desde la Fundación Gabo reflexionamos sobre esto ya que actualmente la gran facturación de la publicidad ha sido capturada mayoritariamente por las plataformas digitales, mientras que el negocio de avisos en los medios se ha marchitado. Los medios periodísticos, tanto tradicionales como nuevos, deben hacer un gran esfuerzo por sostenerse e intentan fidelizar y generar suscripciones y membresías mediante la formación de comunidades de audiencia digital a las que hay que proponer una oferta de valor informativo de nicho que justifique pagar, en contraste con la gratuidad típica de las noticias que circulan por muchos canales y desde muchas fuentes, profesionales o no. Los presupuestos para la producción de periodismo de calidad se debilitan y las condiciones de trabajo de los periodistas se precarizan”.
“En este contexto han surgido numerosos medios nativos digitales independientes que en la actualidad se caracterizan por su compromiso con determinadas causas, sin renunciar a la calidad y al sello distintivo del periodismo. Un periodismo mucho más pluralista, en que ya no se trabaja sólo encajonados en lo que antes llamábamos empresas de medios. Hoy en día observamos que hay periodismo de autor que se hace de manera individual, no sólo con buenos artículos sino también con el libro periodístico, que está en boga. Por ejemplo, blogueros que a través de las redes sociales hacen periodismo con una fuerza equiparable a las marcas comerciales de los medios. También está el periodismo que se hace en red, de manera colaborativa entre grupos de periodistas o empresas de medios”, agregó.
Para Abello, “este periodismo no centra su apuesta económica en esquemas estrictamente comerciales sino que se está haciendo a través de organizaciones que suelen trabajar en alianza o de manera colaborativa, y que reciben financiamiento de becas, donaciones, cooperación internacional y sólo en parte ingresos por publicidad o suscripción. Sin embargo, encontramos que los principales financiadores de los medios emergentes son los propios periodistas que se rompen el cuero por seguir su vocación y sus ganas de servir. Pero ese periodismo necesita más impulso que nunca y es ingenuo pensar que el mercado mismo lo sostendrá. Por ello han surgido iniciativas de apoyo a nivel global, como es el caso del International Fund for Public Interest Media, en el entendido de que el periodismo basado en hechos verificados es un bien público que merece ayuda de forma ética y transparente, tal como propone la Unesco”.