El domingo 26 de marzo falleció María Kodama, viuda y albacea de Jorge Luis Borges. Tenía 86 años y había sido una férrea defensora de la obra y los derechos de autor de su esposo, los que administró y por los que se vio envuelta en juicios contra otros escritores e incluso contra sitios de internet. Ahora esos derechos están en un limbo legal.
En 2019, consultada por La Nación sobre lo que ocurriría con la obra de Borges cuando ella no estuviera, había adelantado: “La persona que quedará va a ser peor que yo... Ya decidí hace tiempo quién será y es más estricta todavía”. Por eso, al otro día de la muerte de la traductora se buscó la palabra de su abogado y apoderado, Fernando Soto.
Soto dijo a Infobae que “ella tenía todo arreglado”, pero se negó a dar más información hasta que terminara “el duelo”. Finalmente, esta semana dio una conferencia de prensa en la que su definición de “todo arreglado” fue puesta a prueba: “No dejó testamento”.
“Su escribana de confianza no tiene testamento. Nadie del círculo cercano entre quienes consultamos conoce el testamento”, dijo el abogado, según consigna la prensa argentina. “Si al momento de entrar a su casa se encuentra un testamento, se tomará ese, pero las posibilidades son bajísimas”.
Sobre una posible donación a universidades extranjeras –tesis que se apoya en declaraciones de la propia Kodama a esa “persona estricta” a la que había aludido y que no se sabe quién es–, lo cierto es que no hay documentos que prueben esa intención. Entre las eventuales beneficiarias estarían la universidad de Tokio, donde se trabaja la obra de Borges, o las de Texas y Harvard. “Su interés era que la obra de Borges fuera debidamente custodiada y difundida por universidades extranjeras, dado que en la Argentina, por cuestiones políticas e ideológicas, no se le daba esa seguridad”, dijo Soto. “En Japón traté de averiguar con gente vinculada a cuestiones diplomáticas y expresaron que ellos tienen muchos requisitos para aceptar una donación, un legado. No es como Estados Unidos, que tiene menos requisitos. De hecho, la Japan Foundation le ofreció a Kodama ser la representante y ella no aceptó por la responsabilidad que implicaba hacerse cargo de esa obra. Que yo sepa, no existe ningún documento en Japón”, agregó.
Sobre la posibilidad de que aparezca un heredero de sangre, reconoció la existencia de Jorge Kodama, fallecido en 2017 a los 85 años, pero que no tenía vínculo con su hermana y de quien se desconoce si dejó descendencia. “Desde que murió María no puedo dormir pensando en cómo resolver esta cuestión”, dijo el abogado a La Nación.
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Ese mismo lunes, Soto presentó un escrito ante la Justicia para que se tomen medidas urgentes de protección de los bienes de Kodama y que su herencia sea declarada “vacante”. Esta incluye bienes inmuebles, así como primeras ediciones, manuscritos, traducciones y hasta cajas cerradas cuyo contenido se desconoce.
En el texto del escrito consigna: “Ya habiendo pasado más de una semana de la muerte de María Kodama, habiendo sido divulgado su fallecimiento en numerosos medios periodísticos de América del Sur, América del Norte y Europa, sin que nadie se haya presentado como su heredero ni se haya comunicado la existencia de un testamento, doy por sentado que María Kodama no hizo testamento”.
“Estoy convencido de que, si efectivamente -como todo lo indica- no realizó ningún testamento, es, sencillamente, porque fue postergando su realización y en los últimos días de su enfermedad ya no se encontraba en condiciones de hacer práctica esa decisión. En otras palabras, si no hizo testamento es porque no llegó a realizarlo”.
Volviendo a la conversación con los medios, Soto detalló: “Si ningún heredero se presentara en el plazo de diez años, por lo que dicta el Código Civil, heredaría el Estado, pero el Estado local. En este caso, sería el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Lo que está previsto en estos casos es que se subasten o rematen los bienes y lo recaudado se destine al Fondo de Educación de la Ciudad. Otra opción es que la Ciudad decida preservar esos bienes y compense con dinero al Fondo”.
Con respecto a los contratos vigentes, Penguin Random House continuará comercializando los textos de Borges por al menos dos o tres años, y durante ese tiempo el dinero obtenido por concepto de regalías deberá depositarse en una cuenta vinculada con el juicio sucesorio. Las obras recién entrarán en el dominio público en 2056.
"Nada me pesa porque lo amo"
En la citada charla con La Nación, a Kodama le preguntaron si se había cansado de tantas "maledicencias y murmuraciones" sobre la administración del legado de Borges, pero ella lo negó. "Es una enorme responsabilidad, ¿te das cuenta? Además, nada me pesa porque lo amo. Yo no puedo permitir que esa obra sea transformada, cantada, cambiada. No puedo, por mi forma de ser, por mi ética. No te digo que sea la mejor, pero es la que recibí y en la que creo. Si no, yo también podría hacer lo que quisiera, y con más razón todavía. Pero no me lo permito. Y entonces tampoco puedo permitir que hagan cualquier disparate. Ahora, cuando las cosas son correctas, digo que sí".