Polémicas recientes

En 2011, cuando todavía era el más reciente premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa estuvo dos veces en Uruguay. De la primera, que ocurrió en enero, lo más resonante fue su encuentro con los expresidentes Julio María Sanguinetti, Luis Alberto Lacalle Herrera y Jorge Batlle en Punta del Este. Llamó la atención la ausencia de Tabaré Vázquez, quien ejercía su primer mandato.

Durante la segunda visita de 2011, que comenzó el 17 de abril, Vargas fue declarado ciudadano ilustre de Montevideo por la entonces intendenta Ana Olivera, dio una conferencia de prensa en el hotel Radisson y leyó una ponencia en la sede de la Ucudal. Allí recordó su primer arribo a Uruguay, que había tenido lugar en 1965, cuando llegó invitado por el profesor José Pedro Díaz para dar una conferencia en el Paraninfo de la Udelar.

“Tuve la sensación de no estar en América Latina, de haber salido del continente donde imperaban la violencia social, las dictaduras. Aquí uno tenía la otra cara de nuestro continente: una sociedad regida por instituciones que funcionaban eficazmente en un clima de absoluta libertad, de coexistencia en la diversidad política, en un país pequeño pero de altísima cultura. Me impresionó la cantidad de teatros que había, la calidad del periodismo, en el que el espacio dedicado a la cultura y la literatura era mucho y en el que escribían los mejores novelistas, poetas y ensayistas uruguayos. Se respiraba un aire de modernidad, de gran creatividad, era un mundo de cotejo de ideas. Desde entonces pienso en Uruguay con un gran cariño”, dijo Vargas Llosa en esa conferencia de 2011.

Su descripción del Uruguay de principios de la década de 1960 no buscaba contrastar con el país que había reencontrado, pero no era mera amabilidad: estaba relacionada, por un lado, con el tema de su conferencia –la decadencia de la cultura y la política– y, por otro, con la polémica que había suscitado su llegada a la Feria del Libro de Buenos Aires, adonde partiría luego de dejar Montevideo. Allí, el director de la Biblioteca Nacional, el ensayista Horacio González, se había manifestado en contra de que el peruano diera el discurso de apertura de la feria.

Posiblemente como reacción a ese debate argentino, la Junta Departamental de Montevideo había decidido cursar el trámite para otorgarle la ciudadanía ilustre a Vargas Llosa. La iniciativa era de ediles del opositor Partido Colorado y fue aprobada sin problemas debido a un acierto tácito entre todos los partidos para aprobar sin discusiones los reconocimientos a figuras de la cultura, y que años antes había posibilitado la resistida distinción a la escritora uruguaya Mercedes Vigil.

El voto de los curules montevideanos también fue objeto de cuestionamientos: el director de la Biblioteca Nacional de aquellos años, el escritor Carlos Liscano, se solidarizó con su par argentino, que formaba parte del gobierno de Cristina Fernández. “Sé lo que piensa González, y Vargas Llosa ha hecho declaraciones muy duras contra Argentina y su gobierno. Horacio González, como militante político que es, tiene derecho a opinar, nadie puede negárselo. Vargas Llosa opina sobre todo lo que pasa en este mundo, ¿por qué no va a hacerlo González?”, dijo entonces Liscano a la diaria.

No fue esa la polémica más intensa que desató Vargas Llosa en el Uruguay del siglo XXI. Un año después, a lo largo de mayo de 2012, la Udelar debatió acerca de la conveniencia de otorgarle un doctorado honoris causa por su contribución a la cultura. La propuesta había partido del Consejo de la Facultad de Ciencias Económicas y su ponderación suscitó argumentaciones que invocaban la reputación de la universidad, tanto en caso de aprobación como de rechazo. La votación llegó a ser postergada para evitar una resolución embarazosa y Rodrigo Arocena, entonces rector de la Udelar, recordó que el reconocimiento a aquellas personas “con las que no se comparte determinadas ideas” es parte del espíritu universitario. Finalmente, cuando fue aprobado por escaso margen, el otorgamiento del título quedó pendiente hasta la próxima visita del escritor a Uruguay.

Ello ocurrió una década después, en mayo de 2022 y sin demasiada publicidad, durante la que sería la última estadía del Nobel en Uruguay, adonde llegó invitado por el Centro de Estudios Económicos. En esa visita final, Vargas Llosa conversó con la periodista Blanca Rodríguez –hoy senadora de la República– acerca de su libro La mirada quieta (de Pérez Galdós).

La librería

No sorprende la afición de Vargas Llosa por ediciones de difícil acceso, y en sus pasajes por Montevideo eran infaltables sus recorridas por la librería Linardi & Risso. Álvaro Risso, actual presidente de la Cámara Uruguaya del Libro, recuerda distintos pasajes del escritor por el establecimiento fundado por la generación de su padre y que hoy comparte con Andrés Linardi; entre ellas, una visita de 1980 con José Pedro Díaz y otra de 1996. “Tengo entendido que hay alguna visita anterior a la de 1980, pero fue con Linardi padre y con mi viejo, por lo que no tengo fechas exactas”, señala Risso.

“La visita más memorable fue el 11 de enero de 2011. Hacía un par de meses que le habían otorgado el Nobel, y las pocas horas que estuvo en Montevideo, porque vino sólo a dar una conferencia en Punta del Este, estuvo ‘refugiado’ mirando libros y conversando conmigo mientras toda la prensa uruguaya lo buscaba sin encontrarlo”, rememora Risso. La última visita a la librería de la calle Juan Carlos Gómez tendría lugar en mayo de 2022, acompañado de su hijo Álvaro.

Reacciones oficiales

Tras conocerse la muerte de Vargas Llosa, acaecida el domingo, hubo distintas reacciones a nivel internacional. El lunes, desde la diaria recogimos [las reflexiones del investigador Hebert Benítez Pezzolano y de la coordinadora del Instituto Nacional de Letras, Valeria Tanco, quienes abordaron sus contribuciones a la narrativa latinoamericana y a la promoción de la lectura, entre otros temas.

Ese mismo día, el Ministerio de Educación y Cultura emitió un breve comunicado en el que se refiere al peruano como “un escritor fundamental de la literatura hispanoamericana”. “Su obra marcó generaciones y sigue siendo parte del acervo cultural y educativo de nuestra región. Desde el Ministerio de Educación y Cultura reconocemos su trayectoria y el lugar que ocupa en la historia de la literatura en lengua española”, agrega.

Por su parte, el historiador y politólogo Gerardo Caetano, como presidente de la Academia Nacional de Letras, dijo a la diaria: “Como si nos faltaran incertidumbres, el domingo 13 de abril supimos de la muerte de Mario Vargas Llosa. Más allá de cualquier diferencia legítima que uno pudiera tener con sus ideas, cómo no conmoverse por la muerte de un narrador, de un sabio, de una figura de la magnitud de Vargas Llosa, un hombre con una vida realmente homérica que nos regaló novelas inolvidables como Conversación en la catedral, como _La casa verde, como tantas otras. En este tiempo de incertidumbres, nos golpea la idea de que su retiro de la labor literaria, del pensamiento intelectual, del periodismo, anunciado un año antes, finalmente se iba a concretar”.

Agregó el investigador: “Pero nos queda la relectura y yo invito a ella, ese género que no es simplemente repetir una lectura, sino que es volver a un texto amado, a textos que tanto nos influyeron, como las novelas de Vargas Llosa, para encontrar nuevas cosas. Seguramente en esa relectura de las obras de Varguitas encontraremos mucha de la emoción y mucho de los descubrimientos que tan felices nos han hecho”.