Hay quienes sienten que incesantemente están en la búsqueda de nuevas rutas. Patricia López, ganadora del premio Graffiti a mejor álbum de jazz, es una de ellas. Sus composiciones para el disco Wanderlust la llevaron a convertirse, en 2021, en la primera mujer en ganar un Graffiti en esa categoría. Nació en Montevideo, vive parte de sus días en Maldonado, pero se siente parte del mundo, contó a la diaria.
Contemporáneo y de improvisación, Wanderlust es una ópera prima que comenzó a grabarse en 2019 en el estudio Octógono en Montevideo, junto a tres músicos maldonautas: el guitarrista Manuel Ojeda, el baterista Damián Taveira y el contrabajista Ian Elizondo. El arte de la tapa del álbum estuvo a cargo de la piriapolense Noelia Chila Lago.
“Lo contemporáneo [en el jazz] va más desde lo textural, lo rítmico, y es pensado desde un lugar donde hay libertad para crear con otras dinámicas, no tan de 24 compases. Es infinito, no hay una forma establecida. Lo comparo con lo abstracto de la pintura”, explicó López. Sus trabajos anteriores eran más del orden del swing, de lo clásico, señaló. En cambio, con este disco buscó desarraigarse de esas estructuras para definir su propio estilo.
El álbum comenzó a gestarse en Buenos Aires y es el resultado final de las mutaciones que tuvieron las composiciones en el tiempo y de los kilómetros de carretera que lo atraviesan, desde Argentina a Brasil, y de ahí a Estados Unidos y de vuelta a Uruguay.
La música de 36 años se casó en primeras nupcias con la guitarra a los 12 años, cuando decidió que sería una música profesional. Luego ingresó a la Escuela Municipal de Música de Montevideo y se tropezó con el saxofón gracias a Alejandra Genta, referente de ese instrumento en Uruguay. “Me conquistó la expresión a través del aire”, expresó López.
En 2010 ingresó como estudiante del Conservatorio Superior de Música “Manuel de Falla” y completó la Tecnicatura Superior en Jazz en el 2014. En el medio tocó ska y reggae en bandas que, según explicó López, la pusieron en contacto con las “personas adecuadas”. A los 22 años abandonó el Pocitos de su crianza para irse a Buenos Aires.
En el lado porteño de su carrera, se topó con Willy Crook, primer saxofonista de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. En 2006 fue la primera vez que tocaron juntos durante la grabación de un DVD musical de Crook con Los Funky Torinos, en el Auditorio Sur de Temperley, Buenos Aires. Recordó que, en esa oportunidad, el músico no la dejó ensayar antes del show.
Pasó ocho años en la capital porteña, entre los estudios de la Tecnicatura Superior de Jazz y los ocho discos en los que participó, además de dictar clases y sesionar en diversos géneros musicales.
En 2014 volvió a la escena del jazz uruguayo con algo de Wanderlust bajo el brazo y comenzó a trabajar como tallerista en la Asociación de Bancarios del Uruguay. Brasil la esperaba para que, entre 2015 y 2016, fuera parte de un taller de música popular brasileña.
Luego se fue a Nueva York, donde formó parte de un taller de improvisación creativa, en 2016, al que accedió gracias a una beca del Fondo Nacional de la Música. Allí terminó de definirse dentro del estilo contemporáneo del jazz, señaló.
“El aprendizaje de la grupalidad musical fue fundamental. Entendés que se puede hacer lo que sea tocando con otros músicos, que una idea se puede continuar, revertir o responder: experimentar”, reflexionó López y manifestó que si hay algo que le gusta del jazz, es que no se crea previamente en solitario, sino en el momento de la ejecución y en el intercambio con otros, todo en tiempo presente.
El álbum se puede adquirir en Discomoda (Tristán Narvaja 1614) y se puede escuchar y comprar digitalmente en patricialopez.bandcamp.com